» 05-08-2024 |
En muchos de los temas que planteo se trasluce el tema de la lógica. He tratado el tema de nuestro sistema de pensamiento, de la recursividad y del sentido común, pero nunca de la lógica y empieza a ser necesario que plantee esta disciplina que subyace a todas las demás. Aristóteles Rusell y Wittgenstein construyeron su filosofía sobre ella y es la fuente de las paradojas más importante de nuestro pensamiento. Nuestro sistema metafísico la tiene como uno de sus pilares: la verdad y fuente de los principios fundamentales de identidad, contradicción y tercio excluso que rigen nuestro pensamiento. Otro de los pilares de éste es la abstracción que es tanto una forma de simplificación/universalización como de traducción del mundo a ideas, en el mecanismo básico de traducción que origina nuestro proceso mental. No se trata de repasar la lógica a modo de manual sino de incidir en puntos específicos y conflictivos que, por lo menos para mí, son motivo de interés. La lógica -en una de sus múltiples acepciones- es la ciencia del razonamiento válido, y al decir válido vamos a entender: verdadero; el razonamiento/verdad.
Empecemos por el principio. Nuestras facultades (las facilidades de que la evolución nos ha provisto para enfrentarnos al mundo y sobrevivir) no son las mejores posibles sino aquellas, a que esa evolución pudo recurrir en el momento que se suscitó su necesidad. Ni nuestra locomoción, ni manipulación, ni la vista, ni el oido, etc. son las mejores posibles, como nos muestra el mundo animal, si exceptuamos nuestra facultad de decidir, de resolver problemas en lo mental. No existen las facultades absolutas cuya bondad sea insuperable, simplemente existen facultades mejores o peores que las de otras especies. Incluso hemos perdido facultades que evolutivamente alguna vez tuvimos y que -cuando entraron en conflicto con otras más necesarias- sucumbieron, como volar, reproducirnos por partición, ser los más rápidos, los más fuerte o los mas rápidos (citius, altius, fortius como reza el ideal olímpico). La evolución es un relojero ciego (Dawkins): resuelve los problemas cuando se presenta sin absolutamente ninguna previsión de futuro, sin plan alguno.
Una de esas facultades que nos diferencia del resto de los seres vivos es la de reflexionar: plantear y resolver problemas mentalmente antes de ponerlos en práctica. Es una facultad formidable que nos permite enfrentarnos al mundo, sabiendo que lo estamos haciendo, con consecuencias asombrosas (pero a veces desviadas) como la libertad de decisión (que solemos confundir con la libertad de hacer cualquier cosa), la imaginación ( capaz de representarnos peligros inexistentes) o la previsión de futuro (que entre otras cosas anticipa nuestra muerte), Pero el hecho de que sea la mejor del barrio no quiere decir que sea insuperable. No disponemos del mejor pensamiento posible sino el que la evolución nos proporcionó en una situación determinada (pero no, en un momento dado: el tiempo es el sustento de la evolución). Y si la evolución no ha terminado (cosa que no está clara) debería seguir mejorando o, en su defecto, ser sustituido por otra facultad más eficiente, probablemente para enfrentarnos a la especie que somos ahora, a la que bien podríamos tratar de alimaña. Otra de nuestras presunciones es que nuestro pensamiento es tan potente que puede resolver cualquier problema. No es cierto. Hay problemas para los que nuestro pensamiento no tiene solución. Es otro aspecto de que nuestro pensamiento no sea el mejor posible: la omnipotencia.
Establecido que nuestra facultad de raciocinio ni es la mejor posible ni es omnímoda (incapacidad) atendamos a cómo se produce. El mundo es enormemente complejo y -debido a ello- la imagen mental que nos hacemos de él no necesariamente coincidente con como es (noumena). O por incapacidad o por torpeza. La incapacidad ya ha sido planteada veamos la torpeza. La manera de entender el mundo es simplificarlo puesto que, en su presencia (en su complejidad tal cual) no tenemos la habilidad (ni la capacidad) de entenderlo. Existen varios modos de simplificación. Previamente debo aclarar que -dada mi incapacidad y torpeza personal- no hay razón para pensar que soy capaz de encontrar todas las formas de simplificación posibles por lo que lo hago sin pretensión de universalidad ni exhaustividad.
