» 04-01-2022

La resaca del coranavirus 59. La ceremonia de la confusión.

La variante ómicron ha hecho saltar todos los registros que teníamos respecto al Covid. Es mucho más infecciosa, pero mucho más leve. Aunque las comparaciones son odiosas la gripe provoca más de 6.000 muertos al año en España y no parece que el ómicron vaya a sobrepasar esta cifra. La infectabilidad es mucho mayor que la de la gripe, solo comparable a la del sarampión, que detentaba el récord hasta ahora. Pero lo que realmente plantea es lo difícil que es combatir lo que no se conoce. Si la primera variedad conocida de la Covid hubiera sido la ómicron se hubiera llamado gripe. Para acabar de arreglarlo todo el mundo opina y siempre hay un iluminado que cura la infección con lejía, denuncia que la Covid no existe, que es un invento de Gates para implantarnos un chip espía (cómo si no estuviéramos suficientemente espiados) o cualquier otra ocurrencia. ¡No todos cantan en el escenario! La ciencia no se basa en opiniones sino en hechos (hipótesis contrastadas experimentalmente). Las hipótesis sin contraste son inútiles. ¿Dónde están las pruebas de lo que los iluminados afirman?: en ningún sitio. Es fácil criticar a los políticos (que no solo toman malas decisiones guiadas por motivos electoralistas, amén de utilizar a los científicos como escudos) pero es más difícil criticar a los científicos.

 

Pero no solo son los iluminados y los políticos los que emiten opiniones sobre lo que ocurre. Los periodistas hacen lo mismo y los científicos (porque están alineados con un partido, empujados por unos medios ávidos de noticias o por afán de protagonismo)… también. Todo el mundo tiene derecho a sus diez minutos de gloria y las redes están dispuestas a facilitarlos. La cuestión es que el ciberespacio de la información es cualquier cosa menos informativo. La confusión es generalizada y la tendencia es que en caso de duda el ciudadano se decanta por lo que más le conviene. Es evidente que las directrices sanitarias, logísticas, políticas, mediáticas, económicas, iluministas, etc. no pueden coincidir.  Pero eso no quita que la obligación de los políticos, los medios y los sanitarios sea conseguir la mejor información posible y la coordinación más eficaz. Cuando la presidenta Diaz opta por la vía económica, no debería hacerlo planteándolo como un sesgo de libertad frente a la opresión del gobierno central. Es una decisión político-sanitaria dentro de sus competencias. Y punto. Vivimos en un reino de taifas y no solo a nivel político sino a cualquier nivel. Y el virus se aprovecha.

 

La vacunación es voluntaria y la mascarilla (y otras medidas preventivas) obligatoria. ¿Por qué? Tan peligroso es una cosa como la otra para la salud pública. La tercera dosis, la vacunación infantil, la inmunidad de grupo, los equipos de expertos, el suministro de efectos sanitarios, Las multas a los infractores, etc. son motivo de discusión y sobre todo de controversia política y a eso contribuyen políticos, periodistas y científicos. Las explicaciones son farragosas y contradictorias. La atención primaria está colapsada por la falta de contrataciones. La previsión es nula. Se construyen hospital específicos sin personal que los atienda. El sistema de cómputo ha sido caótico desde el primer día, ha cambiado varias veces y descansa los fines de semana. Pero esto no es una denuncia política. Es una denuncia de gestión. Todos son culpables: los políticos centrales y los autonómicos o municipales, los periodistas, los científicos, los farmacéuticos, las empresas farmacéuticas, etc. ¿Debemos deducir que el sistema no funciona. Que una mierda de virus es capaz de poner en jaque a la civilización occidental? Es evidente que con más investigación (sabiendo como se sabía que había virus que saltaban de los animales a los humanos) esto se podría haber evitado. Y no es que no haya fondos: si los hay para la corrupción, el despilfarro, las corruptelas y los gintónic de los políticos, debería haber para la sanidad, la investigación de base, la logística (nuestra propia producción de efectos sanitarios, vacunas, formación de sanitarios), etc.

 

Mientras los investigadores se mueren de hambre (o emigran) los políticos y los virus se ponen las botas. ¿Será porque son lo mismo? Mientras nuestros trabajadores están en paro se compran los efectos sanitarios a China. Mientras los ciudadanos están al borde de la pobreza los poderes fácticos (petroleras, gasistas, eléctricas, bancos, financieras) se forran. ¿Es este el modelo de sociedad que queremos? Es el modelo que quieren PP, VOX y C’s, es el modelo en el que recae el PSOE una y otra vez llamándole sentido de Estado. Y cuando se consensua una ley que mejora las condiciones de vida de los trabajadores todos (unos por defecto y otros por exceso) anuncian que no la apoyarán. ¡País!

 

El desgarrado. Enero 2022.




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