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» 04-09-2024 |
¿Estamos en un cambio de ciclo? Od diré lo que opino: SÍ. La metafísica se agota y nuevas formas de pensamiento (cibernética, metaética) asoman en el horizonte. Y eso se nota en importantes convulsiones del sistema. Creo que los ordenadores de bolsillo (móviles), Internet, las redes sociales, significan un punto de inflexión no solo en la tecnología sino más profundos. ¿Que es internet? Una base de datos, inicialmente militar y universitaria expandida posteriormente al mundo. Una base de datos es una pila informe de información (¿una paradoja?) que para ser útil necesita algún tipo de orden y eso son los buscadores: herramientas que ponen orden en la base de datos de modo que lo que buscas aparezca de entre la baraúnda desordenada al modo del escritorio de un estudiante, o de un cajón de sastre. Pero sabemos que clasificar no es algo que tiene que ver con la naturaleza sino con nuestra mente: el orden es un orden impuesto y por tanto arbitrario. En una sociedad capitalista como la nuestra (¡Si. Lo del comunismo fue un espejismo!), en que nadie da nada, por nada ¿Por que los buscadores son gratuitos? No penséis más que se calienta la sala: porque les estamos dando algo a cambio: nuestros datos, nuestro perfil, incluso nuestra intimidad. La nueva mercancía, el oro de nuestra época es la información, y como tal mercancía se compra y se vende en el mercado. Cada vez que le pedimos al buscador que realice una búsqueda le estamos diciendo que es lo que nos interesa, nos preocupa, lo que no soportamos y lo que amamos: nuestra alma. Como compradores, como pensadores, como activistas… como personas.
El modelo de rapiña de datos se amplió a otros campos. Las empresas de ventas on line son bases de datos sobre los compradores entregados por los propios compradores. Sobre los objetos de deseo, sobre preferencias, sobre cultura, sobre sexo. Pero se circunscribía a las transacciones comerciales. Hacia falta ir más allá en este modelo, en el que el individuo entrega sus datos voluntariamente: las redes sociales. Con la excusa de establecer una red de contactos e intercambios “personales” olvidamos que no solo el interlocutor es ese contacto -y el resto de contactos lo que reduce la intimidad a cero- sino también el gestor de la red…. además de todos los hackers y ciberdelincuentes que tienen a su alcance los datos bancarios que entregamos a nuestras tiendas on line. ¿No pensaréis que Elon Musk ha pagado 44.000 millones de dólares por twitter por filantropía, por capricho o por error? Espera sacar más o sea que ya sabéis lo que valen vuestros datos… esos que estáis regalando. Para haceros una idea con los datos -mediante un avatar- se construye un yo virtual que reproduce exactamente nuestro comportamiento como consumidores, como usuarios, como sujetos de emociones y sentimientos (incluso de pasiones) y como personas jurídicas (cuentas bancarias, DNI, bienes raices, etc.), como ciudadanos políticos que votan. No solo están en juego nuestros bienes sino también la democracia (tanto si votas como si no). Y así se establece una red de tráfico de datos que se venden y se compran en el mercado sin saber el destino definitivo de los mismos (como cuando el gobierno vende armas (¿para qué? ¡Ahhhh!), es decir, que acabarán indefectiblemente en manos de delincuentes. No te espía Google, Amazón, o Facebook, sino Al Capone en persona. La idea del “Gran hermano” de Orwell se ha hecho realidad pero no es el Estado (que también) el que te espía, manipula y controla sino el capital, el mejor postor.
¿Por qué los ciudadanos han, de repente decidido, que son inmensamente sociales y que el mejor medio son las redes sociales? Sociales ya éramos: es un legado de los grandes simios de los que venimos. Pero -y con anterioridad- también somos individuales (la misma vida es individuación, separación del medio, supervivencia)… y se produce el conflicto. El candor (la fe en el prójimo) es el mecanismo suavizador de tensiones que nos permite evadir la eterna desconfianza que nos producen los demás. Hay otros: el amor (yo soy tú), el humor (no va en serio) y el juego (es como si…), todos ellos ficciones, todos ellos inexplicados por la razón y por la metafísica, versos libres de nuestra civilización y sociedad. La cuestión es que los demás nos mienten sobre sus verdaderas intenciones que siempre son: aprovecharse de nosotros, sacar ventaja, dominar. La manipulación de la verdad (la mentira) es por lo tanto el medio que reúne todas las anteriores ficciones lubrificantes. El punto flaco de la mentira es nuestro lenguaje corporal que nos delata con facilidad. Mentir con las palabras es fácil, con el cuerpo ya es otra historia. Hubo una serie de TV que hablaba de esto: “Miénteme”. ¡La cara de póquer de Tim Roth era un poema! Hay que ocultar el lenguaje corporal y la mejor manera es que la relación no exponga el cuerpo al análisis visual: la relación a distancia. El teléfono sustituyó a la carta y ambas sucumbieron a manos del Watsapp. En 2024 el watsapp fue el medio de comunicación interpersonal más usado con 2.000 millones de usuarios. El que menos imágenes contiene es el más usado. Si incluimos la redes sociales (que se abren a comunicaciones multipersonales) Facebook alcanza los 3.000 millones/año, Youtube 2.500 millones e instagram 2.000 millones. Facebook, Instagram, WhatsApp y Facebook Messenger pertenecen a la misma empresa: Meta. Google recibe 2 billones de búsquedas al año (5.800 millones/día) realizadas por 1.000 millones de usuarios/día.
