» 27-05-2020

La resaca del coranavirus 9. El impulso de muerte y la inmortalidad.

En su primera tópica Freud opuso al el instinto erótico (de vida) el instinto de muerte. Probablemente lo hizo porque la metafísica le obligaba a oponer al impulso erótico un impulso contrario que si caracterizaba al primero como vida no le quedaba más remedio que caracterizar como impulso de muerte. La oposición Eros/Tanatos era perfecta… si querías ser metafísico. Después Freud se centró en otras tópicas en las que esta oposición desapareció pero lo que no desapareció fue el esquema metafísico de pares de oposiciones que se resuelven en uno de los dos términos. Pero la cuestión es que no le costó articular el impulso de muerte porque, por raro que parezca, está ahí. El masoquismo, el derrotismo, el valor insensato, o el noviazgo con la muerte lo corroboraban.

 

Las redes sociales y Youtube amplificaron de tal manera las hazañas que cualquiera con una cámara (un teléfono) se podía convertir en un héroe. Siempre nos preguntamos ¿por qué suben sus delitos a la red? Quizás deberíamos preguntarnos ¿porque arriesgan su vida? lo que tendría mucho más que ver con el impulso de muerte. No son idiotas, son insensatos. Arriesgan su vida para que todo el mundo lo sepa, para que todo el mundo sepa que no les importa morir, lo que en su reflexión, es la máxima prueba de valor. Es parecido a esa curiosa situación en la que un supermacho puede demostrarlo haciéndoselo con un hombre (que para un ser cualquiera, sería una prueba de homosexualidad).  Es esto lo que tendría que habernos explicado el sicoanálisis, pero no lo hizo.

 

El impulso de muerte tiene mucho que ver con la presunción de inmortalidad. Los animales jóvenes (ser humano incluido), no tienen experiencia de la muerte. Tienen el instinto de conservación pero visto fríamente ese instinto no tiene que ver con la muerte. Sino con la conservación de la vida (luchar o huir) que no es lo mismo. La conciencia de la muerte se adquiere con el tiempo, con la experiencia. Podemos colegir que mientras no se adquiere la experiencia de la muerte los animales jóvenes se creen inmortales. También deberíamos decir que ciertas exhibiciones tienen que ver con las conquistas sexuales. Todos los animales machos cortejan a las hembras. La hazañas son importantes: valor, fuerza, enormes cornamentas, o colas de impresionantes plumas. Afortunadamente las luchas son rituales (la naturaleza es lista) pero esos los ardorosos jóvenes humanos no lo saben y se lanzan a la lucha como si esta fuera de verdad. Se trata de demostrar que tus genes son de primera y eso está anudado a la fuerza, al valor, a los atributos (¡ay los atributos!), y sin desviarse demasiado, a un arrojo que linda con la estupidez: el desprecio de la vida, el noviazgo con la muerte. Los jóvenes humanos, desasistidos de un férreo instinto resultan mucho más estúpidos que sus homólogos animales.

 

La paradoja es que el instinto de vida (la procreación) esté anudado al instinto de muerte (la competición y las hazañas que pueden resultar mortales). Eso es lo que exige la metafísica (los pares de oposiciones contradictorias) y así lo escenificamos. Visto así el instinto o pulsión de muerte se compone de la inexperiencia de la muerte (y por tanto de la juventud), de la competición sexual (y por tanto de la madurez sexual) y de la metafísica (y por tanto de necesidad de los pares de oposiciones). Si a eso añadimos el relato: la épica (las hazañas como lo primero) y la poesía (la preponderancia del amor y por tanto del sexo) el complejo se convierte en formidable. Ya estamos listos para entender la actitud de los jóvenes ante el coranavirus.

 

¿Cómo convencer a un joven que puede matar, si obvia su propia realidad de ser mortal? ¿Cómo convencer de la posibilidad de la muerte a quien es inmortal (así lo cree)? Evidentemente con cultura y conocimiento. Alguien tendría que haber informado a los jóvenes de que la estrategia del avestruz no funciona, de que la responsabilidad no pasa por la autoconciencia sino por el respeto, por el altruísmo, por la lealtad a la especie. Alguien les habría tenido que explicar que si somos especie es por que el concepto individuo debe supeditarse al primero. Es justamente lo contrario de lo que hemos hecho con los jóvenes en los últimos 50 años a los que hemos imbuido de un espíritu de individualidad netamente anglosajón.

 

Porque estos males vienen del espíritu anglosajón USA. La competencia a ultranza pasa por el individualismo y esa es la esencia del espíritu USA: tu compañero es tu enemigo, tu competidor y en definitiva quien te puede quitar el puesto, tú puesto: El espíritu liberal da por sentado que lo que es bueno para el individuo es bueno para la especie. El ultraliberalismo corrigió esa sencilla formulación añadiendo que todo lo que puedas chupar del Estado no debes dejarlo pasar. Con ello se desmoronaba el mito de la privatización del Estado para alcanzar (como nos explica Foucault) el pragmatismo total de aprovecharse de todo lo que puedas. Para qué recordar que el pragmatismo a ultranza es característica del fascismo. Todos los mimbres están sobre la mesa ahora falta sacar las conclusiones.

 

Veo imágenes de la playa de la Concha. Nadie cumple con las medidas, que hasta ahora, nos han librado de la catástrofe… total. Veo imágenes de botellones, de terrazas, de plazas. Todos son individuos, todos son jóvenes y los que no lo son actúan por mimetismo. La cuestión es ¿quién es el responsable?

 

El desgarrado. mayo 2020




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