» 13-01-2020

La verdad hoy 11. La verdad estética.

Ya otras veces os he hablado del libro de Perniola “La estética contemporánea” inmensa (por la calidad) recopilación de toda la estética del siglo pasado. Voy ahora a entresacar de él lo que recoge sobre la verdad. El punto de partida es Kant quien negó a la estética cualquier posibilidad de verdad, de cognoscibilidad. Su división de lo sensible y lo inteligible dejó al arte del lado de lo sensible. Pero no todos sus seguidores (en el tiempo) pensaron como él. Perniola analiza a diversos autores y como, éstos encontraron la verdad en el arte. Divide la estética contemporánea en cinco campos: vida, forma, conocimiento, acción y sentimiento. Además considera que a mediados de siglo se produjo un giro escéptico en el campo del conocimiento, que modificó sustancialmente las posiciones ante el conocimiento. Ahí vamos.

 

Frente a la tesis de Kant Baumgarten considera la estética como la parte de la filosofía que se ocupa del conocimiento sensible (frente a la lógica que se ocupa del conocimiento inteligible). Para Schleiermacher consideró que la estética formaba parte de la función cognitiva desarrollada en el conocimiento de lo particular. Hegel situó al arte junto a la religión y la filosofía como un instante del espíritu absoluto (una de las más altas manifestaciones históricas de la verdad). El extraordinario éxito de las ciencias físicas y naturales generó en muchos filósofos un movimiento de reacción (¿Era la ciencia la única detentadora del saber?). Las nuevas ciencias (semiótica, antropología, sicología) privaban a la filosofía de amplios campos, a lo que reaccionaron negándoles la legitimidad de su saber. Entonces se construyen nuevas corrientes filosóficas (neohegelianismo, fenomenología y hermenéutica) que tratan a la estética de forma variada. Dura (otorgándole un papel de gran relieve), en el caso de las citadas y blanda (aproximándola a las ciencias físico-naturales), en el caso del conocimiento simbólico de Cassirer.

 

Más que la pretensión de atribuir al arte un cierto valor de verdad la cuestión que se suscita es ¿de que tipo de conocimiento es portadora la experiencia estética? Pero es una cuestión que no afecta a los artistas y poetas sino a los filósofos que reivindican el carácter esencialmente teórico del arte, así como tratan de reconquistar el territorio perdido ante la ciencia. Por este camino la filosofía acabará encontrando en el arte a sí misma, cayendo en la autorreferencialidad (el auténtico conocimiento es el autoconocimiento). De ello resulta que la verdad de las artes no reside en ellas mismas sino en la filosofía. El pensamiento filosófico se convierte en portador de una verdad a la que el arte no llega por sí solo. Distingue varios tipos de conocimiento.

 

  1. Conocimiento intuitivo: neoidealismo, neohegelianismo: Benedetto Croce identifica la intuición (facultad cognitiva) con la expresión (principio activo). La intuición es sinónimo de arte pasando de contemplativa a activa y la expresión (también sinónimo de arte) dejará de ser manifestación de algo interior independiente de la apariencia externa. No existe otro conocimiento que el que encarnan arte y filosofía. Lo real (y lo imaginado) depende de la memoria y de la intuición y en ningún caso de un saber conceptual. La estética (única forma del espíritu independiente de las demás) monopoliza todo el saber no conceptual. Independiza el arte de la filosofía y de la lógica. Excusa totalmente la búsqueda de lo útil de cualquier referencia a lo moral. La totalidad de los grandes conceptos de la filosofía nacen de la estética y la economía, ciencias mundanas sin las que no se podría llegar a la lógica dialéctica (lo universal concreto). Identifica genio y gusto, actividad productora (artista) y reproductora (espectador) pues participan de una misma intuición lírica).

