» 31-08-2024

Monólogos 9. Sentido común y lógica parda.

Los políticos cuando no tienen argumentos (o los que disponen contradicen lo que nos quieren endiñar) echan mano de “Los países de nuestro entorno”, “Como no podía ser de otra manera” o “Es de sentido común” En este último caso matan dos pájaros de un tiro porque refuerzan su posición frente a la del opositor y, además, le llaman tonto (carente de sentido común). El sentido común es el menos común de los sentidos, dicen las malas lenguas, generalmente bien informadas. ¿De dónde ha salido el sentido común? ¿Es innato o lo adquirimos con la educación? Parece que se produce en la intersección de varias corrientes (como el estrecho de Gibraltar. Por eso no hay quien lo entienda). En primer lugar la pasión de maestro, típicamente masculina (en la mujer se produce en menor grado o simplemente por contagio.) cuando el hombre expulsó a la mujer del saber y del género. ¡Sí. Sí. Lo hizo! En cuanto apareció el pensamiento racional (logos), el pensamiento especulativo, hace 26 siglos, y descubrió que con él lo podía argumentar, justificar sus más bajas pasiones. Pero ese genial golpe de mano (o quizás de maza) podía ser revertido con el andar de la historia y el hombre se proveyó de una cláusula de cierre que bloqueara cualquier futuro cambio: el maestrazgo. No la comarca, o la sierra castellonense-terolosa, sino la función de transmitir la verdad, la función de enseñar. La explicación era simple: si la mujer era irracional (estaba expulsada del saber), mal podría enseñar, por lo tanto, fue declarada aprendiz perpetua… aparte de otras lindezas. ¡Había nacido el gran maestro!

 

Aquella función usurpada (enseñar) se convirtió en un rasgo del temperamento masculino: en cuanto te acercas a un hombre te da una lección. Todo el mundo sabe de todo. Dicen que para gustos hay colores y el pantone dice que existen innumerables gustos, opiniones, alternativas. Habrán estudiado, pensaréis. No. La mayoría no extraen sus opiniones de ahí. ¿Pues entonces? Se sienten dotados de un sistema de razonamiento que les permite rehacer todo el pensamiento universal con la sola ayuda de su función racional. Como si dijéramos: han nacido con la máquina de fabricar verdades: una portentosa mente que, por lo demás, no utilizan para nada más. Es cierto que nuestra mente dispone de mecanismos para entender el mundo, muchos de ellos heredados de nuestro pasado animal instintivo. ¡Sí. Sí. Animal! mecanismos intuitivos en los que se asienta la razón. Pero no producen verdades sino convenciones, acuerdos. El germen del pensamiento es la convención, el ponerse de acuerdo, que a su vez viene de aunar esfuerzos, coordinarse para acometer empresas complejas, es decir de ser sociales. 

 

A esos principios indemostrados y a esos mecanismos (modos de operar con las ideas) le llamamos lógica. La lógica es una ciencia compleja desarrollada a lo largo de milenios por grandes pensadores. Pero sus rudimentos nos vienen instalados de serie. Multitud de animales cazan juntos, aúnan esfuerzos, llegan a una convención para repartirse el trabajo. La partida de caza es el origen del pensamiento, de la razón. Esa lógica rudimentaria es el sustrato del sentido común. Recordemos que es convencional y por tanto su valor de verdad es limitado. Si tu ves lo mismo que yo, eso es verdad (para nosotros dos). Si coincidimos la mayoría, es verdad para todos nosotros, si es verdad para todos, es universal y los que no coinciden son tontos, locos o incapaces. En nuestra especie, ser diferente es arriesgado aunque hubo tiempos en los que se les veía como enviados de los dioses. Aún así, era arriesgado. 

