» 11-11-2019

La verdad hoy 4. La verdad estadística.

La posmodernidad nos ha traído la verdad fraccionaria que tan bien conjuga con la verdad probabilística (teórica) y estadistica (experimental) una vez que aceptamos la ergodicidad (la experimentación en el espacio y en el tiempo son equivalentes: lo mismo da un experimento con cien sujetos que cien experimentos con un sujeto). La probabilidad nació como expresión del posibilismo, es decir: çómo afrontar decisiones difíciles, sobre todo en los juegos de azar. Con la teoría de juegos la cosa se amplió hasta los campos de batalla y las estrategias comerciales y se adentró en la economía. Pero la batalla por la verdad estadística ya se había librado con la ley de los grandes números y la teoría cuántica.

 

La ley de los grandes números reflexionaba de la siguiente manera: si la verdad absoluta es generalmente inalcanzable (por defectos en la lógica -como la inducción-, en el concepto, en los métodos numéricos…) cualquier método no absoluto pero capaz de alcanzar una exactitud suficientemente aproximada es tan bueno como esa inalcanzable verdad absoluta. Y ese procedimiento aproximado era la estadística. Podemos acotar el error tanto como queramos hasta el punto que sea despreciable. En ese punto -pragmáticamente- la aproximación es perfecta. Es el procedimiento de Montecarlo. A partir de esta reflexión la estadística podía competir con la matemática (entendida como ciencia exacta). En pocas palabras la exactitud puede ser equivalente a la aproximación si el campo al que se aplica es susceptible de considerar ciertos errores como despreciables. Si además -como se ha comprobado- la exactitud es más una aspiración que una realidad- entonces estamos comparando dos métodos aproximados.

 

La física cuántica nos mostró que el principio de no contradicción aristotélico era un principio macrofísico. Ni el principio de superposición, ni el entrelazamiento cuántico lo cumplían, es decir la individualidad era una quimera: los entes cuánticos son uno y varios a la vez y así se manifiestan. En física cuántica 1+1=1. Si en el mundo clásico conocíamos una partícula por su trayectoria (su posición y su impulso) y las ondas por su campo y su vibración, en el mundo cuántico  conocíamos las onda-partículas por su función de onda. Esta función de onda venía definida por números aleatorios imaginarios (con lo que eso supone de contradicción pues la probabilidad siempre son números fraccionarios positivos, es decir podíamos tener la probabilidad de donde se manifestaría un partícula-onda pero de ningún modo donde estaba concisamente.  Como tantas veces se ha repetido esto no fue aceptado por Einstein que dijo aquello de que Dios no juega a los dados. La probabilidad no solo podía competir en la ciencia con la matemática exacta sino, que era parte integrante de la materia.

 

La estadística, como la ciencia, trata de prever el futuro. ¿De que sirve una ciencia si no es capaz de adivinar el futuro? Y esa es la aplicación más generalizada que le conocemos: ¿Quién va a ganar las elecciones? Para los políticos y los empresarios esta pregunta es de vital importancia: para asegurar su poltrona los unos y para asegurar se fortuna los otros. En este caso la función de la estadística (prospectiva) es, a partir de una pequeña muestra deducir cuales son las características de la población (su verdad). La estadística sociológica es fácilmente manipulable por cuanto la elección de la muestra debe ser exquisita para que el resultado sea correcto, así como los métodos de comparación. Aún así siempre hay imponderables que no salen en el trabajo de campo (la recogida de datos) y que pueden influir en el resultado: es la “cocina” que tiene más de arte que de ciencia. En la macroencuesta que el CIS (Tezanos) hizo para el gobierno no se tuvo en cuenta ni la exhumación de Franco ni las algaradas de Barcelona. No se cocinó con estas perspectivas y la encuesta no dio ni una. Las encuestas a pie de urna  recogieron esos datos(puesto que recogía el voto realmente realizado) y cocinaron correctamente (menos la de “la razón” que barrió para casa) con lo que clavaron el resultado. Los políticos (y las empresas encuestadoras) manipulan las encuestas. ¿Por qué lo hacen?

 

En el caso de las empresas es evidente: una encuesta favorable pone al ci¡ente contento, paga mejor y repite. En el caso de los políticos la cosa es más sutil: como en el futbol, todos prefieren ganar que perder y así como en aquel se escoge un equipo ganador en esta se tiene tendencia (sobre todo en caso de duda) a votar al ganador. Por lo tanto las encuestas influyen en el voto. Por eso no se publican poco antes de las elecciones. Los políticos manipulan la intención de voto con las encuestas “cocinadas” arteramente. Pero no solo se manipula “la realidad” mediante la elección de la muestra, la cocina y la manipulación artera. También la elección de temas es susceptible de ser manipulada. Tradicionalmente el CIS preguntaba por la aceptación de los políticos por los ciudadanos. Cuando el rechazo alcanzó el 50%, dejó de hacerse la pregunta. No era conveniente que los ciudadanos supieran que su rechazo por los políticos alcanzaba el 80% (datos de Europol).

 

En la “cocina” cabe todo, desde la utilización de la herramienta “adecuada” hasta la mala fe, como por ejemplo utilizar la media aritmética en vez de la mediana (el valor más repetido) para informarnos del sueldo de los ciudadanos. Este método (compensar el sueldo de los ricos con el de los pobres) oculta totalmente la desigualdad mientras que la mediana lo desvela (nos muestra cual es el sueldo más habitual). Con el paro se procede de la misma manera: se excluye de la muestra los que -en su desesperación- ya no buscan empleo; se nos habla de contratación (contratos efectuados o altas a la seguridad social) en vez de horas trabajadas con lo que los contratos de horas, días, semanas engordan las cifras; los nuevos parados son los que se apuntan al INE y no los realmente desempleados. Emparejando adecuadamente a todos los hombres con todas las mujeres (desechando las colas desparejadas) se puede obtener que todas las mujeres son más altas que los hombres… excepto las colas. Una encuesta telefónica es una encuesta de ciudadanos que disponen de una línea fija de teléfono lo que ya forma un clase de ciudadanos específicos. En resumen por todo ello la estadística se mereció históricamente el nombre de “mentira científica”.

 

El desgarrado. Noviembre 2019.




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