» 27-04-2024 |
En el libro que analizamos, hay dos referencias al Mayo del 68: un artículo periodístico de 2008 sobre la afirmación de Sarkozy de que había que desmantelar definitivamente el recuerdo de M68 y un texto más largo de 2018 en el que analiza el acontecimiento en profundidad y en el que se recoge un resumen de la filosofía política (política/policía, el relato de la dominación, la interpretación sociológica, etc.) de gran valor para conocer el pensamiento del autor. Tal como él explica, son los dos enfoques que se pueden hacer del acontecimiento: el conmemorativo (40 y 50 años respectivamente) y el profundo (tiempo, relato, política) con evidente enseñanza para entender el presente. M68 queda a medio siglo de distancia pero su importancia (y su interpretación tendenciosa) hacen que debamos volver sobre él una y otra vez para entender la política de hoy, por ejemplo los movimientos de la primavera árabe y el de ocupación de plazas (Ocupy Wall street y La nuit debout, los indignados, etc.) de 2011.
“Liquidar la herencia de M68” fue el eslogan de campaña de Sarkozy de 2008, pero era éste ya un proceso que había empezado en 1981 de la mano de la intelectualidad de izquierdas. ¿Qué era lo que había que liquidar? Es evidente que M68 fue el movimiento de las manifestaciones y las asambleas, el gran revival del pensamiento marxista y de la esperanza revolucionaria que durante los setenta se alimentó de las luchas decoloniales, los movimeintos de emancipación del tercer mundo y que encontraron sus modelos en la revolución cubana, la china y los principios de un marxismo regenerado complementadas por las teorías de Althusser, Fanon, y los recientes análisis de las nuevas formas de explotación capitalistas y de la resistencia obrera. Pero fue también el momento de una gran revelación: la enorme fragilidad del orden de nuestras sociedades y nuestros gobiernos que podían desplomarse en pocas semanas. Se revelaba de repente que la política no tenía otro fundamento que la ilegitimidad de cualquier dominación.
El movimiento no obtuvo ningún resultado concreto por lo que debemos buscar en los objetivos no logrados la razón del mismo: el cuestionamiento de todos los esquemas de evolución histórica. Creían hacer la revolución marxista pero su acción lo desmentía, pues una revolución es un proceso autónomo de reconfiguración de lo sensible (lo visible, lo pensable y lo posible) y no la realización de los objetivos de un movimiento histórico, dirigido por un partido político. Pero esta interpretación no fue del agrado de los expertos y el trabajo de re-visión empezó en cuanto los socialistas llegaron al poder en 1981. Primero se negó la dimensión internacional. Después la dimensión social y obrera. La reinterpretación estableció que se trataba de un movimiento juvenil, una aspiración por abolir el yugo parental y los tabúes sexuales. Y si se manifestaba en aquel preciso momento era por la explosión del frenesí consumista (nacido de la prosperidad) y la incitación al disfrute que ofrecía la sociedad de consumo (como había establecido la sociología USA). De esta manera, la crítica a la sociedad que comportaba realmente el movimiento fue banalizado y convertido en una crítica al individualismo consumista.
Así, de un capricho juvenil había pasado a un desastre socio-histórico: la insurrección del individualismo democrático destructor de todas las estructuras de autoridad que mantienen la vida social: familia, religión, escuela. Al transformarse la sociedad en su conjunto en un conglomerado de consumidores narcisistas y antisociales, M68 había consolidado el mercado y por ende el capitalismo en su conjunto. Así lo defendía “El nuevo espíritu del capitalismo” (1999): el capitalismo había superado la crisis de los setenta gracias a la libre creatividad defendida por los jóvenes en contra de las estructuras de dirección tradicionales. La verborrea del capitalismo de gestión (el directivo se transformaba en coach; se fomentaba el dinamismo individual) cimentó el mito del capitalismo estilo M68. Sin embargo este nuevo look del capitalismo se había gestado antes del M68. En nombre de la globalización el capital supo hallar nuevas formas de presión sobre los salarios y la producción. Y así se consolidó el gran giro: M68 se había consagrado como el salvador del capitalismo.
El eslogan de Sarkozy era ya inútil, pues no quedaba nada que liquidar, hasta el punto que la única dirección posible era la de la la recuperación de los testimonios y documentos capaces de actualizar el movimiento y su carácter anticapitalista.
El desgarrado. Abril 2024.