 

El pensamiento no solo surge de la convención sino también del orden. El mundo es complicado (hay que simplificarlo) y para entenderlo lo mejor es ordenarlo, clasificarlo según criterios arbitrarios (uso, cualidad, fin, etc.). Los pájaros ordenan ramitas y otros objetos hasta formar un nido. Previamente han clasificado los elementos a utilizar por el método de prueba y error: los que no sirven se quitan y se memoriza que no sirven. Las madres cuentan las crías, quizás comparando el conjunto de éstas con el conjunto de las tetas. ¡Quién hubiera dicho que las tetas son un ábaco! Pero ¿cómo se producen las convenciones y los ordenamientos por simplificación? Desde luego no existen como tales en la naturaleza (no son descubrimientos) sino que es la única manera que tiene nuestra mente de proceder. La convención y el orden son proyecciones de nuestra mente en la naturaleza (son creaciones). La estructura de nuestra mente es causal-arbórea: una cosa tras otra y divergiendo por ramificación. Ese es el único orden posible para nuestra mente (pero no para la naturaleza). Con estos elementos la lógica biológica (heredada de los animales) ya está constituida.

 

De hecho, esta lógica, -que nos permite malentender el mundo (en la mayoría de los casos), malentendimiento que es mejor que el sinentendinmiento previo- es un relato con ciertas condiciones: secuencial, causal, intrigante (excita nuestra curiosidad), coherente (no se contradice), excluyente (contiene solo los elementos que necesita, lo que lo hace único: dos cosas indistinguibles son la misma) y verosímil (con apariencia de verdad). A un relato como este le llamamos lógico. De hecho contiene los principios lógicos fundamentales: identidad (único), no contradicción (coherente) y tercio excluso (excluyente: en dos posiciones absolutas lo que no es la primera es la segunda). La verosimilitud (junto a la secuencialidad y la causalidad) lo hace ser explicativo de la realidad y la intriga nos empuja a establecerlo. Este relato interior es el pensamiento, en el que se relacionan imágenes mentales de elementos existentes en la realidad (imágenes en las que coincidimos por convención). El pensamiento mítico (anterior al racional) se construyó con estos relatos (mitos). Evidentemente dista mucho de que este relato sea capaz de guiarnos por el mundo de forma eficaz. Dista… la ciencia (la comprobación del relato mediante el experimento). 

 

El parecido de este relato con la realidad es asombroso, lo que nos empuja a confundirlo con ella (omnipotencia de las ideas), a convencernos de que es la misma realidad (el sentido común “significa” la realidad). El hecho de que sea inmaterial conforma la noción de espiritualidad (procesos, imágenes y relaciones inmateriales) y su magnificación conforma la trascendencia (el más allá). Los relatos están siempre en el borde de la fantasía, en el peligro de ser tomados por la realidad. Los relatos surgen de la realidad y por tanto de la experiencia lo que no excluye que puedan ser creados por la mente como sueños, ensoñaciones, alucinaciones, delirios o fantasías… incluso: razones. Cuando -en una de las aplicaciones más corrientes del sentido común- decimos: “esto debe ser así por lógica” nos referimos a nuestra experiencia de simplificación (convención y ordenación), a nuestras múltiples vivencia de prueba y error de las que hemos memorizado el resultado, a los relatos que hemos construido con todos esos elementos (y acechados por los peligros que estos comportan), todo ello, de acuerdo con las posibilidades físicas de nuestra mente (el sistema nervioso). Cualquier pensamiento sistemático queda excluido; cualquier posibilidad de acierto es remota y, sin embargo, tenemos la conciencia de que nuestra máquina de producir verdades es infalible. Incluso nos atrevemos a oponerla al saber sistemático-científico (teorías de la conspiración). ¿Por qué entonces esa fe ciega? Porque el sentido común es la estructura de tránsito entre el instinto y la inteligencia. No se podía abandonar el instinto cuando la inteligencia no estaba aún madura y se estableció una estructura de paso, de tránsito que comparte las características de ambas.  Pero no podemos quedarnos ahí porque significaría que somos semirracionales. ¡Ánimo. Un esfuerzo más y seremos plenamente racionales!

 

El desgarrado. Agosto 2024.




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