» 23-08-2023

Lecciones de política alternativa 94. Las transversalidades: el antifascismo.

Otras veces he hablado de las tranversalidades esas direcciones alternativas a la sempiterna de derecha-izquierda que informan la política. Entre ellas comenté, en su día, la de género (machisdmo/feminismo); la de sexo (altersexuales/heteronormativos); la de colonialismo (la metrópoli/colonia, o los autóctonos y los de fuera); los animalistas (humanos/animales); la de funcionalidad orgánica (funcionales/disfuncionales); la ecológica (ambientalistas/ desarrollistas), la de los sacramentalistas (política divina/política humana o Dios/César), etc. El avance imparable del individualismo hace que aparezcan continuamente nuevos colectivos minoritarios, que pretenden su espacio político. Sin ir más lejos el fascismo de ultraderecha ha constituido en minorías -con derechos irrenunciables- a los cornudos (hombres torturados por las mujeres que les engañan, les roban  y les niegan la visita a los hijos. ¡Y quien sabe si no les pegan!); los taurinos; los cazadores; incluso los propios fascistas (falangistas, franquistas, nazis, etc.) que reclaman su derecho a la existencia como pares de cualquier otra facción, en nombre de la libertad de expresión. 

 

El por qué los fascistas proceden de esta manera ya lo expliqué en otro blog: para erigirse en paladines de minorías cuya única sustancialidad es que son pocos, de las que la canalización de su descontento, produce pingües beneficios en las urnas. La característica de estas transversalidades es que afectan a todos los partidos en los que se constituyen en corrientes internas (ecologistas, feministas, altersexuales…) o se independizan en partidos autónomos (animalistas:PAGMA, fascismo: VOX). Estas transversalidades han acabado con el bipartidismo abocándonos a una política de bloques, pero no de la forma simplista que previmos cuando aparecieron en el Mayo-68, sino con peculiaridades interesantes.

 

Las dificultades de la (ultra)derecha para obtener apoyos para su bloque desvelan que están solos: ningún partido quiere juntarse a un bloque que admite abiertamente el fascismo. A esta “política” se le ha llamado “el cordón sanitario” y se ha puesto en práctica en toda Europa (incluido el PP europeo). Estamos ante una nueva transversalidad (fascistas/antifascistas) que se muestra como específica de la política de los bloques. Ya no basta con ser constitucionalista o demócrata (pues los fascistas aseguran serlo), se impone ser anti-fascista, aunque no se defina estrictamente el término que muchos piensan que es un insulto, o algo específico de caciquismos como el de Hitler, Mussolini o Franco (pasando por el emperador de Japón). No entraré aquí en la caracterización del fascismo porque ya lo he hecho profusamente desde este blog, tanto visitando a Habermas como a Virilio. Ortega decía en “La revista de Occidente” que el fascismo no es una ideología (pues no tiene doctrina sino exclusivamente pautas de comprotamiento), aunque si entendemos ideología como lo hace Harari (la continuación del parentesco por otros medios) no cabe duda que toda facción es ideología. 

 

Como en el caso de Rusia en la guerra de Ucrania, el PP ha perdido las elecciones -si entendemos por perder: no cumplir las razonables expectativas levantadas.  Ni Rusia ha conseguido una guerra prusiana de batallas decisivas y campaña relámpago, guerra de destrucción, con el objetivo puesto en los civiles y en donde se dobleguen las emociones públicas por el terror, ni el PP ha conseguido la mayoría absoluta para su bloque, reducido a la soledad de los fascistas: PP y VOX. Nuñez Feijóo llegó al poder por un golpe de estado (que derrocó a Casado), no hubo primarias que avalaran que el partido estaba con él. Y el partido está dividido -como lo está el PSOE- porque en una época de transversalidades las adhesiones multitudinarias son rarísimas. Pero el PSOE hizo sus primarias y Sánchez las ganó -contra el deseo de los barones- Sánchez, el mismo Sánchez que ha entendido que el partido debe abrirse a todas las coaliciones con partidos constitucionalistas, demócratas y legales (así lo afirma el Constitucional), con todos los antifascistas. El PP vuelve a estar en una encrucijada para albricias de Díaz Ayuso que ve como el gobierno de España está cada vez más próximo. Pero Díaz es más filofascista que Núñez y tendrá que tirar mucho de mohines y de “ocurrencias” para que los PPeros antifascistas (que los hay) le den su apoyo. Claro que con el argumentario fascista en la mano, el pragmatismo dictará que ¡todo con tal de gobernar! y la fractura democrática del PP se ahondará un poco más.

 

El PP está metido en buen un lío. Núñez no es la bicoca que se anunció. Le falta carisma y le sobra inexperiencia política (un poco de memoria para acordarse de donde está, tampoco le vendría mal). Quizás como relaciones públicas -a juzgar por su amistad con “contrabandistas”- le hubiera ido mejor. El pragmatismo a ultranza (el fin justifica los medios) es una posición que lo mismo vale con los fascistas que con los delincuentes: ¡todo por conseguir el gobierno! Su política partidista ha sido exactamente la misma que la de Casado: la crispación, la descalificación, el insulto directo, la intoxicación, la mentira (¡”El PP siempre ha subido las pensiones”!). Solo queda una explicación de por qué se produjo el relevo: lo determinó Díaz. Una cacicada que en un partido fascista es normal, pero en un partido democrático chirría a modo. Pero el aislamiento del resto de partidos españoles y de su propio partido europeo solo se arregla con su salida. No se atreverán, porque dos expulsiones en el periodo de una legislatura son demasiadas cacicadas. Y han tenido la legislatura al alcance de la mano: la recuperación de los votos de C’s y el recorte al apoyo a VOX han creado el espejismo de que Núñez lo ha hecho bien (ha ganado) pero la realidad es que no ha ganado ni un solo voto que ya no tuviera o que haya tenido. Sin contar la monumental cagada de perder el gobierno en la última semana de campaña.

 

Porque “Junts” es un partido de derechas, heredero de aquella Convergencia que pactaba con Madrid en el mejor estilo bisagra. Pero el tratamiento que se dio al tema independentista ha cerrado todas las puertas. La sombra de Rajoy es alargada y sus errores en el gobierno siguen condicionando la política actual. Es difícil que la militancia de Junts acepte que se pacte con el partido que se opuso radicalmente (y juzgó y encarceló a sus actores) al movimiento independentista. ¡Otra cosa hubiera ocurrido con Aznar que no dudó en llamar “Movimiento de liberación” a ETA cuando hubo la más mínima posibilidad de pacto. Núñez seguirá con el paripé de que no todo está perdido, que el gobierno todavía es posible tratando de negar la mayor: o gobierna Sánchez o nuevas elecciones. ¡Ser fascista tiene sus desventajas!

 

El desgarrado. Agosto 2023.




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