» 06-12-2020

Lecciones de política alternativa 68. La Constitución: ¿La mona vestida de seda?

En las circunstancias en que se generó la Constitución resulta imposible que fuera una Constitución absolutamente ejemplar. Fue una Constitución relativamente ejemplar respecto a una dictadura militar sangrienta y negadora de los derechos políticos más elementales como el voto, el régimen de partidos y los sindicatos, el derecho de expresión y reunión, etc. La Constitución sustituyó a unas leyes orgánicas (es decir: verticales, impuestas desde arriba como lo eran el partido único y el sindicato único) a las que se llamó -con todo el cachondeo del mundo- “democracia orgánica”, que es como decir la cuadratura del círculo. La transición consistió en un pacto para garantizar la impunidad e inviolabilidad de todos los que colaboraron con el régimen franquista. No negaré que el ruido de sables era audible (La dictadura era militar con los privilegios que eso suponía para los militares), que la experiencia democrática de los padres de la patria era teórica y que la inercia del autoritarismo no se podía vencer de un solo impulso.

 

La Constitución fue un gran logro, mirando de donde veníamos, pero no lo fue si analizamos como podría haber sido o como -absolutamente- debería haber sido. La Constitución americana del último tercio del SXVIII tiene más de 50 enmiendas lo que demuestra que las constituciones no son de piedra sino que deben adaptarse a los tiempos. Pero hay más, porque se redactó en pleno proceso de independencia (es decir en una borrachera de libertad) y en un país cuyo derecho no es positivo sino que funciona por el sistema de precedente. Y con eso quiero decir que si para los americanos fue un guión, para nuestra transición fue una ley de leyes es decir con gran profusión de derecho positivo incrustado en sus artículos. Solo hay que ver el desmesurado número de artículos que tiene (la constitución de UK no tiene ninguno).

 

La cuestión es que debido a una transición que fue una ley de punto y final con un amnistía e inviolabilidad de los sicarios de un dictador sanguinario: Franco, debido al ruido de sables, debido a la inexperiencia práctica de los padres (?) de la patria y debido a la inercia franquista (la dictadura prolongada se convierte en un estado de ánimo), debido -digo- a la inexperiencia de los votantes que votó ¡Franco no! sin entender el texto de la Constitución y la recibió como una liberación, debido a todo eso, la Constitución solo podía valer para la transición pero jamás para perpetuarse cuando todos aquellos condicionantes desaparecieran, lo que ocurrió poco después. Para entonces ETA (crecida en la represión y en la lucha anifranquista) asesinaba ante la impotencia del régimen democrático. El sistema de turno de partidos (el bipartidismo) se asienta en una España polarizada entre la derecha y la izquierda y defiende la petrificación de la Constitución. Nadie quiere abrir el melón que puede convertirse en la caja de Pandora.

 

Pero ETA deja las armas, sus seguidores se convierten en partidos políticos insertos en el juego parlamentario y el bipartidismo se va a la mierda (por méritos propios como la corrupción). Y cuando el camino a una democracia progresista se atisba en el horizonte irrumpe en el mundo la ultraderecha populista y sus efluvios alcanzan España resucitando la ultraderecha franquista (Blas Piñar y Girón de Velasco, la falange, los guerrilleros de Cristo ley, el Opus Dei, el ala extrema del Vaticano, etc. Con una trama civil nada despreciable como Abogados cristianos, manos blancas, hazte oír, etc.) que había desparecido en las urnas. La realidad es que no habían desaparecido sino que se habían escondido en el ala extrema del PP y de allí resurgen de la mano de Abascal, un oportunista que lo mismo le hubiera dado liderar la ultraizquierda con tal de pillar cuota de poder (es una hipótesis). En estas condiciones el bipartidismo se refugia en la Constitución que se ha convertido en la garante de sus privilegios… mientras legisla a más y mejor contra los derechos fundamentales desde los delitos de odio a la ley mordaza, pasando por la manipulación de la separación de poderes (que evita las condenas por corrupción) o el acortamiento de la instrucción de los delitos políticos, hasta poder sobreseirlos. Se inicia el discurso de los que quieren romper España, se resucita dialécticamente a la ETA, se ataca los que cuestionan la transición, se inventa un radicalismo que ni siquiera puede soñar con el radicalismo de la dictadura, pero al que se ataca sin piedad.

