» 18-11-2023

Lecciones de política alternativa 98. Entre la democracia y la teocracia. Israel aplasta a palestina.

La teoría política de las formas de gobierno (dictadura, oligarquía, monarquía, monarquía parlamentaria…) está profundamente ligada a la determinación de en quien (o en que) reside la soberanía y de cual es el título legítimo para gobernar. En el primer caso el gobierno corresponde a Dios, a su delegado (sea sacerdote, rey, dictador, aristócratas,…pero siempre por las gracia de dios) y tras la muerte de Dios a manos de la razón, en los políticos, los guerreros, los tecnócratas, los comerciantes, etc. Como el poder lo quieren todos (es la situación de seguridad por excelencia)  hubo de decidirse que individuos o grupos estaban legitimados para gobernar. Platon dio el primer paso estableciendo que los viejos, los ricos, los fuertes, los sabios, los consuetudinarios … y finalmente los deslegitimados (“la parte de los sin-parte” de Ranciére) eran los llamados a detentar el poder legítimamente. Era una manera de legitimar la dominación dividendo el mundo en los que mandan y los que obedecen, estableciendo la desigualdad en la base de la sociedad. Platon caracterizó a los deslegitimados, los que no tenían título alguno para gobernar, como los azarosos, los que accedían al poder por sorteo, por la gracia de Dios (que en aquel tiempo era donde residía la suerte).  Tras innumerables avatares la legitimidad acabó recayendo en el pueblo, no por un derecho o utilidad de cualquier tipo sino como producto de las luchas sempiternas por el poder.

 

Entonces empezaron las discusiones sobre si era o no el mejor modo de gobierno (de hecho la bondad del sistema no había entrado jamás en la ecuación). La soberanía popular viene de la mano del gobierno representativo (el gobierno del pueblo pero sin el pueblo), -representatividad que recae en la clase política, auténtico nuevo depósito del poder- polémica que acaba en que la democracia es el mejor de los tipos de gobierno posible, idea que en otros campos (filosofía,  ciencia) ya había detentado Leibniz.  Pero en lo que todos estaban de acuerdo era que la democracia era el producto de la evolución natural de la sociedad, del progreso y de la modernidad. La democracia extrae a Dios (incluso a “la gracia de dios”, aunque se sigue jurando el cargo) de la ecuación, mediante la separación del poder religioso del poder laico, separación que culminará en la separación de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) oficiada por Montesquieu tras la revolución. Si la primera era una separación lineal y jerárquica la segunda es circular e igualitaria. 

 

Pero la democracia empieza siendo una cuestión nominalista sin contenido sustancial igualitario. La democracia recorre el camino de las legitimaciones desde la democracia de los patricios griega hasta la popular actual, siempre en el plano nominal pues el poder es algo muy serio como para dejarlo en manos del populacho. La democracia basada en la soberanía popular se reduce hoy en España (abortadas todas las vías de democracia directa y participativa) al voto, mediatizado por la edad, la confección de las listas, la elección de partidos y no de individuos,  las limitaciones de grupos y de mínimos, las leyes de proporcionalidad, el voto rogado, el dopaje de las elecciones, el fraude electoral, la desconexión total entre el pueblo y sus representantes entre elecciones, la intoxicación de la información, el populismo, etc. La posibilidad de que el resultado de las elecciones coincida con la voluntad popular es remota. Y aún así estamos mejor que las naciones que se han quedado en la fase de los totalitarismos, las dictaduras (de facto o de jure), las que no separan el poder sacro del laico o no equilibran los poderes, etc. 

