» 20-11-2019 |
El periodismo es el cuarto poder (tras los poderes del Estado: el ejecutivo, el legislativo y el judicial). Hay quien dice que en vez de la cámara alta (el Congreso) y la cámara baja (el Senado), las cámaras que hacen falta son el Congreso y la de la TV. El poder de la prensa es enorme. Todos sabemos que grandes casos de corrupción ha sido desvelados por el periodismo de investigación, pero también sabemos que existen periodistas en nómina de los partidos políticos y los poderes fácticos. En la era de las facnews y de la posverdad el periodismo es imprescindible para que no nos cuelen bulos, ahora que existe un periodismo paralelo (y para lelos) en las redes sociales. Desde “Ciudadano Kane” sabemos que los magnates del periodismo son los magnates del mundo: Murdoch, Berlusconi, Turner, Cebrián, Ramírez, Lara. En el periodismo se cruzan las luces de la verdad y las sombras del poder.
Dicen que es irrelevante que hablen bien o mal de ti en los medios. Lo importante es que hablen. La verdad no queda muy bien parada con este aserto. Como diría Mcluhan “el medio es el mensaje”. Los políticos saben que la TV tiene presunción de veracidad. Una mentira dicha en TV (sobre todo si se repite) es equivalente a una verdad. Los políticos adoran la TV. No pierden ocasión de ponerse delante. Por otra parte los propios políticos tienen también presunción de veracidad. Si se mezclan las dos presunciones llegamos a la conclusión que un político hablando por la TV es la verdad al cuadrado. Fue Reagan el que dijo “Lean mis labios: no subiré los impuestos”. Kennedy le ganó el debate televisivo (el primero) a Nixon, dicen que por una cuestión de exudación. En fin la verdad tiene muchos matices en TV, pero el espectador tiene tendencia a creerse todo lo que le dicen. Quizás es algo que comparte con otras pantallas.
Las redes sociales han inventado el periodismo improvisado. Cualquiera puede emitir noticias y por tanto cualquiera puede mentir, porque los improvisados no tienen porque tener fuentes. La inmediatez de la noticia exige que el primero que llega, sea quien sea, oficie de periodista. Vemos cantidad de noticias recogidas por reporteros improvisados que por impericia o por mala fe pueden ser sesgadas. Los twuit ya son otra cosa: son sesgados siempre. Pero hay más cosas que corren por Internet: vídeo en Yoputube, memes, mails, webs, fotos en Instagram, etc. Resulta imposible sacar de mentira… verdad. En esta situación, el periodismo ético, con sus fuentes contrastadas y su código moral, se convierte en imprescindible. Tenemos que tener alguna seguridad de que no todo lo que aparece en la red es falso y eso solo se logra recurriendo a fuentes contrastadas por su veracidad y seriedad. Lo que hay detrás de una noticia fiable es el prestigio del periodista.
Pero eso se enturbia por el gremialismo de los periodistas en cuyo código está el no hablar mal de sus compañeros (y rendirles impresionantes homenajes cuando mueren. Homenajes de Estado). Recuerdo el vergonzoso episodio de Urdaci difamando a comisiones obreras y rectificando, posteriormente por imposición judicial, enmascarando la disculpa llamando al disculpado: Ce-Ce-O-O. Nadie del gremio lo denunció. Cuando Ramírez fue protagonista de un vídeo con una prostituta, vestido de mujer, ningún periodista quiso difundirlo, cuando era indudablemente noticia. Otro tanto pasó con Cebrián cuando se difundió la noticia de que un conocido turbio personaje de las finanzas compartía con el títulos accionariales dudosos. Como en la canción: “Llegó el comandante y mandó a callar”. En fin, se puede hablar mucho de la independencia de los periodistas pero en el escalón más bajo todos los periodistas están a las órdenes de alguien.
Un soplo de aire fresco ha sido la llegada de las plataformas digitales (por Internet) de noticias, cuya independencia de la gran financiación les permite emitir noticias a un coste relativamente bajo, desligándose de los magnates financieros del periodismo. La sexta se ha convertido en el referente del periodismo político. Una emisora de derechas con un equipo de redacción de izquierdas (o cuando menos independiente). Claro que los periodistas de la derechona están omnipresentes: Clavé, Inda, Marhuenda, pero equitativamente balanceados por Marañas, Escolar, Maestre que dejan la decisión (como dice Pastor) en manos de los espectadores, y secundados por innumerables asesores polítólogos, jueces, constitucionalistas (en el sentido de expertos, no en el de integristas), etc.. Falta Ekaizer, pero de momento es de TV3.
Un periódico tiene una función social: emitir noticias veraces y para ello tiene que vender periódicos. Vender no es su fin, es su medio, pero si no vende, desaparece y desaparece también su fin. Por ello todos los periódicos tienen un ojo en las noticias y otro en las ventas (el share para las noticias por TV). Así las cosas las empresas tienen que emitir las noticias que venden. Por cuestiones evolutivas las noticias negativas son mucho más atractivas que las positivas (nos interesa lo que nos salva la vida antes que lo que nos congratula). Además las noticias morbosas excitan nuestra curiosidad (asesinatos, noticias sexuales, extravagancias, etc.). El papel couché también vende (sociedad, reinas, actores, parejas…). Los deportes son también de gran interés. Por último la política tiene sus seguidores. Estas son las secciones (junto a la cultura, siempre que incluya cine y TV) que componen un periódico. Depende del director si hace una composición coherente o se tira por lo que más vende. Es, como si dijéramos viajar de Telecinco a la dos.
Tanto es así que las noticias deportivas se tiñen de morbo, delincuencia y negatividad a fin de obtener el cóctel perfecto. Las noticias de economía nos hablan de lo que se desploma, va a la cárcel, desaparece o está en la UBI, desahucios, cierres de empresas, etc.. La actualidad está llena de violaciones, estafas, agresiones, violencia, etc. y en este maremagno se discute si la cultura o el humor pueden acoger la violencia extrema, evidentemente como parodia cultural o jocosa… y se les aplica los delitos de odio. Los noticiarios se deberían llamar tele-caso (por aquel periódico dedicado en exclusiva a las noticias del delito). Hasta los documentales de las dos se ensañan con el sexo y la violencia… de los animalitos. ¿Es esa la verdad de la vida? Evidentemente no. Es lo que vende porque nuestra naturaleza se desliza hacia lo negativo y lo morboso. Somos así. ¿Pero y ellos, también tienen que ser así? Hay algo que se llama educación y que consiste en darte lo que te conviene y no lo que te gusta. Quizás han oído hablar.
El desgarrado. Noviembre 2019.