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» 04-05-2020 |
No podremos vestir como lo hacíamos hasta ahora. Los zapatos, difíciles de desinfectar y arrastrándose por el suelo, tienen las horas contadas (sin embargo los ecologistas apuestan por el cuero antes que por el plástico). La solución de dejarlos fuera de casa para que contaminen las zonas comunes no parece de recibo. Las piezas de calzado simples y fácilmente lavables tipo Crocs (y que además pueden ser funcionalmente desembarazables), parecen lo más adecuado, pero las chanclas o ciertas playeras también son adecuadas. Tendrían que convertirse en biodegradables. La corbata es nefasta: está al lado de la cara, hay que ajustarla continuamente y no se lava. La continua higiene de manos tampoco se lleva bien con los puños de la camisa. Pero ambas, tiene el aval de los políticos que han adoptado el disfraz de cuáquero con determinación. Los pañuelos de tela desaparecen. Los pañuelos deben ser de usar y tirar… una sola vez (lo que tampoco seduce a os ecologistas). La mascarilla ha llegado para quedarse lo que cuando vuelva la contaminación tendrá doble función. Habrá de integrarse en cada conjunto. Otra práctica de usar y tirar que no convence. Vuelve la lejía y por tanto los colores sólidos y resistentes.
Habrá que discriminar los tejidos por su capacidad de resistir a la persistencia del virus. ¿Algodón, fibras artificiales, lana? Los EPI se convertirán en prenda de vestir de fondo de armario para visitar residencias y hospitales. Tarde o temprano se harán reciclables. Pronto se diseñarán fibras antivirus y las fibras que se autolimpian, controlan las constantes, o regulan el sudor se convertirán en imprescindibles. Los tejidos inteligentes se convertirán en la estrella lo que significa que la deslocalización de las empresas textiles puede haber llegado a su fin… tal como Trump pidió encarecidamente a sus empresarios. Claro que solo para los que puedan pagarlo. Los demás quedarán expuestos al contagio como siempre. El mundo cambiará tras el coranavirus, pero en la misma dirección que ha cambiado siempre.
Incluso comprar ropa se convertirá en otra cosa. La compra on line se impondrá en una situación en que los probadores se reducirán drásticamente, las tiendas tendrán colas y la costumbre de comprar en la red se habrá establecido tras el confinamiento. La velocidad de la entrega y la facilidad de devolución desempañan todas las pegas que se puedan poner a la venta por correo. Ir de tiendas, a partir de este momento, podrá ser un placer pero no una necesidad. Los ecologistas denuncian a la industria textil como una de las más contaminantes (y los tejanos, lo peor de lo peor). Proponen que compremos ropa de más calidad y que pueda ser reparada en vez del usar y tirar en el que vivimos ahora. Eso supone estrenar menos y no ir tan a la moda como ahora. ¿Somos capaces? quizás se formen dos bandos: los mods y los rockers (o los Montescos y los Capuletos, lo mismo da), dos tribus urbanas con distintas ideologías vestimentarias.
Las películas de ciencia ficción (que nunca han adivinado nada) nos proponen un futuro en el que vamos uniformados, se supone que obligatoriamente. Es evidente que iremos uniformados (ya vamos uniformados) no exactamente con las mismas prendas sino con pequeñas variaciones dentro de una tendencia de moda insoslayable. La moda tiene una base biológica (nos llama la atención lo que no conocemos; biológicamente lo que nos alerta). Cuando un estímulo es conocido, asimilado, acomodado, ya no nos interesa y nuestros sentidos lo desactivan en beneficio de los nuevos. ¡Estamos programados para vibrar con lo nuevo! A partir de ahí existen mil razones para que la moda exista pero su atractivo parte de ahí. Eso no cambiará (lo biológico es tozudo) pero tendrán que cambiar otras cosas (nuestra motivación, concienciación, responsabilidad) para que nuestro impriming biológico no nos lleve al desastre.
Es evidente que el usar-y-tirar se opone radicalmente a las directrices ecológicas, la moda también. No estamos cerca de que combatir el virus sea además ecológico pero lo que es evidente es que no podemos contaminarnos con el clima o los desechos para salvarnos del virus. Habrá que encontrar una solución teniendo en cuenta que las multinacionales y los políticos que de ellas cobran, aprovecharán la ocasión para levantar la bandera del consumismo compulsivo. Como lo harán en favor del automóvil privado, pero ese es otro capítulo.
El desgarrado. Mayo 2020.