» 23-02-2024 |
Para la metafísica (el sistema de pensamiento hegemónico occidental), el acceso a un conocimiento cierto del mundo se produce mediante los universales. Solo existe una manera de predecir el futuro (que, a su vez es la única manera de dominar el mundo) y es trabajar con conceptos (o clases de objetos) que siempre se produzcan de la misma manera. A esos conceptos les llamamos universales. Existen diversas maneras de obtener esos universales. La forma utilizada por la metafísica es la abstracción. La abstracción consiste en simplificar un concepto hasta que sea omniabarcante. Por ejemplo la cantidad es un universal que puede representar cualquier conjunto siempre y cuando nos remitamos exclusivamente al número de elementos que tiene ese conjunto. Si decimos, por ejemplo, seis u ocho, eso puede referirse a cualquier conjunto de elementos tanto si son frutas como si son personas o, como si son estrellas esa universalidad en la conceptualización es lo universal. Así la abstracción es una forma de refino o de simplificación hasta alcanzar el estatus de universal, la aplicabilidad a cualquier conjunto numerable. Junto a la cantidad -manejada por la matemática- encontramos la verdad, -manejada por la lógica- y el concepto, manejado por la lingüística. Junto a estos tres recursos básicos de universalización se encuentra la igualdad que responde tanto a una forma de universalización como a la operación por la cual esta se define. La igualdad introduce el concepto de límite y. por tanto el concepto de movimiento.
Estos procesos de universalización por abstracción no son perfectos. En el caso de las cantidades, encontramos que estas, representan objetos (clases) a veces no homogéneos. Así multiplicamos cajas por frutas para saber el número total de frutas de qué que disponemos. Los objetos inhomogéneos no pueden ser operados. Antes debemos hacer una operación de reducción qué los haga homogéneos por ejemplo no podemos sumar peras y manzanas, pero sí podemos sumar frutas. Este matiz se escapa de la aplicación de la cantidad y encierra su fracaso. Aparte de estas cuatro operaciones básicas de abstracción, la metafísica presenta muchas otras, que en el caso del psicoanálisis lo que se universaliza es el género de modo que se reducen los dos géneros habituales (masculino y femenino) a un género único. Este procedimiento se efectúa con lo que se llama “la premisa universal del pene” (el falo) qué consiste en la presunción de que todo el mundo tiene un pene. Si todo el mundo tiene uno es que la que no lo tiene, lo ha perdido, pero su situación se define desde la posesión (desposesión) del pene. La mujer es un varón castrado, disminuido. La reducción al sexo único, por tanto, la exclusión de la mujer del logos y de la metafísica, es el machismo. Un caso especialmente notable de universalización es el que se produce en la economía en la que encontramos tres universales que la definen. En primer lugar el intercambio como operación universal de la economía, en segundo lugar el dinero como equivalente universal del valor y en tercer lugar la mercancía como equivalente universal del intercambio (el fetichismo de la mercancía). La mercancía no solo son bienes sino también: dinero, medios de producción y servicios.
Existen otros modos de crear universales. Entre los más primitivos encontramos la ejemplarización: el hallazgo de un equivalente universal en otro campo que el estudiado (y más concreto y explicativo) y el paradigma que es el ejemplar que tiene valor de universal porque así se lo hemos concedido. En la modernidad, aunque ya fue nombrado por Aristóteles, encontramos la base de datos, es decir la enumeración exhaustiva en un conjunto, de todos sus componentes. La enumeración exhaustiva es especialmente interesante en el proceso de inducción pues conduce a la certeza lógica del proceso. Quizás simplemente lo desplaza de del procedimiento, a las cualidades del conjunto. La universalización consiste en transformar el continuo que es el mundo en clases discretas es decir clases que tienen una frontera entre unas y otras. Así hay un punto en el que el arbusto deja de ser arbusto para convertirse en árbol ese punto indeterminable pero efectivamente determinado, es la frontera entre dos conceptos. Esta transformación de continuo en discreto es lo que añade la debilidad a la conceptualización, en la que la frontera entre las clases se desdibuja. En el caso de la verdad, manejada por la lógica, nos encontramos con el concepto de verdad absoluta, es decir aquella verdad que es un universal, cierta (o falsa), en cualquier caso, algo que es universalmente cierto. Tampoco aquí el mundo está constituido por verdades universales, sino que existen verdades fraccionarias (parcialmente ciertas) como por ejemplo la probabilidad, que amplía el campo de los universales a un terreno inestable, poco apreciado por los científicos. La probabilidad tiene tres fases. En un primer momento corresponde a la verdad fraccionaria antes de que echemos los dados. En segundo lugar corresponde al desconocimiento sobre el estado de verdad del estado de los dados, pero que ya es un estado definido y no un estado probable, que se producirá, una vez echados los dados, pero sin levantar el cubilete. Por último, cuando levantamos el cubilete, el grado fraccionario de verdad “colapsa” a una situación que ya no es probable sino que es cierta. Aquí se encuentra la distinción entre probabilidad estructural y probabilidad por ignorancia. La función de onda -que define al electrón en la física cuántica- modeliza esta situación.
