» 01-09-2024

Monólogos 13. Diferencias entre hombres y mujeres.

Con la reinvidicación de la igualdad por parte de las mujeres se ha producido un fenómeno reaccionario en el sentido de mostrarnos que existen diferencias reales que hacen a hombres y mujeres diferentes (primer paso para justificar un trato diferencial). Que si las mujeres son de Venus  y los hombres de Marte; que si las mujeres no entienden los mapas y los hombres no se orientan; que si las mujeres son multiárea y los hombres no saben andar y comer chicle a la vez; que si los hombres no saben encontrar los calcetines en el armario o la mantequilla en la nevera y las mujeres (¡incluso antes de Marikondo!) son expertas en ordenar armarios, etc. Que no somos iguales es evidente. “Casi” que a simple vista podemos distinguir unos de otros y sin embargo, en el momento olímpico se suscitan muchas dudas en la dilucidación del género. Existen muchas maneras de enfocar del género y no siempre coherentes: género morfológico, género genético, género sanguíneo, género sicológico, género electivo, género reproductivo, género identitario o mental, género social… En cuanto seres humanos somos iguales, pertenecemos a la misma especie y deberíamos tener los mismos derechos y oportunidades. Y ese “deberíamos” marca la diferencia entre lo normal (“de facto” y “de iure”) y lo habitual (cotidiano).

 

Porque vivimos inmersos en un ambiente, en una educación, en una sociedad, en una cotidianidad en la que los hombres son tratados como superiores a las mujeres, y la inmersión es tan absoluta que ha cobrado visos de normalidad.  Dos peces pasean y uno le die al otro: “¿Está buen el agua hoy, no? Y el otro responde extrañado: “¿Qué agua?”. La metafísica es profundamente machista (entendiendo por machista la presunción de que los hombres son superiores a las mujeres y por metafísica el sistema de pensamiento occidental de los últimos 26 siglos), la religión es profundamente machista (¡El parto es un castigo divino!), la cultura es profundamente machista , la educación es profundamente machista, y así podríamos ir enumerando cuantas instituciones conforman la sociedad humana sin que ni una sola escape a esa realidad. Si el sistema de pensamiento es machista ¡no se puede pensar de otro modo! El machismo es anterior al pensamiento y lo conforma. Acabar con el machismo solo será posible revisando el sistema de pensamiento, revisando la metafísica. ¿por qué las madres educan de forma machista a sus hijos? Por la misma razón que los mandan a la guerra. Porque no tienen un sistema de pensamiento igualitario que las ampare. Cuando el hombre dio el golpe de mano en que se apoderó del saber y expulsó de él a la mujer, la suerte estuvo echada. La siguiente pregunta es obvia ¿pueden tener las mujeres un sistema de pensamiento alternativo o paralelo al que tienen los hombres? Por ejemplo una metaética. O planteado de otra forma ¿Tienen las mujeres interés en tener ese sistema de pensamiento alternativo? Y aquí hemos dado con la diferencia esencial: el interés (y no la necesidad). 

 

La mujer no enfoca la vida desde los mismos parámetros que el hombre. Es emocional donde el hombre es racional; es sintética donde el hombre es analítico, es intuitiva donde el hombre es racional, en constructora (de nueva vida) donde el hombre es destructor (guerrea), es ecologista (identificada con el medio) donde el hombre es individualista (enfrentado al medio, que no duda en destruir). Para el niño la vida es conocer como funcionan las cosas y para ello despanzurra el juguete buscando su esencia; para la niña la vida es construir relaciones y por eso la esencia de su muñeca es lo que pasa fuera de ella. Como consecuencia es pacífica/colaboradora donde el hombre es agresivo/competitivo (lo que tiene mucho que ver con los niveles de testosterona, pero ese es un dato evolutivo que no podemos cambiar). Ante esto cualquier hombre aducirá múltiples ejemplos de que la mujer es todo lo que he achacado al hombre. Cierto… pero no por constitución estructural sino por contagio. El hombre se propone como modelo de ser humano que la mujer debe imitar, en esa manera de ser igual que consiste en “ser igual a…” Es su particular y tramposa manera de “conceder” la igualdad. Es el último paso de la consecución del género único: la igualdad consiste en que la mujer sea igual al hombre, copie su modelo, se mimetice. Es una igualdad por absorción. Y ¡por qué la mujer acepta esa situación del hombre como modelo a seguir: porque no tiene un pensamiento propio (y ello… porque no le interesa). 

 

La igualdad bien entendida consiste en la reciprocidad de que el hombre sea igual a la mujer y la mujer al hombre, o mejor, que ambos sean iguales a un ideal neutro, un punto equidistante de sus propias diferencias. Y eso implica que el hombre colabore (verbo femenino) en la construcción de un pensamiento humano en sustitución del pensamiento masculino actual. Porque la alternativa (muy masculina ella) es que la guerra por la igualdad se recrudezca y las mujeres tomen el modelo de convergencia que propone el hombre: la guerra de los géneros; que las mujeres defiendan un pensamiento femenino opuesto al pensamiento masculino y que la guerra se institucionalice. Ser feminista -para el hombre- consiste en apostar por la construcción de un pensamiento común, humano, sin sesgos de género. Ser feminista significa apostar por la pacificación de la convivencia en un pensamiento común. En su pensamiento competitivo, confrontacional, agresivo, guerrero, el hombre entiende el feminismo como un acoso, una declaración de guerra, un asalto a su privilegios y a la esencia masculina del mundo. No es así, porque la mujer no es así (mejorando los ejemplos de Catalina de Aragón, Juana de Arco y la monja alférez… ejemplos perfectos de contaminación). No quiere la guerra pero tampoco la sumisión y por lo tanto ofrecerá resistencia. De nosotros depende que esto acabe bien o acabe en tango. ¿No os parece que ya hemos hecho bastante el ridículo?

 

El desgarrado. Septiembre 2024.




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