» 01-11-2020

La resaca del coranavirus 27. Ciencia y coranavirus.

Es habitual que cuando hablamos de ciencia y coranavirus hagamos hincapié, en la investigación, en los fármacos y vacunas, en los descubrimientos sobre el propio virus, en los conocimientos de los epidemiólogos. Pero todo ello supone la respuesta directa, la primera línea de contención. Pero la ciencia (como analizamos de la política y la economía) influye también en el virus por como es y como se estructura en nuestro mundo actual. La ciencia -no siendo culpable- tampoco es inocente de que tengamos el mundo que tenemos. La competencia a ultranza entre científicos que no favorece la colaboración (Haraway), la alineación ¿alienación?) de algunos científicos con los intereses económicos (evolución creacionista, tabaco, cambio climático, transgénicos, energía nuclear, etc.), el pensamiento progresista y desarrollista desaforado, la estructura metafísica de la ciencia (que impide entender la física cuántica), el antropocentrismo, el logocentrismo y el falocentrismo (deconstrucción), La navaja de Ockham (que prefiere la causalidad simple a la compleja), el tecnologismo, etc. son también culpables del triunfo del virus.

 

Quizás estamos en una situación privilegiada para echar la vista atrás (en respuesta a la pesadilla que tenemos delante) y tratar de corregir todos los “ruidos” que hemos acumulado en la evolución cultural y científica. No lo haremos porque somos reactivos y solo actuamos cuando le vemos las orejas al lobo (lo que forma parte de nuestra herencia biológica). No estaría de más que los pensadores hicieran el esfuerzo de divulgar estos peligros en vez de consentir que el pensamiento salga de los programas de estudios académicos. Ha habido científicos y pensadores activistas (Foucault, Sartre, Russell, Chomsky, Einstein…) y se lo agradecemos, porque no es su papel principal. El activismo es cosa de todos, de todo aquel que sea humano. Tal como están las cosas, hoy es una cosa esencialmente de los ciudadanos. Y no olvidéis que el voto informado también es activismo.

 

¿Por qué en Oriente las medidas contra el coranavirus son más efectivas que en Occidente? La respuesta -dicha de forma sencilla- es la preeminencia del grupo sobre el individuo en el pensamiento oriental. Ya hemos hablado de este tema en blogs anteriores por lo que no lo repetiré pero no está de más recordar que estamos enfermos de individualidad… cuando somos biológicamente sociales. Esa esquizofrenia acabará con nosotros, pero no lo hará con con los orientales. Decía Foucault que el hombre es un invento moderno. Aunque lo dijera en otro sentido bien podemos aplicarlo a este. Si pensamos que la evolución no ha acabado es evidente que las criaturas que anteponen el grupo al individuo tienen mayores opciones de sobrevivir y eso es determinante. Y contra más occidentales peor, como muestra la pandemia en USA.

 

Decía Klee que dibujar es simplificar. Pensar también es simplificar: reducir un mundo complejo e inasible a un cuadro comprensible. Ockham lo resumió con su famosa navaja: la explicación más sencilla es la mejor (¿la más cierta?). Pero las metodologías evolucionan (a la par que nuestra capacidad cognitiva) y cada vez las cosas pueden ser comprendidas a pesar de ser más complejas. El sistema de simplificación más brutal que hemos conocido (por sus 25 siglos de longevidad) es la metafísica. La metafísica ha usado todo un repertorio de simplificaciones que aunque han evolucionado a lo largo del tiempo no dejan de ser feroces: la abstracción de la cantidad, la verdad, el concepto y la igualdad nos han permitido alcanzar cotas increíbles de conocimiento. Primero fue la religión (revelación), después la razón (filosofía) y después la experimentación (ciencia). La metafísica se fue adaptando a los tiempos hasta que sus contradicciones fueron demasiado evidentes. Su sistema de abstracción-universalización-ley se demostró circular y el teorema de la incompletitud lo demostró inhábil. La fenomenología, la hermenéutica y finalmente la posmodernidad demostraron que algunas simplificaciones eran groseras. Sabemos que no es un sistema coherente, completo y homogéneo. El sistema cibernético (bases de datos-computación-retroalimentación) lo mejora sustancialmente pero ha caído en manos del capitalismo y puesto al servicio de empresas tan siniestras como twiter o facebook o personajes tan deleznables como Putin o Trump.

 

La metafísica (base de la ciencia) adolece de defectos que la hacen no poder explicar la física cuántica ¡cien años después de su aparición! Los principios aristotélicos de identidad, no contradicción y tercio excluso no funcionan con la física cuántica. Pero sobre todo no funcionan con el “naturalismo” spinoziano por el que todo, debe responder a las mismas leyes. Lo que no quiere decir que no podamos poner en tela de juicio su racionalismo (la mente humana es capaz de entender el mundo). ¡Probablemente la mosca -a juzgar por su arrogancia- también piensa que comprende perfectamente el mundo! La metafísica ha establecido una circularidad de modo que sus cuatro grandes divisiones se apoyan unas con otras, lo que obvia su falta de completitud. La ciencia ha tenido la habilidad de utilizar esas cuatro divisiones de modo que se utilicen todas y de forma circular. Lo que no quita que sea una aproximación, magnífica, pero aproximación al fin. En definitiva: nuestra forma de pensamiento estrella no es fiable (aunque haya conseguido una tecnología de una fiabilidad extraordinaria).

 

La tercera opción que quiero barajar es la causalidad simple. Hija de Ockham y de la necesaria simplificación, esclava de la política e hijastra de la sencillez. La causalidad simple solo puede ser entendida como simplificación grosera. Los fenómenos tienen múltiples causas y tratar de reducirlas a una es o insensatez o política. Ya hemos comentado que, hoy, la ciencia tiende a la complejidad y no a la sencillez. La simplificación grosera ya no es una necesidad como lo fue hace 25 siglos, es una manipulación. Los medios, los políticos, los divulgadores necesitan mensajes simples, pero eso no los hace ciertos. Cada vez que nos preguntamos porque las cosas les funcionan a los que les funcionan, la mayoría de expertos afirman: es un cúmulo de circunstancias. Mo hay causas simples. Son causas complejas, múltiples, variadas. No es lo mismo divulgar que explicar. La metafísica se asienta sobre la causalidad lineal y simple. Sin embargo el mundo no se rige por esas simplificaciones. No solo hay que combatir al virus. Hay que cambiar el contexto en el que se produce. Ha llegado el momento de poner el hilo a la aguja. ¿O será el cascabel al gato?

 

El desgarrado. Noviembre 2020.

 




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