 

Porque la Constitución tiene múltiples defectos: 1) en primer lugar sus redactores (políticos y sindicatos) se colmaron de privilegios que nada tienen que ver con la igualdad. Ninguno de ambos colectivos necesitan formación académica alguna, no están sujetos a colegiación ni necesitan un código deontológico (de valores)… lo que es obligatorio para cualquier profesional. Respecto a sus responsabilidades legales se dotan de aforo (solo el supremo, tradicionalmente controlado por los partidos políticos, puede juzgarlos y nunca en ejercicio de su cargo), y de amnistía e indulto (que parecen generales pero que solo se les aplica a ellos). Tienen presunción de veracidad (su palabra basta para justificar dietas, afirmar patrimonio o declarar ingresos), se les otorgan las dispensas de incompatibilidad automáticamente, las comisiones parlamentarias de investigación son foros de baladronadas sin ninguna función investigativa, los políticos nombran a la cúpula del poder judicial (cuando los nombra, porque a veces simplemente lo bloquea anticonstitucionalmente, etc.)

 

2) La democracia es representativa (un voto cada cuatro años y… olvídame) lo que evita cualquier tipo de democracia directa: los referéndum y las iniciativas legislativas populares no son vinculantes (tras exigir medio millón de firmas), los diputados no tienen unos electores asociados que les puedan interpelar. De asociaciones vecinales o de voto directo por internet ¡ni hablar! En una palabra, la soberanía popular (art. 1 de la Constitución) se reduce a la rendija electoral. Pero es que las elecciones están totalmente mediatizadas para que los resultados favorezcan al bipartidismo. Las circunscripciones no son parejas,  y el peso del campo es cinco veces superior al de las grandes ciudades. Si  a eso añadimos que existe una cámara territorial que trata igual a todas las provincias (circunscripciones naturales) la desigualdad es clamorosa. Los trabajadores pagan todos los impuestos pero votan por la quinta parte.

 

Las listas son cerradas (solo los que están) y clausuradas (en el orden que están), es decir se vota a partidos y no a políticos. Semejante oligarquía es totalmente opuesta a la democracia de un hombre un voto. Los partidos regionalistas tienen ventaja sobre los nacionales, que con un millón de votos (Roca-Garrigues, Ruiz Mateos) pueden no sacar ni un diputado. Se ponen trabas para entrar al Parlamento (5%) y para tener grupo parlamentario. La ley de proporcionalidad (d’Hont) favorece a los grandes partidos en detrimento de los pequeños. Los votos se compran -indirectamente- con el despilfarro o con el dopaje con dinero negro con el que se compran las campañas, y directamente con la manipulación del censo, el voto de los muertos, la prohibición de voto a los migrantes extranjeros, el voto subrogado de los migrantes nacionales, etc. Las elecciones son pagadas por el estado en función de los escaños obtenidos es decir no corresponden al voto popular sino al voto ya corregido por todas las artimañas relatadas. Por último -por ahora- los votos de los que no votan no se tienen en cuenta cuando debería dejarse su escaño vacío pues no quieren ser representados. Es evidente que la soberanía popular es el coño de la Bernarda.

 

3. La separación de poderes no existe. No nos representantes (personas) sino partidos (con escasa democracia interna en la historia de nuestra democracia reciente), el poder judicial es escogido por el Parlamento (el poder legislativo). El Poder ejecutivo (el Gobierno) legisla mediante decretos ley (teóricamente en casos de emergencia) cada vez que le interesa. Los fiscales dependen del Gobierno. Las causas las reparte entre los distintos juzgados un funcionario del gobierno. El poder legislativo (el que hace las leyes) es siempre rehén del gobierno (que ha ganado las elecciones) y tiene el mayor numero de diputados. Sus señorías legislan sobre sus propios privilegios en un acto clamoroso de pucherazo. No se gobierna con ideas sino con acuerdos, etc.

 

Otras veces he tocado este tema (disponible en blogs anteriores) por lo que no hace falta llegar más lejos. Lo que es evidente es que la Constitución fue hija de un momento dado y por las circunstancias podríamos decir, que fue hija de puta /ahora que está tan de moda fusilarlos por millones). La transición fue una amnistía general y la Constitución un logro relativo. ¡Hay que cambiar la Constitución urgentemente porque hay que devolver la soberanía al pueblo! o quitar el adjetivo de democrática. O lo uno o lo otro. Si queréis continuar con la dictadura, vosotros sabréis, pero dejad de llamarle democracia. Lo que no puede ser es ser cornudo y pagar las copas. La Constitución fue mucho mejor que lo que teníamos, pero 1) lo que teníamos era una mierda. 2) Como seres humanos, nos merecemos algo más. Y por supuesto, hay que empezar a decir que la transición fue una amnistía a asesinos encubierta. Quizás con buenos resultados pero insostenible desde la justicia y los derechos humanos. Es evidente que se vistió a la mona de seda. ¿Alguien lo denunciará como se denunció que el rey estaba desnudo (no el emérito, evidentemente) o continuaremos disimulando?

 

El desgarrado. Diciembre 2020.




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