» 01-06-2021

Lecciones de política alternativa 85. Las alternativas políticas a la Constitución.

La Constitución es el guión por el que se rige una democracia, que es lo mismo que decir una nación, inicialmente democrática. Y lo apunta todo, aunque deba ser “desarrollada” por las leyes. Para evitar que su interpretación se desvíe de su intención original el TC (el sistema judicial) vela para que así sea. Pero la política no se conforma con que las cosas sean tan simples y para ello orquesta toda una serie de alternativas (lógicas, de sentido común, comparativas con nuestro entorno, tradicionales (históricas)… para arrimar el ascua a su sardina. Ni que decir tiene que todas estas alternativas son ilegítimas (pero no necesariamente ilegales) cuando se oponen a la Constitución. Pero hay ilegitimidades más flagrantes como tratar de colocar en el TC a tus partidarios para torcer la interpretación de la Constitución, dopar las elecciones para cambiar el voto popular, financiar ilegalmente los partidos para conseguir una ventaja política, utilizar los recursos del estado para fines partidistas, utilizar el cargo público -no para defender la democracia- si no para lucrase (corrupción, corruptelas, despilfarro, estupidez por falta de preparación), etc. Estos ya no son alternativas políticas: son ilegales, delictivas, fraudulentas. Son la mafia.

 

De algunas de estas alternativas he hablado con anterioridad: el sentido común, la lógica; de otras habrá que hablar en su día. De la que hoy quiero hablar es de la memoria. Empecemos por el principio: la memoria es la facultad de la cultura; sin memoria es imposible. El que sea hablada o escrita no supone diferencia, sino facilidad de almacenamiento y seguridad jurídica de los escrito negro sobre blanco (“las palabras se las lleva el viento” dice el saber popular). La memoria no figura explícitamente en la Constitución (como no figura la metafísica: el sistema dominante de pensamiento), aunque la permea continuamente. Básicamente la Constitución es sincrónica (se debe al tiempo en el que se redactó) y la memoria es diacrónica (la recuperación de un pasado más o menos lejano). No quiere eso decir que la Constitución no recoja las lecciones de la historia sino que no las refleja como tales sino en su esencia actual. La historia ha sido para muchos pensadores tan importante para la construcción del pensamiento como la razón (Hegel, pero también Heidegger).

 

Bien. Ya tenemos una forma alternativa a la Constitución a la que se invoca cuando la Constitución no basta para los propios intereses. La Constitución tiene un texto y unos exégetas (el TC). La memoria es un concepto político indeterminado. ¡Se recurre a ella para escapar de la Constitución! Su falta de regulación (como en el caso de la lógica o del sentido común) permite que las manipulaciones sean múltiples. Por ejemplo puede ser 1) falseada-interpretada, 2) de memoria selectiva, 3) denostada u 4) olvidada. A veces (cuando las cosas se ponen muy feas) se decretan leyes de memoria (que la prohiben: las leyes de punto final; o que la incentivan: las leyes de la recuperación de la historia). De cada facción depende cómo se tomen esas leyes, y ese impulso social de recuperación o despilfarro de la memoria.

 

1) Falsearla-interpretarla es lo más habitual. Franco fue un gran gobernante, orgánicamente demócrata, justo y benévolo, que levantó España, y sobre todo que no fue un dictador, honrado a carta cabal -dicen-. El otro día una periodista alineada (Clavé) dijo que la transición no fue una concesión a los franquistas sino un acuerdo entre pares. Es evidente que no oyó (o soslayó) el ruido de sables que todos oímos. 2) Pero la selectividad en la memoria es lo más habitual: ¡esto sí, esto no! El PP no recuerda el franquismo (del que mamó y sigue mamando en la oscuridad), ni los enterrados en las cunetas, ni los juicios sumarios (sin garantías), ni el recorte feroz de las libertades individuales. No recuerda su pasado fascista próximo a Hitler y a Mussolini. Tampoco recuerda su propio pasado corrupto inmediato, diciendo que Casado es un nuevo partido regenerado y limpio (¿con el mismo nombre. Sin acto de contricción. Sin pedir perdón?) Pero recuerda perfectamente el terrorismo (con el que no supo acabar) y a cuyos integrantes -reciclados a la democracia- niega el pan y la sal. Tampoco olvida a las víctimas que utiliza como ariete día sí y día también. No olvida la moción de censura que los desplazó del poder, ni olvida el agravio contra la unidad de España que supuso la efímera declaración de la independencia catalana, y a cuyos adalides quiere ver en la cárcel de por vida. No olvida nada que le de rédito electoral.

 

 

3) Denostar la memoria es fácil. “No hablemos del pasado, lo que importa es el futuro” “Eso es agua pasada, nosotros ya no somos esos” “¡que pesadez con el franquismo: no somos nosotros!”, “eso de la memoria histórica, es una chorrada”, “Alguno encontrará a su padre gracias a esta ley”  (Hernando) mientras, se unta a diversas asociaciones fascistas como ¡Hazte oír!, Abogados cristianos, Manos limpias, el Abad de Cuelgamuros, para que hagan el trabajo sucio… y, para que nos vamos a engañar: a la Iglesia católica, cofundadora del nazional-catolicismo, que puso a Franco bajo palio, la primera inmobiliaria del mundo y nido de una pederastia, un tráfico de bebés arrancados a sus madres “extraviadas”, de un tráfico de armas y de mujeres, de ser machistas y homófobos, y sujetos de un tráfico de influencias, que para sí quisiera la mafia. 4) El olvido es el antídoto de la memoria: lo que no interesa no existe. El PP lo olvida todo: su oposición al aborto, al matrimonio amplio, a la eutanasia, a la desigualdad, a la pobreza (¡y Cáritas, qué!), la corrupción, el despilfarro, sus obligaciones constitucionales de renovar la cúpula del CSPJ y los jueces, etc.

 

Ahora prepara una exaltación de la memoria con sus socios de la ultraderecha en la plaza Colón (el de la Hispanidad): la del terrorismo y sus víctimas. Todas las otras víctimas, el terrorismo de estado (que con tanta eficacia practicó el dictador), las deslealtades al Gobierno, las desigualdades, la corrupción, las actuaciones anticonstitucionales etc. no tienen importancia. Lo que importa es recuperar el poder para seguir jodiendo a (la mayoría) de los españoles. ¡Que para eso cuentan con el apoyo de la mitad del PSOE!

 

El desgarrado. Junio 2021.




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