¿No os habéis alarmado verdad? La teoría de la conspiración tiene su antídoto en: “Tol mundo es güeno” Y es que ha sido la propia generalización de la mentira la nos traído a este punto. No creemos a los políticos ni a los medios. Tampoco a los que dicen que aquellos mienten. Nos hemos refugiado en la omnipotencia de las ideas: mi intuición vale más que cualquier información y, además, la cambio de acuerdo con mis deseos. La subjetividad ha tomado el timón. La regresión es hasta los tiempos anteriores a la razón. Hemos vuelto a las emociones, los sentimientos y las pasiones. Nos fiamos de los que nos quieren, de aquellos con los que tenemos lazos afectivos (aunque lo de los reyes magos y la cigüeña tenía tela). La amistad, las relaciones sociales han sustituido a la razón. Hemos cambiado un contexto racional por otro emotivo. Y nos hemos construido una burbuja en la que hemos dispuesto nuestra madriguera, a salvo del mundo, entre los nuestros. Y ¿quienes son los nuestros? los de nuestra tribu, los que visten, comen y piensan igual que nosotros: los de la comunidad Levys-McDonals-Ayuso. Y ¿esos no nos mienten? Si, claro, pero por otras razones: por defender sus sentimientos, sus ideales, sus pasiones. ¡No es lo mismo! Estamos deconstruyendo la metafísica no con la razón sino con la emoción. No diré que esté mal (cualquier medio es bueno) pero ¿Así, por las buenas, sin ninguna estrategia, sin ningún rigor? Llamadme antiguo pero no creo que improvisando, despreciando y dogmatizando lleguemos a nada. A otro fracaso, a añadir a los que ya llevamos.
El enemigo está ahí delante y está organizado. Claro que la lucha es cansina e improductiva, pero la sumisión de facto, por no discutir, es peor, o por lo menos, se lo pone más fácil. Si, ya sé que no queréis oír esto, que estáis cansados. No te puedes meter en una jaula pensando que los barrotes te defienden del exterior. Cuando se inició Internet muchos pensaron (¡Bueno. No tantos. Tres o cuatro!) que el ideal anarquista se había hecho realidad: el mundo como una comunidad de iguales, sin (sub)divisiones jerárquicas, sin barreras nacionales. Un foro en el que todo el mundo podía ser escuchado, si su mensaje era interesante, sin censura, sin limitaciones. Incluso resultó extraño que el poder no reaccionara inmediatamente en contra. Y fue cierto para algunos músicos que editaron y colgaron sus obras directamente, pensadores que predicaron en abierto y para los organizadores de armarios que por fin pudieron acceder al gran público. Luego apareció la democracia del “I like”, el referéndum del “me gusta”, la publicidad, los influencers, el control parental, la censura, la pornografía, y la dictadura de los buscadores, las turbulencias e intromisiones que impiden navegar linealmente, las páginas trampa de las que salir requiere técnicas de videojuego. Y los ciberdelincuentes y las trampas. Las granjas de boots pueden infectar la información como pasó en las elecciones USA o en el Brexit. Los políticos entendieron internet y las redes sociales como la vía para llegar a los jóvenes (y éstos se creyeron que les hablaban a ellos y no a su voto). Los insultos en las redes son a-personales, se producen en ausencia de la persona, sin interacción sin respuesta inmediata, sin lenguaje corporal, sin ninguno de los recursos que lubrifican las relaciones sociales. Un nuevo tipo de bronca despiadada e implacable. La ultraderecha (para la que la violencia es el mejor medio de control social) es feliz vertiendo mierda y los demás le siguen el juego. La reivindicación del “no pensar” ha triunfado.
¿Es todo esto la evolución natural de las cosas o hay un cambio sustancial? La racionalidad desaparece, la exactitud es una quimera o mejor, es algo que está bien para la tecnología pero no para la vida como conjunto holístico. La ciencia se conforma con comprobar hipótesis y desiste de descubrir verdades. Las ocurrencias, las invenciones, la creación al fin, es el motor de las hipótesis y todo el mundo puede tener ocurrencias y por supuesto olvidarse de comprobarlas. Incluso podemos discutir a los científicos el valor de las vacunas, el valor del método científico. Virtualmente sociales y ferozmente individuales. ¡Por que yo lo valgo! Retorna el antiguo sistema de pensamiento de la prueba y el error en forma de recursividad informática. Los manuales de uso desaparecen, cada usuario “descubrirá” el funcionamiento a base de equivocarse. La experiencia no tiene valor, no solo por la velocidad de los cambios, sino porque se ha devaluado en una educación en la que el “yo” es lo primero. Una sociedad en la que la experiencia es la memorización del error es una sociedad enferma de negatividad. Las emociones y sentimientos presionan sobre la racionalidad (en horas bajas) y la socialización (virtual, mediada) toma el poder. Se robotiza el sexo. Estamos en la apariencia de la socialización. La realidad es que las relaciones personales en vivo y en directo nos dan miedo. Es un cambio sustancial. Empieza una nueva era. Pensaréis que son lamentos de cornudo (como el bolero), de nostálgico del ayer, pero… ¿y si toca aquí?
El desgarrado. Septiembre 2024.