La primera forma de simplificar es 1) la reducción: quitar lo que puede resultar superfluo (para un fin) en el espacio (cualidad) o en el tiempo (cantidad). En el caso de que esta reducción no afecte en gran manera a la integridad intelectiva de ese objeto la reducción la llamamos abstracción. Reducir no afecta al objeto al que hace referencia sino a nuestra imagen mental de él, a la representación del objeto en nuestra mente. De ahí la torpeza. Se establece así una diferencia entre presencia, como el objeto es antes de ser absorbido por nosotros y representación (nuestra imagen mental). A ese proceso de reducción abstractiva le llamamos simbolización y al efecto de representado: símbolo. Pero todo proceso de representación (simplificación) produce símbolos por lo que la abstracción no es el único proceso de simbolización. Al segundo proceso de simplificación le llamamos 2) asimilación y consiste en reducir una generalidad de objetos por uno solo que los representa y cuya relación con ellos es de similaridad. Esta similaridad o coincidencia de propiedades es el mismo proceso de delimitación que se aplica en la definición de conjuntos o clases en función de sus propiedades comunes. El límite superior de la similaridad es la igualdad. El paradigma (objeto particular con valor de generalidad) o ejemplo (caso particular que ilustra un caso general) son también modos de asimilación (y por tanto de abstracción). La similaridad se aproxima al concepto de equivalencia cuando la propiedad que se destaca es el valor.
Definir es delimitar el alcance del contenido de una expresión. 3) Delimitar es otro de los procesos de simplificación (no necesariamente excluyente de los anteriores). En la definición está implícito el concepto de equivalencia: el corral es equivalente al conjunto de gallinas que lo componen (que entran en su delimitación). Delimitar es una situación espacio-temporal ajena a las cualidades o propiedades de los objetos. Otro elemento de simplificación es la 4) generalización: (hablar de muchas cosas como si fueran una). La concisión es una propiedad del lenguaje (sistema simbólico de representación de la realidad mediante signos). Los lenguajes son medios privilegiados de transporte del mundo a la mente, traductores que obviamente operan por simplificación.
Dibujar es simplificar -dijo Klee- y por tanto es abstraer. Es una forma de representación que se origina en la similaridad y que alcanza hasta la simbolización más abstracta, por simplificación progresiva de los grafos. La escritura se origina en el dibujo (igual que el lenguaje hablado se origina en los sonidos onomatopéyicos) alejándose del parecido con lo real por la simplificación formal que añade el uso (el tiempo) a cualquier acción humana. Este anidamiento de simplificaciones es recursivo en el tiempo, dinámico y múltiple. Cuando hablamos de arte plástico distinguimos entre arte figurativo y arte abstracto. Pero el arte figurativo no se opone a arte abstracto por cuanto es también una abstracción (menor, pero abstracción al fin) de la realidad. La diferencia se basa en el reconocimiento de referentes reales, nulo en el arte abstracto y cierto en el figurativo. Y de aquí pasamos a las imágenes que representan imágenes. Nuestras representaciones mentales no solo son palabras (conceptos, ideas) sino también imágenes.
El sicoanálisis se planteó si soñamos con imágenes o con palabras. Era una cuestión interesada pues si el inconsciente se estructura como un lenguaje (Lacan) solo podía contener palabras. Es evidente que por un principio de economía debemos simplificar las imágenes como el dibujo simplifica la realidad con una imagen más simple. Evolución es gradualidad (Peirce). Aunque pueda ser una sucesión de plácidos periodos de estabilidad seguidos de periodos de cambios convulsos (Jay Gould) eso afecta al tiempo pero no a la magnitud de los cambios que deben ser mínimos (o no existiría el concepto de especie). Ello nos lleva a pensar que el pensamiento humano se puede asimilar -en su continuidad gradual- a un desarrolló en tres fases: pensamiento en imágenes en lo real (manipulación, prueba y error); pensamiento en imágenes en lo mental (pensamiento en imágenes) y pensamiento en palabras en lo mental (pensamiento abstracto). Obsérvese que el primero pudo ser abstracto pues la manipulación debió incluir dibujos, maquetas, exvotos que se manipulaban igual que el trilero manipula garbanzos. En resumen: la transformación de imágenes reales a imágenes mentales (imágenes figurativas simplificadas) es una simplificación. Desde este punto de vista el arte rupestre no es arte sino pensamiento: capturar la imagen era capturar lo que representa (omnipotencia de las ideas) lo que no invalida la interpretación que lo considera magia pue, ésta última fue,también ,una forma de pensamiento.
Todas estas cuestiones anticipan uno de los problemas lógicos más arduos: el paso de lo particular a lo general, la abstracción y la inducción. Pero será en la próxima entrega.
El desgarrado. Agosto 2024.