» 02-12-2019

La verdad hoy 7. La posverdad.

La posverdad está hoy asociada a las mentiras que dicen los políticos y los empresarios (y el clero) para defender su sistema de dominación. Para ser ecuánimes, cualquiera de las mentiras que dice un grupo dominador (incluidos los hombres sobre el género). Los filósofos son más generosos. Analizan la posverdad como una manifestación de la cognitividad contemporánea. Leo “Posverdad y otros enigmas”, Maurizio Ferrarys, Alianza, 2019 (2017). Es un libro curioso porque habla poco de la posverdad. La cita, pero habla poco de ella. La primera parte nos explica que la posverdad es heredera de la posmodernidad. La segunda se centra en la documedialidad (el registro de documentos y su circulación) como medio de socialidad, y de como la Web hace lo inverso. La tercera expone su tesis de la verdad (tecnológica) como tercio incluso entre la verdad ontológica (hiperverdad) y la verdad epistemológica (la hipoverdad). Su tesis es que la posverdad es la verdad de nuestro tiempo, y no una mistificación. Sin embargo todo lo que lo apoya, no lo hace. Y con eso no quiero decir que no sea interesante el libro. Sus tesis sobre la verdad son impresionantes (volveremos sobre ellas). Lo que digo es que el título está fallido.

 

En una nota del editor (Ferraris, 2019, 153) el traductor nos ilustra sobre lo que es la posverdad en diversas fuentes. Entresaco algunas ideas: “… objective facts are less influential in shaping public opinion  than appeals to emotion and personal belief” (Oxford dictionary). “…poderoso llamamiento a la emotividad que, conforme a creencias difundidas en vez de hechos verificados, tiende a ser aceptada como detentadora de la verdad influyendo así en la opinión pública” (Voccabolario Treccanni). “Distorsion deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública” (RAE). Prescindiendo de la “distorsión deliberada” del radicalismo español lo común es la emoción, la pérdida de objetividad y la influencia declarada en la opinión pública. Ni una palabra de los políticos. ¡qué elegancia!

 

“… si observamos aunque sea el debate en torno de la posverdad que he propuesto hasta ahora, no parece que haya sino dos soluciones. La primera sería abrazar la posverdad como la condición de nuestra época: lo que hay está inextricablemente conectado con lo que sabemos; pretender describir un mundo independiente de nuestros esquemas conceptuales es una ilusión, luego atengámono a la posverdad… La segunda solución, en cambio, consiste en decir que la posverdad es el resultado de los errores de los posmodernos pero que no tiene que ver con la filosofía…” (Ferraris, 2019, 112) “La posverdad no es una habladuría mediática sino, más bien, el síntoma de los aspectos fundamentales de nuestra época” (Ferraris, 2019, 146).

 

He hablado de la posverdad en otros casos y a ellos me remito. En esas entregas he incidido en una voluntad decidida de cambiar la realidad, de dar gato por liebre, de enmascarar la verdad con burdas mentiras. Y he señalado a los políticos como los grandes artífices. Ferraris no piensa que la posverdad sea un arma de la dominación (o no exclusivamente). Piensa que es simplemente la verdad de nuestro tiempo. Porque los sujetos de nuestro tiempo han sido educados para apreciar mucho más su subjetividad que cualquier sutileza axiológica. Como diría Foucault es la dominación de cada uno frente a las antiguas dominaciones de unos pocos: el micropoder. La solución para acabar con la dominación ha sido que todos seamos dominadores, como la solución para acabar con el capitalismo fue capitalizar a los trabajadores. Mal de muchos consuelo de tontos. Pero en esta generalización de la dominación creo que hay unos sujetos tremendamente favorecidos: los políticos, los capitalistas de gestión, que curiosamente también salieron favorecidos de la transición capitalista hacia el contubernio de la gestión. Es evidente que los políticos siempre salen a flote. ¿Serán de corcho?

 

El desgarrado. Diciembre 2019.




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