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» 22-05-2020 |
Cuando el discurso de la España vaciada alcanzaba su clímax llega el coranavirus para salvarla. El peligro está en la masificación, la salvación, en la diseminación. Si el trabajo puede ser a distancia, que lo será, y puedes resistir a la tentación de las ofertas de la gran ciudad, el sitio seguro es el pueblo, la España vaciada. Un poco de Glovo o Delivero y el tema de los restaurantes estará resuelto (las multinacionales siempre ganan). Un poco de Netflix y el entretenimiento estará garantizado (las multinacionales siempre ganan). Un poco de tecnología de las comunicaciones y estarás conectado con el mundo (las multinacionales siempre ganan). Se acabó contaminar con el coche, pagar por aparcar, por el IBI, por circular… por todo. Probablemente comerás mejor y tu estrés disminuirá. ¡El coranavirus te ha salvado!
Pero la distancia a la gran urbe no puede ser excesiva. Eso produciría angustia. Todos querrán ir a la España vaciada a 60 Km de la urbe, con buena carretera y con transporte interurbano cómodo y fluido. En una palabra: una situación suburbial. Pero esa no es la España vaciada. Esa es la España suburbial y ya existe. Los cuatro más aguerridos se irán más lejos pero no durarán. Somos gregarios (y eso se ha visto con el virus). Las redes sociales están muy bien pero solo si no es posible el contacto. Quizás los jóvenes serán capaces de aceptarlo pero no los más bregados. Este coranavirus no solo ha demostrado la debilidad de la robótica (que no ha sido capaz de sustituir a los humanos) y la debilidad de las redes sociales (cuyo contacto se mostrado ineficaz). También a corroborado que la España vaciada no tiene solución. No es un lugar a donde ir sino un lugar del que no se puede salir.
La España vaciada, es la España vacía. No es el proyecto de algún colectivo determinado o determinante, sino el espíritu del tiempo. Es más atractivo vivir en la ciudad que en el campo (por estúpido que nos pueda parecer ese atractivo). Como lo ha mostrado el coranavirus, no estamos tan lejos de que la España profunda sea atractiva pero las metrópolis tienen un atractivo que de momento arrasa. Y la solución no es urnbanizar el campo, porque de siempre el atractivo del campo ha sido no ser la ciudad. Pero es que a la España profunda se opone también la España litoral, vaciada pero junto al mar, zonas no urbanas pero urbanizadas como segunda residencia. Porque también de estas zonas huyeron los jóvenes buscando la ciudad, pero fueron repobladas por las segundas residencias. Los hoteles rurales han devuelto a la España vaciada una cierta vida, lo que demuestra que algún atractivo tiene.
Quizás el problema de esa España vaciada ha sido la legislación urbanística, el urbanismo, que en un principio dejó el campo como terreno excedente, sobrante, no regulado excepto por la prohibición de usos urbanos. Aznar cambió aquel estado de cosas regulando el uso rural (no urbanizable) y dejando como excedente el suelo con expectativas de urbanización. No por potenciar lo no urbanizable sino para dar carta de libertad al urbanizable. Todavía fue peor porque los usos del no urbanizables se protegieron hasta tal punto que hicieron imposible una utilización que no fuera la ruralidad total. Arreglarse una vivienda rural se convirtió en un calvario e incluso los hoteles rurales tuvieron un parto doloroso. Cualquier instalación, deportiva, recreativa, alternativa, que no fueran las tradicionales de la caza, la recolección de frutos del bosque, el senderismo, el alpinismo, resultaba imposible y eso alejó a los emprendedores del campo. Incluso los huertos “urbanos” han tenido enormes dificultades. La defensa a ultranza del campo lo ha conducido a su abandono.
Y sin embargo no ha impedido que los bancos y las multinacionales se apoderen de grandes porciones de ese campo en vistas a su futuro uso urbano. Mientras lo urbano (y lo urbanizado) tenga el prestigio que tiene, la España vaciada persistirá languideciendo poco a poco. Cómo usar el campo sin urbanizarlo es la gran apuesta y para eso hacen falta emprendedores y legislaciones adecuadas. ¿Estamos preparados?
El desgarrado. Mayo 2020.