» 28-01-2021

La resaca del coranavirus 43. Perfiles técnicos.: Simón y Carballo.

En esta pandemia los técnicos-científicos-médicos han cobrado una inusitada importancia. Los partidos tienen los suyos y los medios contratan a los que consideran adecuados. Tercian los representantes de los sanitarios, los sindicalistas y los espontáneos. Espero que el defensor del pueblo también haya contratado al que en definitiva defenderá nuestros intereses. El resultado es de divergencia, ni mucho menos parecida a la política, pero no desdeñable. He escogido en esta entrega a dos de los más visibles, que responden al máximo enfrentamiento político entre Madrid (España dentro de España) y España (suponemos que fuera de Madrid): Simón y Carballo. Ambos han chupado cámara a más y mejor pero siempre de la correa de sus amos (aún cuando las correas sean virtuales). Esperar que los políticos no controlaran la información sanitaria era ordinaria locura, pero un poco menos de correa, no hubiera estado mal. Estos enfrentamientos entre políticos y científicos-comerciante también se ha producido entre la UE y las farmacéuticas.

 

Simón tiene un perfil público bajo. Su actuación en el asunto de las enfermeras lo demostró claramente. Alguien que -a su edad- todavía se azora al hablar de ligues, puede ser muchas cosas pero de ninguna manera un jeta. Simón es un perfil de “la teoría de la jovencita” de Tiqqun: un pavo a nivel personal y probablemente un gran científico a nivel privado. Para que me entiendan: como un informático. La oportunidad de ser la voz del gobierno le hizo alcanzar una notoriedad que no le correspondía, lo que le condujo a ser proclive a las tesis del Gobierno (que para eso le contrataron). Supongo que a petición del gobierno, rebajó el nivel técnico en favor de un nivel más coloquial, lo que ha redundado en una carencia de rigor científico. Sus eventuales incidencias (que la posición ha entendido como incapacidad) fueron entendidas por el Gobierno como una manera de quitar hierro a lo que en definitiva era una hecatombe de proporciones bíblicas.  La de la almendra fue épica.

 

Otro es el caso de Carballo (Roble en gallego. Como Margarita). César es un perfil alto, uno de esos médicos cuyo control de la vida y la muerte les ha convencido de su pertenencia a la élite del Renacimiento que encumbró aquella mítica revista: Jano. César no aspira a acabar sus días como médico, sino como ministro y para prepararse se entrena todos los días a orar como político. No hay una sola de sus intervenciones en que no haga comentarios políticos, a decir verdad en favor de sus amos como hace Simón, pero con una soltura que hacen olvidar el argumentario. César sabe de todo (y sobre todo de política) y por tanto habla de todo, y siempre con la vista puesta en su futura poltrona. Como el inefable Dr. Cabeza (el que alarmó a todo el país diciendo que se podía contraer el SIDA por la picadura de un mosquito y que estaba más a gusto en la presidencia del atlético que en la consulta) da mejor en la tele que en el consultorio.

 

Simón ha iluminado su vida con una oportunidad única (su vida no estaba destinada a ser estrella mediática) y desaparecerá (hastiado) en cuanto desaparezca el virus. César, recién acaba de empezar su carrera pública. Tendremos César para más años que los romanos. Y le veremos escalar hasta lo más alto. Al focalizarme en estos dos factótum dejo de nombrar a innumerables científicos y para-científicos que han tenido un destacable papel en la información de una situación en la que la información ha sido crucial. No los nombraré a todos pero quiero destacar (porque veo la Sexta) a un periodista (Corbella) y a un economista (Sebastián) que han sido un modelo de ecuanimidad y de mesura. Tenemos grandes expertos y grandes comunicadores (además de Arguiñano) pero lejos de aprovecharlos los amos los mediatizan (los ponen como medios para sus fines). Así son las cosas.

 

El desgarrado. Enero 2021.

 




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