» 09-08-2024

Lógica 5. La verdad absoluta.

¿Qué es la verdad? La verdad es: cómo es el mundo, respecto a la imagen del mismo que hemos formado en nuestra mente. La única posibilidad de sobrevivir para un humano sin armas (al uso animal): veneno, garras, dientes, cuernos, pezuñas, velocidad, braquiación, alas, etc. es el conocimiento: conocer el mundo profundamente y así prever, anticipar los movimientos del oponente y conseguir una acción eficaz de depredación, de lucha o de camuflaje; y así construir armas; y así diseñar estrategias. Conocer cómo es el mundo, es la ventaja competitiva que pudo salvar a una especie que había preferido abrirse a la adaptación máxima que especializarse en nichos, armas o alimentos. Y ese conocimiento del mundo es su verdad. Se ha dicho que la verdad es la coincidencia entre la imagen que nos formamos en nuestra mente del mundo y éste, tal cual es. Si la imagen es el resultado del conocimiento, es correcto, en el sentido de que no es una imagen nativa, perteneciente a nuestro genotipo sino una imagen “trabajada”, adquirida, obtenida a través de la facultad de pensar. La verdad involucra tres estamentos: la supervivencia (es el arma específica del humano); el conocimiento: la facultad de relacionar, sistematizar, memorizar, etc. de modo que podamos formarnos una imagen del mundo en nuestra mente y manipularla en lo mental; y la verdad: la coincidencia entre lo mental y el mundo, la adecuación entra ambas, de modo que se produzca la acción eficaz. 

 

También utilizamos la palabra certeza que, quizás, se adapta mejor a esta coincidencia entre lo mental interno y el mundo exterior. Cierto, es aquello de lo que podemos estar seguros, de lo que no tenemos dudas. Si podemos prever los movimientos de nuestros depredadores podemos avanzarnos a sus movimientos y vencerlos: sobrevivir, acceder a la seguridad, acceder al conocimiento. A partir de ahí empiezan las mistificaciones. Nuestra forma de pensar es simbólica (operamos sobre representaciones y no sobre presencias) y eso quiere decir la capacidad de tratar con ideas abstractas. Y aquel mecanismo de defensa, de supervivencia de aseguramiento se convierte en una retroalimentación, un bucle causal: contra más verdad del mundo poseamos más fácil es sobrevivir y viceversa. La búsqueda (como si de bayas o caza se tratara) de la verdad se convierte en una prioridad y se busca no solo donde está sino también en donde no: los dioses que la poseen y pueden revelárnosla, la advinación mágica en tanto que conocimiento esotérico. Pero también se puede proceder al revés y en vez de adquirir conocimiento que se adapte al mundo, modificar el mundo para que se adapte a nuestra mente, a nuestros deseos: La dominación, el progreso, el desarrollismo, la fantasía. La verdad no es una aspiración (como la igualdad, la libertad, la fraternidad) es una necesidad imperiosa. Si el conocimiento es nuestra arma como especie, la verdad es su condición de posibilidad. La cláusula de cierre de todo conocimiento eficaz.

 

Cuando el logos se convierte en el ideal de conocimiento de la humanidad seis siglos adc, cuando la metafísica occidental nace, se impone afianzar (es decir desarrollar un conocimiento especialmente cuidadoso) dos cuestiones: la verdad y la cantidad; la lógica (la teoría de la verdad) y las matemáticas (la teoría de los números) y las dos aspiran a la certeza (verdad) absoluta. Esa certeza absoluta se propone mediante la formalización: la independencia de las reglas de la lógica y de las matemáticas del contenido de las proposiciones y de los números. Es decir la verdad se ramifica, se diversifica: verdad de los contenidos de las proposiciones y verdad de los procesos de composición de esas proposiciones (negación, inclusión, identidad, etc.) La verdad (operatividad) del significante y la verdad del significado. Para los números es exactamente igual aunque los procesos de composición (operaciones) son mucho más variados. A las conocidas: negación, inclusión, identidad, se añaden suma, multiplicación, potenciación, etc. Las dos abstracciones (formales) fundadoras de la metafísica (en cuanto que forma de pensamiento) ya están aquí. Posteriormente llegarán otras pero sin el privilegio de la formalidad. Hay que parase a pensar en lo que estos dos procesos de formalización supusieron: el desplazamiento de la verdad del contenido a los procesos, pero también la independencia de esos contenidos. El humano había alcanzado el estatus de los dioses: podía dominar la verdad y la cantidad. Por supuesto la interacción entre lógica y matemáticas es intrincada: en matemáticas la verdad es tan importante como el número y se resume en la igualdad (la coincidencia entre los dos términos comparados) y en la lógica la cantidad es insoslayable (los universales y los particulares son expresiones de cantidad).

 

La verdad para la lógica se plantea como absoluta, solo tiene dos valores: la verdad y la falsedad (la ausencia de verdad), es decir solo tiene un valor: la verdad absoluta. Lo otro es su ausencia. En un proceso como el descrito en el que lo que se busca es la seguridad, cualquier otro tipo de verdad, ni siquiera se platea. Esa verdad fraccionaria, relativa es la probabilidad: la probabilidad de 1/2 es la verdad al 50%. La ciencia y la filosofía siempre le han tenido ojeriza a la probabilidad a la que nunca han querido tratar como verdad fraccionaria: ¡la verdad, o es absoluta, o no nada! Dios no juega a los dados (Einstein). Con la cantidad pasa lo mismo. El número se obtiene por abstracción, podando todas las cualidades que no interesan y dejando el número (la magnitud), como representante absoluto de las cosas. Este proceso de poda -necesario en los inicios por mor de la simplificación- se iría revertiendo primero con los vectores (en los que a la magnitud se le restituye la dirección y el sentido), las matrices y los tensores (en los que se restituye tantas cualidades como sea conveniente). Durante siglos se entiende que las matemáticas representan la realidad (son matemáticas aplicadas) hasta que no queda otra que reconocer que no es así: las matemáticas no reflejan la realidad (Hilbert), son teóricas. ¿Cuál es entonces su valor?