El concepto de verdad fraccionaria -algo, es un tanto por ciento de verdad- impugna nuestro concepto intuitivo de realidad. Es famosa la posición de Einstein en esta situación, pues su fuerte instinto realista le impidió aceptar la estructura probabilista de la realidad con aquella famosa frase de"Dios no juega a los dados”. La complejificación de las matemáticas conducen a situaciones absolutamente fuera de la intuición, y de paso crea la brecha entre el mundo científico y el mundo popular. Hoy, la ciencia, está totalmente separada del conocimiento popular, brecha que intentan salvar, los procesos divulgativos de la ciencia. La abstracción extrema conduce a la pérdida de imagen de los conceptos, Y esa pérdida de asociación… al extrañamiento de la ciencia. El proceso de reacercamiento de ciencia y sentido común, debe producirse por la”Imaginación" es decir, por la restitución de la imagen a ciertas abstracciones. Hilbert, en 1900, decidió la separación de las matemáticas del mundo real en lo que se llamó la axiomatización, como forma de evitar la imposibilidad de imágenes para ciertos conceptos. Si las matemáticas no se corresponden con la realidad es innecesaria la “imaginación” de las mismas. Hoy día entendemos las matemáticas como una caja de herramientas a disposición de los físicos, con las que pueden explicar el universo. Y al decir explicar me refiero a explicar científicamente, no a nivel de sentido común, ni popular. Otro tanto hizo la física cuántica mediante la “explicación de Copenhague” que renunció a la posibilidad de dotar a la física cuántica de una imagen reconocible.
La cuestión de la imagen es relevante por cuanto nuestro primer pensamiento se realizó en imágenes (vía metáfora y metonimia). Antes de la simbolización brutal que supuso la adquisición del lenguaje, el homínido manejaba imágenes en el cerebro con las que operaba el pensamiento, con un enorme gasto energético. Esa brutal abstracción -que convirtió las imágenes en palabras- simplificó enormemente los procesos cerebrales. Y no podemos olvidar que la relación que existe entre el significante y el significado, entre la forma (la palabra) y el contenido, es arbitraria, es decir es una convención i-real. Cambiar las imágenes por palabras supuso un aumento exponencial en el rendimiento del cerebro que a partir de entonces inicia una loca carrera que nos ha conducido a una tecnología de una sofisticación impensable. Es en esa sustitución en donde se origina la separación entre imágenes y palabras entre representaciones unidas por la necesidad y representaciones arbitrarias, que ha conducido finalmente a la separación entre el conocimiento y la intuición o sentido común. La tecnología cambia el enfoque de verdad por el enfoque de lo útil. No nos interesa si las cosas son o no ciertas sino si nos proporcionan una utilidad accesoria. Ese utilitarismo es el que finalmente no ha conducido al fascismo en la ideología y al capitalismo en la socio-economía. Conocer no es simplemente un proceso recursivo, que se basa en sí mismo para avanzar (es el conocimiento el que genera conocimiento) sino que además es la pérdida del mundo real como imagen, para adentrarnos en un mundo de símbolos matemáticos que a duras penas se relacionan con la realidad, pero que la hacen utilizable.
Pero la exclusión del ciudadano de a pie del conocimiento no ha sido inocua. El pueblo ha confeccionado su propio sistema de conocimiento, hecho de retales de lo que el conocimiento científico y filosófico había hilvanado. Así las élites del conocimiento y el pueblo llano han divergido sustancialmente en su manera de entender el mundo. Nos llamamos unitariamente racionales pero esa racionalidad es absolutamente distinta entre la élite y la base. El sentido común se ha convertido en un proceso emocional que nada tiene que ver con la búsqueda del conocimiento necesario ni de la verdad, sino que es simplemente una afirmación del yo y un intento de aceptación por un mono social para el que el conocimiento es útil pero no es necesario ni comprensible. El conocimiento popular ha perdido cualquier raíz en el científismo para enraizarse totalmente en las emociones y los sentimientos. Tras la exclusión de la mujer del conocimiento y el logos en los albores de la civilización intelectual (Irigaray) se produce ahora la exclusión del hombre común en favor de una élite instruida. El proceso de refino hacia la dominación se adentra en la igualdad a base de exclusión. El macho, blanco, heterosexual, occidental, añade ahora la característica de científico, para conformar la élite que plasmará la desigualdad definitiva: la inteligencia artificial.
Desgarrado. Febrero 2024.