» 08-05-2022

Lecciones de economía alternativa 82. ¡Tu dinero no es tuyo!

Invertir en el mercado financiero es cada vez más fácil. Los jóvenes invierten en bitcoins (moneda alternativa), los fondos de inversión (participación en una cartera manejada por expertos) ha dado paso a la inversión directa gestionada por… simples gestores. Y hablo de dos fórmulas financieras que se anuncian en TV. ¡Eso sí! destacando que la responsabilidad es exclusivamente tuya. El mercado financiero se ha multiplicado en los últimos años de forma exponencial. El mercado financiero no “produce” bienes sino que los “inventa”. Me explicaré. El mercado financiero es la fórmula para trascender la cuenta de la vieja: tanto tienes tanto vales. El mercado financiero se centra en la apariencia desdeñando la esencia. La bolsa es un claro ejemplo. Las acciones suben o bajan por como las percibimos, no por lo que valen objetivamente. Pero el mejor ejemplo del mercado financiero es la deuda: no vales por lo que tienes (la esencia) sino por lo que debes (tu capacidad para que los demás perciban que eres valioso, que se puede confiar en ti). Trataré de explicarlo.

 

Platón estaría decepcionado. No juzgamos por los valores (caudales) que cada uno tiene, sino por la capacidad de endeudamiento, es decir, por la confianza que tienen los prestamistas en recuperar su préstamo. La figura del prestamista es la figura clave de la economía. Y no tiene que ver con la economía real (la de la vieja) sino con la economía virtual (la confianza, las expectativas, el capital-riesgo). ¿Por qué dependemos de la deuda? La deuda nos permite gastar lo que ganaremos en el futuro. La deuda es riqueza, nos proporciona lo mismo que nos proporcionaría la producción pero por anticipado, antes de producir los bienes que para la vieja serían la única cuanta posible. ¿Y cuando se acaba la confianza de los prestamistas? Cuando se asustan, en general por situaciones geopolíticas determinadas. Se llama crisis. Pero no solo es eso. También es una manera de decir: “Aquí mandamos nosotros” Porque la deuda es la transmisión del poder de los productores a los especuladores, de la economía real a la economía virtual. Y, aún más, es el medio que ha encontrado el capitalismo para controlar a los trabajadores, para rebajarles sus, socialmente, legítimas reclamaciones.

 

El capitalismo -que no es una ideología sino una forma de dominación; que no es contubernio o conspiración sino evolución de la dominación- ha conseguido históricamente que su presencia sea inevitable. Todos los imperios (físicos) han caído tarde o temprano. El capitalismo es un imperio virtual, sin localización física determinada. El capitalismo es pragmatismo, pero no pragmatismo universal sino el pragmatismo parcial de los poderosos. Y no olvidemos que el pragmatismo no es una ideología sino una biología, una forma de sobrevivir a toda costa. Recordemos lo que es una ideología: es la ampliación de las relaciones biológicas (familia) a relaciones ideológicas (cultura), mediante la ideología el hombre se hace ampliamente social, multiplica hasta el infinito su fuerza. Hemos olvidado sus orígenes y por eso ya no comprendemos su realidad. El capitalismo ha sabido (de la mano del pragmatismo y del biologismo) enfrentarse a toda eventualidad histórica.

 

Explotar a los trabajadores era una buena idea para aumentar los beneficios. Pero producir, más y más bienes, necesitaba compradores, y los trabajadores arruinados por el dominio empresarial no eran candidatos. El capitalismo se tuvo que transformar en consumismo. Era necesario que los trabajadores recibieran el dinero suficiente para convertirse en consumidores. Y así se hizo. Los sindicatos pensaron que era su triunfo (y lo era… parcialmente) pero fueron las necesidades del capitalismo los que propiciaron ese triunfo. Pero esa sencilla decisión fue un cambio radical en la economía: parte del capital pasó a manos de los trabajadores y el ahorro convirtió a los trabajadores en capitalistas. La tradicional división capital-trabajo, desapareció. Y eso creó un nuevo afán en el capitalismo (los anteriormente exclusivos detentadores de la propiedad del capital): recuperar ese dinero que, por necesidades económicas, había pasado a manos de los trabajadores y que los capitalistas entendían que les correspondía legítimamente.

