» 31-12-2020

La resaca del coranavirus 39. Balance del 2020.

¿Ha sido tan malo 2020? O dicho de otra manera ¿quienes son los culpables de que haya sido tan atípico? Lo cierto es que ha sido malo, malísimo. 50.000 muertos oficiales y entre 70 y 100.000 muertos calculados, no es para decir malo sino para dictaminar la catástrofe nacional. Entre 10 y 20% de caída del PIB. Pero hay dos cosas que no deberíamos hacer: 1) solo fijarnos en lo negativo y 2) achacarlo al azar en vez de buscar los culpables de la catástrofe. El análisis de los expertos, que los científicos han pedido para que la catástrofe pueda ser conocida y, por tanto, aprender de los errores, no se ha producido. La política de los políticos (y observad la distinta acepción del concepto) consiste en salvar el culo y para nada en salvar ciudadanos. Porque algo no se ha visto afectado por el virus: la conducta de los políticos. La descalificación, el “Y tú más”, la ausencia de diálogo, la imposibilidad de los pactos, el partidismo, el populismo, la demagogia, el poltronismo, la implicación en el problema a través de una reducción de dietas o sueldos, la corrupción, la inseparación de poderes, el despilfarro, la defensa a ultranza de la inviolabilidad del rey, etc. Solo falta que nos digan (como nos dijeron: que habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades o que las preferentes y las subordinadas eran el producto de la avaricia de los ahorradores o que los sanitarios se arriesgaban innecesariamente) que nos quejamos de vicio al denunciar la catástrofe porque la política no ha cambiado ni un ápice: la misma mierda de siempre.

 

Políticamente el virus se ha llevado a Trump y se llevará a Bolsonaro, López, Diaz, Martínez y otros populistas que creen firmemente que intoxicar es la forma natural de gobernar. No es una gran limpieza porque los políticos son correosos y saben defenderse de la mierda que ellos mismos producen, pero es una pequeña limpieza que, seguramente no se hubiera producido en otras circunstancias. Para explicarlo gráficamente: mean a sotavento). En España hemos visto el primer gobierno de coalición que, visto lo visto en cuestión de pactos, es un soplo de esperanza, aunque los agoreros estén continuamente anunciando su disolución. Con consecuencias sociales (que si bien no complacen a todos los socios) han sido sustancialmente mejores que las inexistentes en el gobierno de Rajoy. La llegada de VOX no se puede incluir en los efectos del coranavirus pero es equiparable.

 

Científicamente hemos asistido a una reacción tecnológica de las farmacéuticas al virus absolutamente impensable hace solo un año. No solo se ha conseguido la vacuna en un tiempo récord sino que se ha innovado en el concepto de vacuna (ARN mensajero) al inocular instrucciones en vez de virus atenuados. También nos ha traído la exacerbación del negacionismo, pero eso, ya sabemos, que es una cuestión “política”. Sé que es una respuesta a las necesidades occidentales y que los tercermundistas se quedarán sin vacuna… a no ser que nos convenzan de que si no se vacuna el mundo es como si no se vacunara nadie. O sea que: vacunas para todos o el muro (lo que alegrará a más de uno).

 

Ecológicamente hemos asistido a un experimento que nunca se hubiera podido realizar: los animales recuperan su hábitat en cuanto los humanos reculan. El declive de la especie humana es el resurgir de las especies animales. Incluso se ha producido una intensificación del amor a las mascotas en cuanto estas dispusieron de licencia para pasear. Lo que no ha variado es la adicción al tabaco y a otras drogas. Si los políticos hubieran tenido los cojones electorales de prohibir el tabaco en sitios públicos (incluidas las calles) nos hubiéramos ahorrado un montón de muertos. Una oportunidad perdida (entre otras) de erradicar esa lacra por motivos electoralistas.

Socialmente los ciudadanos nos hemos dado cuenta que los afectos mutuos son mucho más necesarios que lo que pensábamos. Somos sociales y la coerción de las muestras de cariño, nos afectan. No sé si los más jóvenes se han dado cuenta de que no es lo mismo las redes sociales que los afectos presenciales. Estoy convencido de que sí, a pesar de que los adolescentes no suelen estar inclinados a reconocer nada de nada (influencia de la política) a los mayores. Solo habría que añadir que cada clic en una red es un dato para una multinacional.¡La generosidad de los ciudadanos es ejemplar! ¡Y que decir de nuestros mayores! Hemos visto como la gestión de las residencias es un negocio de los fondos buitres. No son tratadas como personas, son datos económicos. También hemos asistido a la “irresponsabilidad” de los más jóvenes. Cuando la política expulsó sus votos porque no les interesaban no debieron pensar que estaban creando anarquistas que se siente expulsados de la sociedad y por tanto ajenos a cualquier llamada de responsabilidad. Por cierto, llamada hecha por un colectivo: los políticos, que son truculentamente reacios a la responsabilidad como demuestran la inviolabilidad del rey, el aforamiento, el indulto, la amnistía, la exención y las múltiples leyes que los eximen, olvidan o soslayan.

 

Supongo que con más inteligencia y diligencia se podrían poner muchos más ejemplos. Pero es suficiente para mostrar que todo lo malo tiene su lado bueno. Desgraciadamente todo lo que hemos aprendido se nos olvidará en cuanto se de el banderazo de salida de la recuperación. El capitalismo es así: solo hay un valor: la riqueza, todo lo demás es accesorio. Si solo retuviéramos que el sistema de partidos políticos es nefasto, que nuestros valores residen en nuestros afectos y que una sociedad que se olvida de sus mayores está labrándose un negro porvenir, podríamos decir que ha sido un buen año. ¡Bueno… regular tirando a mal! No insistiré en quién son los culpables porque lo he repetido ya muchas veces en este mismo blog (“La resaca del coranavirus”), pero seguro que lo adivináis.

 

El desgarrado. Diciembre (a penas) 2020.

 




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