Una imagen que conservo en la retina es la de una película en la que Robespierre trata de hablar y la turbamulta se lo impide a la voz de ¡no lo dejéis hablar porque os convencerá! En aquella ocasión caí en la cuenta del  poder de la palabra y de su contrapoder: la violencia. Eso es exactamente lo que le ha pasado a Trump. Las cadenas americanas le cortaron la señal cuando empezó a decir mentiras ante las cámaras. Nunca había pasado. Nunca un medio público le había cortado la señal a alguien en su legítimo uso (antes de analizarlo). Cuando en España estamos hablando de que los políticos controlen las mentiras en los medios es significativo que hayan sido los medios americanos los que hayan tomado las riendas. El vigía de occidente.

Trump ha perdido y, como pasa en estos casos, la caída se produce en cascada. Pero setenta millones de votos lo avalan. Las heridas llevan abiertas mucho tiempo y cuando el enemigo está herido es cuando hay que aprovechar para neutralizarlo. Trump ha perdido pero no está muerto y sus enemigos lo saben, por lo que procurarán que su fracaso se convierta en definitivo. La lucha legal y mediática (ya ha anunciado que utilizará su propio canal) solo acaba de empezar. Los republicanos no lo quieren pero tampoco pueden prescindir de semejante activo.  Es más. Trump no tiene otra opción que continuar con su discurso del fraude aún cuando los medios ya no le den voz. Los bancos y la justicia lo persiguen y si bien lo han respetado mientras ha sido presidente, esa situación se ha acabado. Su huida hacia adelante se ha acabado pero para un tahúr como él esto no es más que un episodio más.

Pero toda victoria tiene siempre un lado oscuro. Trump representaba (hablaré en pasado) una posibilidad (fallida) de renovar la política. De acabar con los políticos profesionales, corruptos, bocazas, arrogantes, mentirosos, demagogos y populistas. Es como si solo hubiera un camino, una sola forma de hacer las cosas: la zafiedad. Trump ha sido igual de zafio que los políticos tradicionales a los que venía a sustituir ¿Será una maldición? Y probablemente ese ha sido su talón de Aquiles. Los tradicionales conocen muy bien esos tics, esas formas y han respondido con las armas que conocen de siempre. A Trump le ha faltado originalidad, desmarcarse de las actitudes inveteradas. Pero ha marcado el camino. Otros vendrán que seguirán su camino porque los políticos tradicionales no están dispuestos a cambiar y los ciudadanos están hartos.

Las próximas elecciones las tiene Trump dentro del part

ido republicano. Veremos si vence el activo de votos o la mesura veterorrepublicana. Probablemente asistiremos al nacimiento de un nuevo partido (¿el partido del pueblo? ¿America first?). Mientras esté en la arena política Trump estará vivo… y salvo. Si vuelve a sus negocios estará muerto, no políticamente sino civilmente. Ya podemos apostar que en cuanto acaben las demandas legales tendremos un nuevo partido. También en USA se acaba el bipartidismo. ¡Vivir para ver! Una mujer de color es vicepresidenta. La anterior legislatura nos trajo un negro a la presidencia. Esta, nos trae una mujer a la vicepresidencia. Poco a poco la democracia por excelencia se hace más democrática. Esa debería ser la noticia. Pero no. La noticia es que Trump se ha proclamado vencedor y que no saldrá de la casa blanca hasta que lo echen. Hasta enero seguirá siendo presidente. Podrá legislar y mangonear. ¿Cual será su legado? a juzgar por su legado empresarial, un legado de mierda.

El desgarrado. Noviembre 2020.