 

Pero -lejos de la causalidad simple- las cosas están multideterminadas (¡afortunadamente!) y la multideterminación -en este caso consistió en dos nuevas evoluciones del capitalismo: el capitalismo de gestión y la especulación financiera. Una vez rota la hegemonía de los poderosos en la posesión exclusiva del capital (por la irrupción de los trabajadores) no había razón para no aumentar el club a otros actores: los gestores. Esto sí fue un contubernio (protagonizado por Thatcher y Reagan en los ochenta). El capital admitió en su seno a tres colectivos que no eran capitalistas tradicionales o históricos;: Los políticos (gestores de las leyes), los directivos societarios (gestores de las sociedades anónimas) y los financieros (los gestores de la riqueza virtual o no productiva). De hecho fue una ampliación de la corrupción a colectivos tradicionalmente excluidos. Cómo estos nuevos “capitalistas” colaboraron al neocapitalismo es evidente: los políticos legislaron para los capitalistas; los dirigentes societarios antepusieron sus beneficios a los de los accionistas y los financieros buscaron con ahínco expoliar a los trabajadores de su capital (sus ahorros).

 

Y tras este largo prolegómeno hemos llegado a la cuestión titular: La forma de cerrar el círculo que permitió a los trabajadores ser capitalistas (aunque solo fueran ahorros provenientes del trabajo) robándoles hasta el último céntimo de su capital. El dinero debía volver a sus legítimos dueños, que son los capitalistas. Y en eso consiste el trabajo del sector financiero: el expolio de la riqueza de los trabajadores. Los primeros fueron los bancos. Los bancos empezaron pagando a los impositores por el dinero. Eso les permitía aumentar el capital circulante (que estaba en dos lugares a la vez: en la cuenta y en el bolsillo del empresario que había obtenido el crédito), es decir, especular con la riqueza; multiplicarla de forma virtual. Pero los bancos entraron en la dinámica de los directivos societarios y procedieron a autopagarse con sueldos millonarios. Después vino el engaños en los intereses (manipulación de índices), en las comisione, en la información (la letra pequeña), en las subordinadas y las preferentes (acciones invendibles), en la evaluación de la capacidad de devolver las hipotecas, en la gestión de activos tóxicos (SAREB), etc. Para que decir que espiaron, compraron voluntades e intervinieron en las elecciones mediante la financiación de partidos afines. Hoy los bancos cobran por la gestión, no pagan por los depósitos y engañan siempre que pueden a los impositores puesto que saben que tienen como rehenes a los políticos que los rescatarán, los ampararán legislativamente y no los dejarán caer… “porque son demasiado grandes para ello”.

 

Pero el ejemplo de los bancos (los primeros especuladores financieros) ha cundido ampliamente. Ganar dinero sin producir (la especulación) es un negocio que las películas nos han mostrado repetidamente. Un especulador es -básicamente- un inventor de quimeras económicas  que solo le favorecen a él y a los políticos que pueden vender su instauración como creación de riqueza… aunque la mayoría de las veces no las entienden. Futuros, operaciones out-counter, swap, criptomenedas. Todo es una gran operación para desplumar a los trabajadores de sus ahorros. Para ello juegan con la inflación: la perdida del dinero por el transcurso del tiempo (el dinero orgánico), como los políticos juegan con las crisis para aplicar los recortes. Los capitalistas (los de siempre y los sobrevenidos) se alimentan de dinero y para conseguirlo están dispuestos a robar a quien sea. Deberíamos acabar con los bancos (que nos cobran por que les enriquezcamos). El único servicio que nos dan es pagar los recibos y a cambio nos roban todo lo que pueden. Las criptomonedas amenazan su hegemonía pero solo por su propio beneficio.  Las redes sociales tratan de inventar formas de pago. Un sistema de pagos de recibos informático no es difícil de implementar. La seguridad en los bancos es una quimera (y la prueba son los rescates y los corralitos). ¿Seguiremos dejando que nos roben? Vosotros mismos.

 

El desgarrado. Mayo 2022.




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