» 10-11-2023 |
En el país de los ciegos el tuerto es el rey” dice el refrán popular. Hay dos maneras de sobresalir: esforzarse por valer cada vez más o hundir al contrario. La escasa capacidad de valía de los políticos les empuja a la segunda opción. Convertir lo absoluto (la valía) en relativo (valer más que el otro). Así aparece la descalificación (hundir al otro) y el “y tú más” (relativización de la valía a la comparación). ¿Por que los políticos optan por lo segundo? En primer lugar porque está en nuestra naturaleza (animal) que lo negativo se recuerde mucho más que lo positivo. No hagas, no comas, no te relaciones es una lección de vida, ante opciones -aprendidas por prueba y error- en las que nos jugamos la supervivencia y que por tanto son de primera necesidad. Por eso todas las noticias periodísticas son malas: porque son las que suscitan más atención y los periodistas viven de la atención del público. Es cierto que también lo insólito atrae la atención (que un perro muerda a un hombre no es noticia. Lo contrario sí). Lo insólito también es una lección de vida: solo lo raro, lo inusual es peligroso (si lo ususal fuera peligroso la vida ya se habría acabado). En segundo lugar es mucho más fácil: destruir es mucho más fácil que construir. Lo segundo exige imaginación, inteligencia, sentido práctico. Lo primero solo requiere mala leche, ira, fuerza, el uso de la parte más animal de nuestra naturaleza.
En la actualidad estamos instalados en la crispación, es decir, en una operación recíproca de acoso y derribo. No se persigue la corrupción por mejorar la vida político-social sino para destruir la carrera política del oponente. Se espía para conocer los secretos inconfesables del opositor, se utilizan todos los recursos del estado para “pillarlo”, se difama (“Calumnia que algo queda”), se insulta, se ningunea, se trata de arrastrar al fango a quien se opone a nuestros designios. Las estrategias de este proceder son infinitas pero algunas son singulares. Por ejemplo acusar al oponente de lo que que adolece el acusador. De esa manera se obtura la posible réplica por el expediente de denunciar la forma (“y tú más”) y no el contenido. Nada más goloso para los defensores de la dictadura franquista (u otras) que acusar a los demócratas de dictadores (ayer, Díaz Ayuso), a lo progresistas de retrógrados, a los izquierdosos de capitalistas enmascarados. Por supuesto mentir (desde la mentira simple a la urdimbre de complejas tramas de corrupción política o económica) es une expediente recurrente. Intoxicar (mentir mediante propaganda con el fin de convencer a terceros) también es muy rentable. Porque la igualdad en los políticos no es para impartir justicia sino para justificar lo injustificable. A cualquier cosa de la que se acuse a una facción política, éste responde que ya había sido cometida por el opositor., Porque todos son iguales y la maldad de unos justifica la de los otros, como si fuera un concurso de estulticias.
Una acusación corriente es la ambición personal del político, ambición que antepone al bien común. Porque el bien común es el mantra de todo político aún cuando no aparece nunca sino como el bien de un grupo determinado de “protegidos”. Bajar los impuestos quiere decir: bajar los impuestos a los poderosos. Dar subvenciones es proteger a grupos afines. Es evidente que el bien de unos es el mal de otros cuando el juego es de suma cero (como el presupuesto nacional). Las ayudas o las mejoras para unos son gravámenes y detracciones para otros. Por eso se acuñó el concepto de carga fiscal progresiva que no quiere decir que el que más tiene paga aritméticamente más sino que paga multiplicativamente más (como los tramos progresivos del IRPF o el impuesto a las grandes fortunas). Tradicionalmente la izquierda defiende los derechos de los trabajadores y la derecha los de los empresarios. Se acusa a Sánchez (no al PSOE sino a su líder -que es como decir que el partido no es una institución democrática, sino dictatorial-) de vender a España por un puñado de escaños. Tiene poco sentido pues la única manera de aplicar las ideas políticas y sociales es desde el poder, y por tanto la “ambición personal” es ambición de mejorar la sociedad desde las propias ideas. Y esto vale para todos los dirigentes. Pero de lo que se trata es de tildar a Sánchez de corrupto político al anteponer ambiciones personales al bien general, acusación que (como todas) debería ser probada. También el poltronismo (la defensa a ultranza del puesto de trabajo… porque la política no es una vocación de servicio sino un medio de vida) es generalizado entre los políticos, por lo que debería ser aparcado de las desautorizaciones recíprocas.
España es una monarquía parlamentaria representativa (lo último se olvida siempre). La voluntad popular se filtra a través de unos representantes (por lo visto los ciudadanos no estamos preparados para autorrepresentarnos) que son los políticos. En España esa representación no es directa (no tenemos un diputado asignado, sino general (todos los diputados representan a todos los ciudadanos). Incluso representan a los que no votan, con muy poco sentido pues el que no vota es evidente que no quiere ser representado. Pero por lo visto esa representación no es suficiente para el mesianismo de los partidos políticos que hablan como si representaran a todos los españoles. Porque no es lo mismo que el Congreso represente a todos los españoles cada partido político los represente. Es habitual oír a los dirigentes de los partidos (en cuanto partidos) decir que “Toda España quiere, pide, desea, etc.”. “Es un sentir de todos los españoles…” “Tal actitud está defraudando a todos los españoles” No. Todos los políticos en conjunto representan al conjunto de los españoles pero cada partido solo representa a sus votantes. Obviamente el Gobierno, si representa a todos los españoles pero es que ha sido elegido por el Congreso que a su vez representa a todos los españoles. Si las encuestas dicen que media España está de acuerdo con la amnistía y la otra media no, el Sr. Sánchez (aceptando la metonimia) no está defraudando a todos los españoles sino, precisamente, a la mitad… que es lo que dicen las elecciones, es decir, una evidencia. Arrogarse la representación de todos los españoles es mentir o intoxicar.