 

  1. Conocimiento intencional (fenomenológico): Husserl piensa que la intuición estética es una experiencia cognitiva que prescinde totalmente de la distintción entre lo verdadero y lo falso. Tal experiencia constituye la característica esencial del conocimiento filosófico, radicalmente distinto del saber de las ciencias naturales y la sicología. La filosofía se constituye como una ciencia rigurosa a través de la epoché fenomenológica (que prescinde de las cosas del mundo). Es posible captar la esencia de las  cosas mediante una intuición eideática que pone entre momentáneo paréntesis (epoché) su existencia, excluyendo de la experiencia cualquier aspecto sicológico. La característica del conocimiento filosófico es su intencionalidad (capacidad de referirse a un objeto diferente que el sujeto que conoce. Esta epoché se asemeja al desinterés kantiano del juicio estético y a la contemplación estética de Schopenhauer, lo que acerca la fenomenología (filósofo) a la intuición estética (artista), la aleja de lo real haciendo de lo real del mundo algo indiferente. La existencia queda nublada por la evidencia (manifestación a la conciencia del objeto en su esencia). Ingarden y Hartmann abundan en estos conceptos.

 

  1. Conocimiento hermeneútico: Gadamer realiza la más radical identificación entre arte y conocimiento. La noción kantiana de verdad resulta ser demasiado limitada al reducir lo cognitivo al uso teórico y práctico de la razón, ignorando el carácter cognitivo de la cultura humanística, es decir, relegando al ámbito de la subjetividad y el sentimiento, del genio y la conciencia estética, la experiencia del arte y el ejercicio del gusto crítico.  Gadamer reconduce el arte bajo el dominio de la especulación (Croce la había preservado la autonomía del arte frente al concepto). Gadamer decapita tanto la la estética de la vida (la estética del sujeto) como la estética de la forma (la metáfora orgánica). Introdude la noción de juego (entidad impersonla que impone sus propias reglas a los participantes) como la primera caracterización ontológica de la obra de arte. Las artes performativas (teatro, música) constituyen el modelo para cualquier arte (incluso el figurativo, la literatura  y la arquitectura), rehabilitando las nociones de transmisión histórica, de autoridad y prejuicio. Reduce la experiencia artística a un caso particular de interpretación de textos, es decir, hermeneútica (la actividad cognoscitiva por excelencia). El mismo hacer arte es un interpretar, un situarse respecto a algo dado, un reproducirlo y representarlo. La dimensión teórica pertenece al arte, mantiene por ello una relación intrínseca con la verdad.
  1. Conocimiento simbólico: Cassirer no pretende romper con las ciencias sino reafirmar la legitimidad de la aproximación filosófica al arte, al lenguaje, al mito y a la religión. No encuentra contradicción entre atribuir un valor teórico al arte y un valor cognitivo a la ciencia. Rechaza el vitalismo -situar el concepto de vida en el centro de todos los problemas- (Bergson). El arte y la ciencia tanto como el lenguaje, el mito y la religión, comparten una idea común: la forma simbólica, convergen en la persecución de un único fin: la transformación de un mundo de meras impresiones pasivas en un unverso de puras manifestaciones espirituales. El conocimiento no es el puro reflejo de una realidad externa, sino la incesante edificación de construcciones simbólicas. Arte y ciencia coinciden en una misma función cognitiva. Pero no es una operación de adición de un significado simbólico sobre un dato perceptivo sino que los fenómenos se encuentran ya en un horizonte simbólico. Entre las actividades simbólicas el arte la artística es la que se encamina a la máxima simbolización. Mientras el símbolo científico abrevia y empobrece la realidad, el arte comporta un proceso de identificaión y concreción de la realidad otorgando el título de genio solo a los artistas.

 

  1. Conocimiento crítico, el giro escéptico: Al giro político de la estética de la vida y al giro mediático de la estética de la forma corresponde en la segunda mitad del SXX el giro escéptico de la estética cognitiva que afectará a las cuatro tendencias citadas: a) neohegelianismo, b) fenomenología, c) hermenéutica y d) filosofía de la forma simbólica.  Pero continuaremos otro día.

 

El desgarrado. Enero 2020.




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