» 30-01-2021

La resaca del coranavirus 45. ¿Razón o emoción?

El SXX fue el siglo de la razón (quizás de la tecnología, pero razón al fin). Pero también lo fue de la emergencia (literario-científica) de la emoción. La diversidad de inteligencias (privilegiadamente emocional) nos advertía de quizás la razón no era tan intensa como se nos había hecho creer. La posmodernidad arremetió contra ella de forma decidida, pero dos siglos de ilustración no se borran de un plumazo. Durante esos dos siglos la razón le comió el mijo a la emoción.La pregunta es ¿es sostenible esa posición? No parece que podamos seguir sosteniendo que la razón lidera la situación. Da la impresión de que el SXXI es el siglo de las emociones. En este artículo voy a a tratar de explicar porque la razón, ya no puede detentar la primacía del control de la racionalidad (entendida, esta vez, como lo distintivo de la especie humana).

 

En primer lugar hay que decir que la razón ha sido la bendición que nos extrajo de la sinrazón, la ignorancia. Pero eso no la exime de ser un escalón y no del estadio definitivo. La razón nos ha redimido de muchos errores pero nos ha introducido en otros. La razón no es el destino sino un puerto más en un recorrido infinito. La razón debe ampliar sus objetivos para que podamos comprender mejor el mundo. Las paradojas son la muestra de que la razón intelectiva, tiene fallos. No entraré en ellas pero es evidente que el razonamiento (tal como lo entendemos) es incapaz de resolver todos los problemas. La pregunta es ¿hay que arreglarlo o hay que cambiarlo? No podemos pensar que el hombre es el culmen de la evolución porque eso significaría que la evolución se ha acabado, lo que contradice la idea de evolución. Por lo tanto la evolución continua. Es cierto que la contracción del tiempo que la inteligencia humana ha propiciado, hace que esa evolución bio-geológica aparezca como un parón, pero no es así. Pero ¿esa razón es capaz de modelar el mundo? Tecnológicamente sí, pero ¿humanamente?

 

Hemos superado (moderadamente) la revelación (la verdad exterior). la superstición (la verdad mágica, es decir, irracional), hemos controlado la inducción, hasta hemos llegado a admitir el principio de incompletitud (la verdad de un sistema no puede ser demostrada desde dentro de ese sistema). Hemos entendido que la intuición era un pensamiento inconsciente, que el instinto es nuestro pasado intelectual (y a veces nuestro presente), que la metafísica es una forma de pensamiento pero no la forma definitiva, etc. Pero no hemos admitido lo que Spinoza dijo: las emociones (afectos) son parte integrante de nuestra razón. No hay división posible, Que sean más difíciles de entender no justifica que sean expulsadas del sistema racional. Las actuales teorías de la inteligencia emocional ayudan, pero no establecen la absoluta paridad que debiera darse entre esas dos facetas de nuestra mente. Y después de este largo prolegómeno he llegado por fin a lo que quería decir.

 

La lucha contra el virus se ha convertido en una lucha entre la razón y la emoción. Por una parte la razón (política) está profundamente devaluada (años de mentiras devalúan cualquier cosa). Tampoco la razón científica está muy boyante. Su alianza con la política le ha restado credibilidad. Los medios hace tiempo que se arrimaron a la sombra que mejor les cobija. Pues bien, en semejante campo (erial, habría que decir) los ciudadanos se rigen por sus emociones. La biopollítica (pasiva) diría Foucault: lo que me pida el cuerpo. No hablaré sobre la biopolítica porque no es el tema (y además ya he hablado), pero habrá que hablar en el futuro, porque los ciudadanos creen más en sus vísceras (genitales incluidos) que en sus dirigentes. La cuestión es que los ciudadanos prefieren una Navidad tradicional que evitar una hospitalización. ¿Estaban insuficientemente informados? Evidentemente no se puede achacar a los ciudadanos que hayan abandonado los canales de noticias cuando los políticos han decidido que éstos eran su foro particular para insultarse y descalificarse (para ganar votos en su estúpida panorámica). Sea como sea, los ciudadanos prefieren contactos sin salud que salud sin contactos, lo que recuerda siniestramente a lo que se dijo sobre la debacle de la supuesta Armada invencible.

 

En la miopía ancestral de nuestros dirigentes es, más que probable, que no se hayan dado cuenta que los ciudadanos los han abandonado. Que lo que hagan les importa una mierda. Los políticos para los ciudadanos, son un cáncer del que no se pueden librar pero del que es mejor no hablar e incluso olvidar. Y no se han dado cuenta porque, aquellos, solo miran su culo: su poltrona y su responsabilidad. Votan, éstos, sí, pero no por que sepan quienes son ustedes ni que dicen. Votan porque es el único derecho político que les han dado, una vez recortados (anulados) todos los demás. Como el abuelo que recuerda batallitas el ciudadano vota para sentir que tiene algún derecho político, de los muchos que le prometieron tras la muerte de Franco (muerte física que no política) y que nunca han' alcanzado. Pero eso se acaba. Dentro de poco saldrá un partido a la izquierda de Podemos que nos prometerá otra utopía y, tal como la derecha pica con la ultraderecha, nosotros picaremos con las renovadas promesas de igualdad y libertad. ¡Los ciudadanos somos así!

 

Todo esto es la razón por la que los ciudadanos apuestan por la emoción y no por la razón. Porque la razón política no les ha dado nada. ¿lo entienden? El cariño, el afecto, la emoción valen más que miles de promesas incumplidas y es mejor infectarse con un ser querido que intoxicarse con un cerdo patrañero. ¡Thats live!

 

El desgarrado. Enero 2021.

 

 




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