» 27-07-2021 |
La teoría del caos es fundamentalmente una teoría de la causalidad compleja. La metafísica (y la ciencia, en gran manera) se conformó con la causalidad lineal y simple. La cibernética añadió la retroalimentación (feed-back) que es un bucle causal en que los resultados (efectos) vuelven sobre el efector para modificarlo y obtener nuevos y distintos efectos. Distinguió entre servomecanismo (autorregulación: a más, menos) y amplificador (a más, más). Del primero el ejemplo más vulgarizado es el timón (piloto) automático (que corrige el rumbo automáticamente) y del segundo el micro ante el altavoz (que conduce a una amplificación sin fin). En la vida podemos distinguir claramente entre los procesos autorregulados y los amplificados.
La homeotenia es de las primeras: el esfuerzo y el calor producen sudor, el sudor refrigera y permite continuar con el esfuerzo y soportar el calor porque rebaja la temperatura: a más calor, más sudor; a más sudor menos calor . Sin embargo las convenciones sociales desbaratan este mecanismo prohibiendo socialmente el sudor. El ejemplo más claro de amplificación son las armas: un pequeño gasto de energía desencadena una respuesta explosiva (nunca mejor dicho), Que incluso se anidan de lo físico (el gatillo) a lo químico (la pólvora), a lo atómico (fusión) o la bomba de hidrógeno (fisión) en una amplificación imparable. La vida es una medida mezcla de ambas: como robar energía (amplificación) y como conservarla mediante la autorregulación. El orgasmo (los orgasmos) son ejemplos de gratificación amplificada. Desde el estornudo hasta el sexual, pasando por todo tipo de exceciones. Tras todos estos ejemplos subyacen los cambios de fases: la causalidad es simple excepto en determinados momentos especiales, que en la relación entre el calor y el agua se produce a los 0º y a los 100º grados en el tránsito de lo sólido a lo líquido y de éste al estado de gas.
La teoría del caos estudia los sistemas amplificadores naturales. Frente a la causalidad lineal aritmética la teoría se adentra en la causalidad lineal geométrica (explosiva, orgásmica). El sistema “olvida” pronto las condiciones iniciales hasta desdibujar sus orígenes. Las consecuencias son la autoorganización (el Bing Bang, la vida, la inteligencia), las consecuencias inesperadas (debido al olvido: el aleteo de las alas de una mariposa en Hong Kong puede influir en el clima de NY) o los atractores extraños (necesidad fraccionaria) que ponen en cuestión el concepto puro de causalidad. El clima (Lorentz) -pero también la bolsa- fueron sistemas que se ajustaban a la perfección a la nueva teoría. Pero lo más importante es que la causalidad no es una apuesta de todo o nada (necesaria) sino que puede ajustarse a la probabilidad: la causalidad (verdad) fraccionaria.
Los atractores extraños (fraccionarios) integran el mundo del arte en el mundo de la ciencia. El ritmo, la melodía, la armonía (música), la métrica, la rima (poesía), la gravedad, la simetría (arquitectura), la composición, la perspectiva, el claroscuro, los colores complementarios (pintura) son atractores no necesarios, pero existentes, que arrastran al arte a resultados específicos, pero libres. La libertad es la inexistencia de causalidades rígidas, la existencia de necesidades laxas. Tras que la cuántica instituyera la probabilidad estructural en el corazón de la ciencia (ante la incredulidad de Einstein), esta verdad fraccionaria se ha extendido a todas las disciplinas de la mano de la ergódica (la equivalencia entre el espacio y el tiempo que permite hablar de verdad fraccionaria). Un atractor extraño convierte la necesidad en algo intermedio entre la necesidad y la libertad. La teoría del todo (no solo de la ciencia) está más cerca. uando Aristóteles hablo de causa en potencia (posibilidad, probabilidad) y en acto (actuada) no dijo otra cosa. No dijo que la potencia era una verdad fraccionaria (en tanto que el acto era una certeza: la verdad) pero la ciencia posterior tampoco fue capaz de verlo. La ciencia había abandonado la filosofía.
Parece que la brecha entre la ciencia y la sociedad es cada vez más profunda. Y así es, si hablamos de lenguaje (jerga), divulgación (acercar la ciencia a la vida) y especialización (cada vez sabemos menos de lo que no pertenece a nuestro campo) y autoestima. Sin embargo es el mismo mundo con dos caras distintas. La querella entre la ciencia “exacta”: matemáticas y física, y las humanidades es ya muy antigua. La comprobación (el experimento) marca la diferencia pero también marca el extrañamiento. Sokal y Bricmont escriben “Imposturas intelectuales”, en la que denuncian a las humanidades de impostura. Y sin embargo solo hay un mundo al que miramos desde distintas perspectivas o desde distintos posicionamientos. Pero la sociedad permea cada vez más los avances de la ciencia y, eso, sin comprender nada de lo que hace.
El paradigma metafísico está siendo sustituido por el paradigma cibernético basado en las bases de datos, la computación y la retroalimentación, desde Flaubert las bases de datos han sustituidos a las narraciones (las trayectorias únicas) en el arte: la novela moderna, la pintura abstracta, las instalaciones de acumulación de objetos, los edificios inteligentes en arquitectura (domótica) y ecológicos, la genética es combinatoria, una fórmula que puede escribirse, la epigenética es un interruptor biológico, prácticamente digital, al igual que la excitación de las neuronas, el ocio es una violenta descarga orgásmica, en la que la sorpresa, la emoción, la reacción solo puede ser desmesuradas (“La sociedad del espectáculo” de Dabord), la política amplifica todo lo negativo hasta hacerlo parecer insoportable e inventa la posverdad como una verdad topológica y fraccionaria, las relaciones personales se virtualizan (digitalizan) desde las amorosas hasta las de amistad, la sociedad y la verdad se hacen líquidas, fluidas, la sociedad industrial desaparece, la libertad es un eslogan político y la igualdad un recuerdo. La probabilidad matemática ha sustituido a la posibilidad y a la certeza (sobre todo, a la del empleo). La estadística es una mentira científica.
El mundo está tomado por los conceptos científicos, pero a los científicos no les interesa la vida como campo práctico de aplicación (a pesar de la tecnología). Si la divulgación es una ciencia… está en los albores. A principios del SXX Hilbert renunció a que las matemáticas describieran el mundo. Gödel acabó con la independencia de la ciencia matemática con el teorema de incompletitud (ningún sistema puede ser completo). Per para un Feynman o Asimov, que nos ha dado la física, los Gell-Mann son innumerables. Einstein no supo ver que el mundo es probabilidad y que la certeza y la falsedad son dos casos extremos (y no es una crítica pues el fue un gran divulgador). No se bien como deben ser las cosas pero intuyo que así no. En un mundo superespecializado la interdisciplinariedad es imposible y probablemente para predicar hace falta algo más que un desierto. ¿Son los científicos una clase social?
El desgarrado. Julio 2021.