 

Pero hay pueblos que no han seguido las pautas determinadas por el progreso (cuando menos del tiempo) en absoluto. Muchas naciones africanas mantienen estructuras de poder tribales bajo la apariencia de democracias republicanas o monarquías. El Islam se detuvo en la separación del poder sacro del poder laico y la subsiguiente separación de poderes políticos. El jefe espiritual es también el jefe político y desempeña indistintamente las funciones de gobernar, legislar o juzgar . Pero el caso más llamativo, con diferencia, es el judaismo, el pueblo elegido. Poco después de la muerte de Cristo (fundador o por lo menos inspirador del cristianismo) El pueblo Judío se dispersa por el mundo perdiendo su carácter de nación. Las estructuras religiosas se mantienen en la diáspora fortalecidas por su circunstancia a-nacional. La nación judía no existe y el pueblo judío se distingue por su religión en vez de por su nación. Políticamente los judíos no tienen historia, solo pre-historia. La conciencia de ser el pueblo elegido por Dios se convierte en su nación intelectual. ¿Que podía salir mal? En 1947 la ONU (presionada por el lobby judío-americano) les concede a los judíos una parte del territorio de Palestina: Israel. Pero los judíos nacionalistas no querían una parte, querían el todo y se suceden guerras de colonización, dirigidas directamente a la expulsión o exterminio de los palestinos, de su tierra en los últimos veinte siglos. Las decisiones de la ONU en favor de los palestinos son sistemáticamente ignoradas por el estado de Israel. El holocausto (probablemente el genocidio más grande de la historia) había victimizado a los judíos hasta ganarles la simpatía del mundo occidental -a lo que no es ajeno el control de Hollivood por parte de los judíos-  Acabar con el antisionismo (que el cristianismo se había encargado de propagar) se convierte en ideal de progreso. 

 

Bajo la “apariencia” de democracia (en lo que no se diferencia del resto del mundo occidental), Israel esconde una teocracia, la forma de gobierno más antigua del mundo. Las leyes de occidente no son de recibo en Israel que solo se somete a la ley de Yahvé. No en vano es el pueblo elegido. Hijos de mil leches solo se cohesionan por la religión y el odio a los palestinos. Evidentemente no hablo de todos los judíos sino solo de los que se trasladaron a su nueva (antigua) patria, pues el pueblo judío tiene dos manifestaciones netamente diferenciadas y unidas por una religión común: los judíos y los israelitas. Y en este momento histórico se han embarcado en la tarea de acabar con el pueblo palestino (por expulsión o por exterminio) y ocupar sus (de ellos) territorios, pisoteando todos los derechos humanos conocidos y -por supuesto- las leyes humanitarias de la guerra. Bombardear hospitales y exterminar niños son “daños colaterales”. La organización terrorista Hamas se ha identificado en su bestiario particular con el pueblo palestino y exterminar al primero exige hacerlo con el segundo. El choque de trenes es aquí choque de dioses monoteistas: Alá y Yahvé y la contienda se establece con las reglas de la religión y no de lo humanitario. El terrorismo de Estado queda establecido. El pueblo judío ha sido definitivamente “elegido” por su dios justiciero y terrible. El espíritu de Salomón ha sido definitivamente superado. “Focking rezos, very good misiles”

 

La alianza entre política y religión se ha propagado de  los integrismos islámicos y el terrorismo de estado israelí al creciente ultraderechismo. Ya Franco estableció aquel nacional-catolicismo que le llevó bajo palio y que -entre otras cosas- entregó la educación a manos seglares y utilizó los púlpitos como focos de mítines, amén de la impunidad en los delitos, la exención de impuestos, las subvenciones, la consideración de religión preferente, etc.  Aznar añadió la inmatriculación registral de inmuebles por la jeta. La religión se infiltra de nuevo en lo político acabando definitivamente con aquello de “a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar”. El Dios guerrero, aquel que no dudaba en tomar las armas durante siglos, está de nuevo aquí. A la muerte de Dios que Nietszche anunció, le ha seguido la inevitable resurección. Los vampiros, los demonios y los muertos vivientes pueblan el imaginario colectivo, y hablar de demonios es hablar de Dios. Se inicia la nueva diáspora, la de los palestinos. El círculo se ha completado.

 

El desgarrado. Noviembre 2023. 




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