Utilizar conceptos de manera sesgada es otra de las artimañas de los políticos para sobresalir por encima de sus adversarios. Y de dos maneras. Cambiando el nombre de las cosas. La amnistía fiscal de Montoro se llamó “regularización extraordinaria de rentas irregulares” cuando consistió en perdonar los impuestos no pagados a una pandilla de delincuentes fiscales. El asesinato de civiles en las guerras se llaman “efectos colaterales” como muy sabe Netanyahu. Pero hay una segunda manera: utilizar el sentido vulgar de la palabra o el concepto. Fascista es el perteneciente a una facción política que -según Habermas- reúne cinco características: a) un análisis sesgado de la realidad, b) un concepto de patria superior al de nación y restrictivo, c) la violencia como medio de alcanzar fines, d) el pragmatismo utilitarista por encima de la razón (el fin justifica los medios), e) el coraje (valentía, heroísmo, irracionalidad) como virtud. El racismo, la xenofobia, el machismo, el clericalismo, se desprenden de estas cinco premisas. Si atendemos a Ortega y Gasset el fascismo es una no-ideología, una praxis, caracterizada por la violencia, el pragmatismo y la idea novecentista-regionalista de patria. Para Agambem es el estado de excepción permanente como forma de gobierno (podéis ver más acepciones en “Fascistas” en este blog). Sin embargo los políticos prefieren que el vocablo remita a lo que el sentir popular entiende: guerra, nazis, totalitarismo, dictadura, holocausto, etc. No hace falta todo eso para ser fascista. Con lo apuntado por Habermas basta. Para colmo los políticos fascistas (VOX, parte del PP y del PSOE, parte del Comunismo…). Se maquillan con largueza disimulando sus verdaderas intenciones (como hemos visto desvelarse en las consignas de las manifestaciones contra la amnistía separatista).
Para acabar este repaso por la estulticia política ahí va la etimología de VOX recogida en G. Agambem “”Estado de excepción”. Adriana Hidalgo editora 2019(2003). Vox viene de “vox última” que era la apelación dirigida a los ciudadanos romanos para la salvación de la república. La interpretación sesgada de la situación (Habermas) ha conducido a los fascistas a entender que la república (… la monarquía, en definitiva: la patria) está en peligro y hay que acudir en su socorro. Pero “Ultimus” deriva del adverbio uls , que significa “más allá” (opuesto a Cis, más acá), El significado etimológico de “ultimus” es, por tanto, aquello que se encuentra absolutamente más allá, lo más extremo. “Ultima necessitas”… indica una zona más allá de la cual no es posible alcanzar algún reparo o salvación” (Agambem 2019, 99). A los fascistas no les gusta que les llamen ultraderechistas o ultras, por lo que se suprimió del nombre la referencia a lo mas extremo. Y así quedó Vox.
Todas estas estrategias (¿estratagemas?) se ha puesto en juego con motivo de las negociaciones del Psoe con los partidos separatistas catalanes para la investidura. Las manifestaciones violentas son consecuencia directa de esa crispación buscada y magnificada por los que ganaron las elecciones pero perdieron la investidura… por fascistas, todo hay que decirlo. Núñez Feijoo sube el tono a medida que los ruidos de sables arrecian en su partido. Cuando se tiene como oponente a una fascista del tenor de Diaz Ayuso no se puede tener un fracaso y eso es lo que ha hecho Núñez, fracasar. En el PP tienen práctica en defenestrar presidentes para sustituirlos… por lo mismo. Núñez lo tenía todo de cara para ganar las elecciones: la pandemia, el volcán, la guerra de Ucrania (desabastecimiento alimentario, subida de las energías, compromisos bélicos), desencuentros con sus socios de gobierno, aumento de la desigualdad y de la pobreza extrema. Hasta las encuestas. Pero no ha sido capaz de rematar a gol. Sojuzgado por su socio fascista, paga cada pacto de legislatura local con una ultraderechización que ha hecho que sus posibles socios de gobierno (PNV y Junts) pongan los pies en polvorosa. Y esta partida está perdida, pero también las que están por venir. En una política de bloques, los socios, son necesarios y el PP no tiene ninguno, excepto los fascistas. Los insultos, las descalificaciones, la crispación, no han dado resultado. Toca cambiar de caballo o de estrategia. Obviamente cambiarán de caballo. La yegua está lista para el relevo. ¡Vuélvase al terruño Sr. Núñez!. Allí tiene amigos que le pasearán en yate. Ha demostrado usted tener menos capacidades que su antecesor (Casado, Rajoy, cualquiera) lo que realmente parecía imposible. Si Hernández Mancha usted Emborrona.
El desgarrado Noviembre 2023.