» 07-11-2019

La verdad hoy 1. Introducción. La verdad jurídica.

Inicio un nuevo campo de reflexión, esta vez sobre la verdad. La verdad suena a rancio. La posmodernidad arremetió contra ella desautorizándola como elemento definitorio de la racionalidad. Era necesario pero también era arriesgado cuando hay mucho colectivo que se siente realmente cómodo en  la postverdad o en la no-verdad. Como tantas veces ocurre lo que es la marcha de los tiempos es convertido por los oportunistas en la justificación de sus desmanes. Empezamos esta reflexión con una realidad demoledora pero real: los políticos y su retorcimiento de la verdad. Es cierto que entre todos la mataron y ella sola se murió, pero lo que han hecho los políticos con la verdad es simplemente repugnante. La han puesto al servicio de sus turbios manejos electoralistas, poltronistas, corruptos y prevaricadores. Aquí empezamos el análisis sobre la verdad con la verdad jurídica como verdad política, que continuará con análisis sobre el paradigma metafísico, los medios y la verdad, la mentira como arma política, El uso de la verdad como cortafuegos, la verdad independentista, etc.

 

Uno de los mantras del problema catalán es que se ha tratado de resolver jurídicamente lo que solo se podía resolver políticamente. Pero eso no es una estrategia. El recurso a la verdad jurídica es algo que se había filtrado en el inconsciente colectivo desde el momento en que los políticos habían degradado la verdad hasta el punto de que solo se podía buscar ésta en otro plano que en el político. ¿Y qué mejor campo que el jurídico? El derecho positivo es una verdad impresa, tallada en piedra. Es verdad que la interpretación de la ley y el déficit democrático que conculca la separación de poderes además de las deficiencias propias de una Constitución hecha en un transición difícil, dificultan ese marchamo de verdad, pero por lo menos nos ofrece la fijeza. La ley es una verdad que por lo menos está fijada en escritura.

 

Porque lo que los políticos habían hecho con  la verdad política era vergonzoso. a) El electoralismo (no se pueden cambiar las cosas sino se ganan previamente las elecciones y no se ganan si no se ponen todos los medios… todos), lo que trajo consecuencias como: el despilfarro como medio de conseguir votos, el dopaje de las elecciones con dinero ilegal y negro, el uso de los recursos de la ley y del cargo para torcer las elecciones, como confundir el partido y el gobierno, la utilización de las leyes como método de blindaje partidista, la manipulación del sistema electoral (listas cerradas y bloqueadas, circunscripciones desiguales, voto rogado, sistema proporcional, mínimos parlamentarios, etc. b) el poltronismo (la política es una profesión en la que la defensa del puesto de trabajo es lo primero, la lucha a muerte interna es prioritaria, las puertas giratorias son una forma de compatibilidad delictiva y hacer amigos es velar por el futuro), con sus secuelas de prebendas sin cuento y complementos salariales vergonzosos. c) La corrupción manifestada no solo en las manzanas podridas sino en la omertá y la ley del silencio en torno a los corruptos que convierten a los políticos en bandas mafiosas encubridoras de la delincuencia.

 

La verdad política había desaparecido, la confianza de los ciudadanos era nula (un 15% según datos de la CE. El CSIS renunció a avergonzarse con los datos cuando llegó al 50%) y ante semejante panorama solo cabía una opción: buscar la verdad en otro foro que resultó ser el foro jurídico con sus garantías de escritura (las leyes) y de justicia (los jueces). Y así se instrumentó la juridificación de la política. Pero había más: los asesores políticos son cargos escogidos a dedo (al margen del sistema electoral) que sube actualmente hasta 2.000 cargos al margen de la verdad política. La dificultad de enzarzarse en una guerra de promesas electorales imposibles de cumplir, condujo a que el debate político se basara en la descalificación en vez de en la recalificación. Y empezó la política del ¡Y tú más!, de la utilización sesgada de los datos (VOX en el último debate no dijo ni una sola verdad) y finalmente apareció la teoría de la posverdad (mil maneras de decir mentiras justificadas políticamente). La mentira científica al servicio de la política, con sus secuelas de descalificación de los medios de comunicación, cuando no la mediatización de éstos puestos en nómina de los partidos. La utilización artera de las redes de comunicación social (que no han tenido reparos en vender sus datos), de las granjas de boots, de Cambridge Analityca y del ucraniangate. Todo eso ha acabado con la verdad política.

 

No es casual que la política se haya juridificado en busca de una verdad que ya no existe en su seno. Big data podría haber sido una opción en la que encontrar la verdad (una verdad científica) pero el capital ha llegado antes y se ha apoderado de los resortes de esa nueva posibilidad convirtiéndola en su feudo. Ni siquiera los datos periodísticos son fiables. Los políticos retuercen los datos estadísticos utilizando la media cuando deberían usar la mediana, sesgando las encuestas, despreciando el rigor en favor de los resultados convenientes, manipulando el momento de la publicitación. Hasta la Constitución se puede leer interesadamente como nos mostró Iglesias. Semejante escabechina de la verdad ha conducido a lo jurídico no porque sea más verdad sino porque, como los blockchain (¿Quién hubiera pensado hace unos años en la posibilidad de una moneda como el bitcoin basada en una verdad al margen de la autoridad?), son garantía de integridad, imposibilidad de manipulación de la letra impresa, del registro. Pero ni así la verdad puede relucir. Los ciudadanos no hemos hecho expertos en derecho, tanto en la violencia de género como en el derecho territorial y nos sentimos autorizados a contravenir las sentencias y los textos legales. Si la verdad política murió a manos de los partidos la verdad jurídica está a punto de morir a manos de los ciudadanos airados, que ya no se fían de nada ni de nadie. ¡De aquellos polvos vienen estos lodos! País.

 

El desgarrado. Noviembre 2019.




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