» 12-11-2019

Reflexiones tipográficas 200. Las pava/os (versión española de la “teoría de la jovencita” de Tiqqun) en la política.

Como recordareis (y si no consultad el blog sobre Tiqqun que hablaba de ello) La jovencita es un ser que sin tener un sexo o género definido (lo abarca todo) reúne la condición de joven y femenina. La mejor traducción que se me ha ocurrido es la de pava/o. Es importante destacar que no se refiere a las mujeres, sino a una actitud, que si bien parte de una idea de feminidad como objeto de contemplación y adoración (¡por que yo lo valgo!), trata de extenderse a ambos sexos y géneros. Para más aclaraciones podéis consultar el texto fundacional de la teoría: “Primeros materiales para una Teoría de la jovencita”, Acuarela & A. Machado, 2012.

 

Las pava/os han irrumpido en nuestra publicidad con fuerza. En un anuncio de dentríficos una pava nos confiesa que no solo su marida la hace reír… también lo hace su dentista. En otro anuncio de ventas de ropa de segunda mano diversas pavas nos anuncian que han descubierto el negocio del siglo vendiendo lo que no se ponen. Evidentemente todo esto tiene arqueología: ¡Por que yo lo valgo! era una afirmación impagable y los pavos que anuncian perfumes, desodorantes, depilatorios, etc. (eso que se dio en llamar metrosexuales) no tienen desperdicio… aunque han evolucionado hacia la infantilización. En una mezcla de seducción infantil y peluchosidad las pava/os (en adelante pavaos), se asoman a nuestras pantallas para proponernos lo que Tiqqun nos avanzó hace diez años: existe un género nuevo, asexuado, cuyo atractivo reside en la neotenia (la peluchosidad) que sin embargo practica la seducción del infantilismo. Y que si bien se ceban en las pavas (las mujeres) ya han conseguido grandes éxitos en los anuncios de depilatorios como el de los rudos marineros presumiendo de heridas, vencidos por el pavao depilado a la crema.

 

Comprendo que el feminismo encuentre aquí más de lo mismo, más de lo de siempre, y en primera aproximación, yo también coincido. No fue muy afortunado Tiqqun al llamar -a la por otra parte una denuncia necesaria- “Teoría de la jovencita” pero la historia está llena de buenas teorías con pésimos nombres (puestos por hombres). En fin, dado que la idea no se puede soslayar me quedaré con el nombre de pavao y pavaos utilizado indistintamente en masculino y en femenino (al fin y al cabo es un concepto asexuado y agenérico) para tratar de corregir el evidente sesgo. Y después de la introducción vamos a pasar a lo que me traía: los pavaos en la política. Me viene a la memoria aquella película “Armas de mujer” en la que dos etilos de mujer completamente opuestas, la que se manifiesta como pava (estereotipo de la mujer) y la que se manifiesta como fuerte (estereotipo del hombre)  compiten por el éxito. Probablemente las pavas más importantes de la historia del cine han sido Monroe y Bardot aunque esta última con un punto de perversión que la hace im-pávida. De todas formas la lista de rubias ingenuas “inconscientes” de su alto atractivo erótico es extensa.

 

Hasta hace muy poco la política española era una política de hombres. Varones bregados por la vida y vestidos de cuáquero. De pronto (con la aparición de C’s y Podemos aquello cambió radicalmente. Los jovencitos se convirtieron en el principal activo de los partidos. El único que rompe con ese esquema es Abascal cuyo aspecto de legionario (camisa desabrochada, pelo en pecho) es innegable (¡Vuelve el hombre! diría la publicidad). Las mujeres políticas eran necesariamente masculinas como disculpándose de su feminidad, aunque también ha habido Barbies (¡aquella Isabel Tocino del PP!). Cuando irrumpieron los jovencitos, irrumpieron, a su vez, las jovencitas: Arrimadas, Díaz A., Montero, Monasterio… La Pastor se ha quedado tan obsoleta como se quedó Rubalcaba. Jovencita no quiere decir pava pero en el caso de Díaz A. (¡nada menos que la presidenta de la comunidad de Madrid!) su condición de pavao es innegable. Cada vez que abre la boca no sabemos si nos va a decir que su dentista la hace reír, o cualquier otra ingenuidad, como que los atascos forman parte de lo que los madrileños adoran. Curiosamente su compañero en el Ayuntamiento de Madrid participa de esta característica de pavao: es pequeñito como un niño e ingenuo como una flor y, por supuesto, no para de decir tonterías. Si forzara un poco la voz pensaríamos que es un muñeco.

 

La Monasterio, aunque alejada de su periodo juvenil, se presta al pavoismo con entusiasmo: decir que no sabe cuando acabó la carrera es de una ingenuidad emotiva, como si no le diera importancia, como que no importa. Toledo es de otro estilo pero tampoco im-pávida: es Yuki, la pava perversa, pero con innegables mohines de pava. La peluchosidad de Rivera, de Casado, de Iglesias, incluso de Sánchez (a pesar del carisma de presidente que lo disimula, pero forzado por los colorines de sus americanas) son innegables. Casado, sobre todo, es como para llevárselo a casa. hasta su mujer parece salida de un manga. Cuando Rivera irrumpió en los medios con el cahorro-que-olía-a-leche, cavó su tumba. No puedes competir con quien inventó la marca peluche (como afirmaba Hitchcock). Los pavoes están en auge, han tomado las riendas de la política y no parece que las vayan a dejar. Han llegado para quedarse. Esperemos que esto no se convierta en un concurso de mohines.

 

Y la cuestión es que la democracia pretende representar a todos. En democracia es normal que haya representantes bobos para representar a los bobos. ¡Ese es su éxito! La democracia es la superación de la Ilustración, la superación del gobierno de los mejores, de los más inteligentes, de la excelencia. Tal y como las pavas tienen sus influencers y sus youtubers, tienen derecho a tener sus representantes en el gobierno. Parece muy fuerte, pero colectivos que se sienten no representados son colectivos que se pueden arrojar en brazos de quien les proponga algo parecido… o simplemente favorecerles el pataleo. Si la democracia es el gobierno del pueblo los pavos, los tontos y los que no quieren ser representados tienen derecho a ser representados. Lo otro es perderlos para la democracia o que los recojan los que se dedican a encontrar las  micro-sensibilidades perdidas u olvidadas como ha hecho VOX (cornudos, cazadores, meapilas, resentidos, falangistas, fascistas, machistas, etc.). Los pavaos son parte integrante de la sociedad y por tanto con los mismos derechos que los demás. Bien está que sean representados. La función de los políticos es que esos pavaos sean reciclables a ciudadanos. Ahí está el reto.

 

El desgarrado. Noviembre 2019.




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