» 16-08-2022

La teoría del todo 2. Analítica y sintética.

El panteismo no separa al mundo del sujeto. Semejante elección convierte la analítica (conocer simplificando o dividiendo) en sintética (el todo es más que la suma de las partes) y, de pasada, estableciendo esos dos métodos para la historia. La posibilidad (o no) de que la mente humana sea capaz de entender el mundo da lugar al dogmatismo (el pensamiento es el absoluto) y al criticismo (el pensamiento y el absoluto son irreconciliables). Otra de las grandes disidencias es el método para la obtención de universales (absolutos) que en la metafísica es la abstracción, para la moderna cibernética es la base de datos, y para cada escuela filosófica una opción original (instinto, intuición, inducción, revelación divina, experiencia/experimentación, consenso, etc.). En definitiva existen miles de maneras de aproximarse al mundo. ¿Es posible pensar que una de ellas es la verdad absoluta? Es evidente que no pero el proceso de refino, de aproximación a una imagen fidedigna de la realidad se va afilando con cada vuelta de tuerca. La verdad absoluta no existe pero (como el concepto de límite en matemáticas) nos podemos aproximar a ella hasta que casi parezca que la hemos alcanzado. No otra cosa hace la tecnología que se aproxima a la realidad tanto que nos hace olvidar que la realidad no ha sido alcanzada y que el margen de error, aunque pequeño, existe.

 

Es posible que haya una verdad (absoluta) ahí fuera, pero está fuera de nuestro alcance. Ya lo dijo Kant (la esencia en sí de las cosas no es alcanzable por el intelecto). Hegel se opuso (si no es alcanzable no existe… para el intelecto). Newton -jugando con la inducción- no fue capaz de dar una explicación del por qué de la gravitación. Otra cosa es que fuera capaz de cuantificarla. Tapó su incapacidad con aquello de “Hipotesy non fingo”: no aventuro hipótesis. Y con ello dio el gran cambiazo de lo cuantitativo por lo cualitativo. La inducción (deducir lo general de lo particular) -sin valor lógico alguno- se estableció como método científico. Lo importante era cuantificar y no cualificar. Hoy todavía no sabemos si la gravitación es una deformación del espacio-tiempo o es la atracción producida por un corpúsculo (o quizás una onda) llamado gravitón (y que no ha sido detectado). ¡Astuto el viejito!

 

El fracaso de la analítica (dividir para entender, descomponer lo estudiado en partes, a poder ser, elementales) es evidente. Desde que aquel átomo primigenio, compuesto de neutrones, protones y electrones hiciera su aparición más de cincuenta nuevas partículas (u ondas) han aparecido en el panorama de la física. La verdad absoluta se ha descompuesto en verdades fraccionarias. La función de onda que define a las partículas elementales es probabilista, es decir es una verdad fraccionaria. El espacio y el tiempo son lo mismo visto desde dos puntos de vista (son variables dependientes) y con ello la velocidad de la luz es una constante (no depende del movimiento del emisor o el receptor). Las partículas son corpúsculos y ondas a la vez (o sucesivamente). Nos aproximamos a la realidad, a la vez que nos alejamos (cada vez es menos comprensible).

 

Pero no le va mejor a la sintética (holística) que trata de entender el mundo en sus globalidades (aunque sean locales). La teoría de sistemas, el estructuralismo, la cibernética, y antes de ellas la teoría de la evolución, la termodinámica, la sicología evolutiva, el sicoanálisis, son disciplinas que se centran en las manifestaciones (las apariencias) tratando de inducir las causas. En el fondo hacen el camino opuesto a la analítica (de lo general a lo particular) de lo particular a lo general. La eterna diatriba entre deducción e inducción. Separamos el mundo en partes para tratar de entenderlo pero en el método llevamos el error. La partición de lo sensible (Ranciére) determina el resultado de la investigación. La demoscopia lo sabe bien y se aprovecha de ello. El “universo”, el grupo en el que se realiza la muestra, determina el resultado. Solo hace falta saber dividir lo sensible (el mundo) para que el resultado sea el esperado.

 

La teoría del todo es imposible no solo porque no hay ninguna razón para suponer que nuestro cerebro es capaz de ello, sino porque el mundo (sus pretendidas leyes) y nuestra mente no son isomorfos, superponibles, equivalentes. Pero el proceso de refino, de aproximación, de acorralamiento, es inexorable. Llegará un día (o ha llegado ya) que la diferencia entre los postulado por la mente y la realidad será un infinitésimo. Pero eso no es entender el mundo, sino como hizo Newton, cuantificarlo. Es la diferencia entre la teoría y la práctica, entre la física teórica y la física experimental, que se pueden aproximar tanto como se quiera pero que nunca se fusionarán.

 

El día que cualifiquemos el mundo, entendamos el por qué de todo, establezcamos las leyes definitivas de la naturaleza, la evolución (intelectual) habrá acabado. ¿Y que evolución nos quedará entonces? La moral, la cuidadosa, la ecológica, la colectiva. ¿Nos convertiremos en un organismo pluriindividual como nosotros mismos somos organismos pluricelulares? Lo que está claro es que será un mundo femenino (sintético, cuidadoso, emocional). En cualquier caso la aventura del saber científico habrá acabado y solo quedará (en el caso de que la ciencia no lo haya resuelto) el objetivo de una metasociedad justa, respetuoso, cuidadora, ecológica, igual, en definitiva: una utopía. Y como no me lo creo, pienso que nunca acabaremos con la evolución científica (Murphy: si algo puede salir mal, saldrá mal). Esta humanidad nuestra solo puede acabar en desastre, el desastre que hemos procurado y perseguido. Amén.

 

El desgarrado. Agosto 2022.

 

 

 

 




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