 

Solo podemos conocer el mundo con la mente que evolutivamente hemos adquirido y que no es la mejor posible. Ello nos obliga a encontrar representaciones de cosas y relaciones, ajustadas a nuestras capacidades. Las matemáticas proporcionan un repertorio de herramientas, de representaciones aplicables a la intelección del mundo y que intuitivamente no hubiéramos encontrado. La probabilidad fue desarrollada para tahures pues no tenía cabida en la concepción absoluta de la verdad. Sin embargo, para entender la física cuántica la probabilidad es la herramienta adecuada a la comprobación experimental. Las matemáticas habían desarrollado la probabilidad (la verdad fraccionaria) y ahí estaba cuando se la necesitó. Este proceso se ha repetido en la historia de la ciencia múltiples veces (los números imaginarios encontraron su lugar en los procesos eléctricos). Si estas herramientas son la realidad o simplemente son artificios de nuestra mente para poder explicar fenómenos complejos podría ser una gran pregunta si no fuera porque es accesoria (insustancial para la ciencia), La experimentación ha dado su veredicto: si no son la realidad la representan exquisitamente. Esta intelección de la ciencia utilizando elementos irreales o incomprensibles llega a su zenit con la interpretación de Copenhagen de la física cuántica que escenifica la ruptura definitiva entre una ciencia comprensible y una ciencia eficaz… pero incomprensible. Si os parece que estoy hablando demasiado de la ciencia  (del método científico) y poco de la lógica pensad que la ciencia es lógica aplicada a los fenómenos físicos. 

 

Cohen y Nagel insisten una y otra vez en la ampliación de la lógica a la verdad probable: lógica difusa o inferencia probable. Hasta el punto de separar la inducción de la deducción (entendidas durante siglos como la rama ascendente y descendente del arco del conocimiento: Platón, Oldroyd) caracterizando a la primera como un proceso probable. Por fin la probabilidad entra en la lógica. Los autores hacen hincapié en la importancia que tienen los procesos probables y como -en la vida cotidiana- nos movemos siempre entre ellos. La verdad absoluta es una falacia, es imposible. Deberemos conformarnos con la verdad fraccionaria: 50% verdad, (la moneda); 16.66% verdad (el dado); etc. 

 

Y acabaré con una cuestión importante: la búsqueda de la verdad mediante el método científico no dice como alcanzar la verdad sino como verificarla. Si la verdad es un tesoro el método científico no nos dice donde está, no es el plano del tesoro, sino que nos proporciona los elementos para comprobar…que es efectivamente el tesoro. ¿Cómo se encuentra la verdad entonces? Mediante hipótesis. ¿Y cómo se  encuentran las hipótesis? No existe un método reglado para ello. Intuición, instinto, iluminación, analogía…Particularmente creo que el relato -que cumple con las exigencias que le son propias- es una excelente fuente de hipótesis. Muchos científicos han escrito sobre ello (Poincaré). En su caso parece decir que nuestra mente sigue funcionado fuera de nuestra conciencia buscando soluciones (relaciones inéditas, enfoques novedosos…) para problemas que ya no están en la misma y que irrumpirán cuando se atisbe la solución. Sea como sea la falsación de hipótesis es un excelente método científico que si bien no despeja la incógnita, reduce el campo considerablemente (Popper). Si más no, es una reivindicación positiva del inconsciente. Recordemos la aportación de Peirce a este tema con el silogismo abductivo que parte de una hipótesis y un resultado para encontrar una causa (una explicación) y no olvidemos que no solo es el método de la ciencia sino también el método cotidiano de resolución de problemas. El método deductivo (ley general; caso particular; conclusión) es perfecto pero imposible (¿cómo hemos obtenido la Ley general?). La inducción es simplemente probable (su verdad no es absoluta). Y ahí aparece el método científico: En vez de una Ley partimos de una hipótesis; aplicamos el método deductivo y obtenemos una conclusión silogística. Si ésta, es verificada en lo real, es que la hipótesis era cierta.

 

La ciencia como empresa conjunta nunca esta en una posición de verdad absoluta (aunque nos comportamos como si así fuera) sino en la última hipótesis todavía no falsada. ¿Es por ello la ciencia falsa o inhábil para el descubrimiento científico? No, gracias a que este proceso de falsación es recursivo y en las diversas modificaciones de las hipótesis se produce un proceso de refino que nos acerca a la inalcanzable verdad absoluta (nadie sustituye una hipótesis por otra peor). La investigación científica se produce por anidamiento de unas teorías en otras más finas (más exactas) al modo de las matrioskas. Una inclusión recurrente infinita. Sabemos que grado de exactitud hemos alcanzado con cada teoría o Ley en vigor, medible por el número de decimales exactos comprobados por la experimentación. No es un método puro porque la razón es incapaz de hacerlo mejor y necesita aliarse con la experimentación para comprobar sus resultados. Para Popper el método científico debe enunciar sus leyes de manera que faciliten la falsación. Ahí reside su bondad y no en su exactitud absoluta.

 

El desgarrado. Agosto 2024.




Published comments

    Add your comment


    I accept the terms and conditions of this web site