» 11-11-2020

Reflexiones tipográficas 270-5. Políticos. ¿Son de otro mundo?

Las noticias sobre el jefe del estado ya son más que alarmantes. Los fraudes a hacienda, a la institución política y a los ciudadanos se agolpan en los noticiarios. A la espera de su confirmación o su archivo, la alarma es evidente. ¿Este era el monarca bonachón y campechano que nos vendió la prensa democrática? Nadie puede ser objeto de un trato de favor y es evidente que Juan Carlos first tuvo un trato de favor por parte de la prensa que supuso: ausencia de cualquier crítica, de cualquier investigación y de cualquier denuncia. Nadie debería estar libre de la fiscalización democrática (esto no es una causa general). nadie está por encima de la ley. Como dijo el propio interfecto: tlodos zlomos iguales ante dla dley. Sino con la boca pequeña lo dijo con la boca zopas.

 

Don Juan (gran “bon vivent”) no le pudo dejar una gran herencia (demasiados años sin tocar tela) y eso le espoleó a ser un self-made-king. Decidió amasar una fortuna y a ello se empleó. Sin reparar en medios: Trucos, engaños, patrañas -y a juzgar por los datos preliminares, así lo hizo-. Hace años que medios del extranjero denuncian que la fortuna del rey emérito de España está entre las primeras del mundo. Pero nosotros sabíamos que eso era la prensa amarilla. Ahora nos toca caernos del guindo y aterrizar en la cruda realidad: Juan Carlos I, entendió su labor institucional como un trabajo en el que las comisiones eran mucho más suculentas que el sueldo… ¡como un camarero, vamos! en ese concepto “realmente” fue muy populachero. Pero no nos adelantemos. La justicia tendrá la última palabra que como sabemos será la absolución o el archivo de la presunta causa. El apoyo del bipartidismo no es moco de pavo.

 

En su momento defendí la monarquía, no porque creyera en su bondad, sino porque me da igual que me robe un rey que un presidente de la república. Incluso afirmé que el rey podía hacer un papel diplomático paralelo que podía ser determinante en esos momentos dramáticos en que los políticos nos suelen meter, aunque el “¡por qué no te callas!” me dejó helado. Es evidente que suponía que el rey robaba lo normal y no a espuertas (presuntamente). Aún así reconozco mi error. Apostar por esta figura era no tener ni puta idea. Es evidente que considero al Rey como político (todo lo que sale en la Constitución es político). Aún diré más: solo en la política te puedes forrar inconmesurablemente. Y no por su esfuerzo sino por su posición.

 

Porque si alguien es topológico (su oensamiento radica en la situación en la que se encuentra y no en otras zarandajs como la razón, el instinto, la intuición  o la revelación) ese es el político. Solo los jueces y los reyes se ufanan tanto de su cargo. En el caso de los jueces tiene lógica porque el respeto que no hayan conseguido por el disfraz y por el protocolo (intimidación) lo pierden siempre cuando se lee la sentencia. De los reyes, ya no diré nada más, por aquello de: ¡que hablen de ti…  aunque sea mal! Ese rasgo (la topología) los distingue del resto de los mortales hasta el punto que hace de sospechar de una genealogía extraterrestre.

 

El segundo rasgo que adorna a los políticos es la falta de empatía.  Un político jamas actúa porque quiera mejorar la vida (incluso virtual) de los ciudadanos,  sino por salvar su culo, mejorar la poltrona en que lo apoya o aplicar el teorema del culo (que lleva implícito el forrarse y evitar  cualquier felicidad al enemigo). Para un político su profesión es un rol de sicópata (sociópata) que disimula con besos a deportistas, a niños y a desheredados (a veces aman a sus parejas y a sus hijos -con los que jamás pasan un fin de semana- pero no hay constancia de que así sea). Tampoco aman la legislación laboral reintegrándose a su labor al día siguiente de parir o ser padres. Se llenan la boca de democracia, solidaridad, igualdad, libertad, fraternidad pero nunca les asciende de la boca al cerebro. Pero por supuesto odian la verdad que les parece sobrevalorada, inoportuna y superflua.

 

La tercera cuestión significativa de los políticos es que -al modo de los reyes y de los clérigos- ejercen una moral bipolar, también llamada ley del embudo: Lo ancho para mí y lo estrecho para el mundo.  Lo que piden a los ciudadanos no es lo que practican… ¡ni de lejos! Ver al rey asegurar la igualdad de todos ante la ley o a Rato pidiendo honestidad fiscal es conmovedor.  La Constitución es un listado de privilegios de los políticos y sindicalistas, mucho más que una carta magna. Los derechos individuales languidecen en las leyes mientras los privilegios de los políticos crecen sin cesar (¡por que yo lo valgo!). La ley mordaza es paradigmática. LLamarla “mordaza” le hace un favor porque llamarla ley de seguridad ciudadana es peor. Y aquí entremos en otro de los rasgos de los políticos: la tergiversación.

 

Esta es la cuarta cuestión: acusar a los demás de lo que tú estás haciendo. Trump es el maestro, pero la verdad es que el concepto hace años que se baraja entre todos los políticos. Se trata de la desinformación, de la intoxicación. ¿Por qué?: antes muerta que transparente (sencilla). La opacidad como bandera. La confusión como enseña. Un político no quiere que le voten por su cerebro (maquinación excluida), sino por su apariencia, su ideología (de cromo), por sus patochadas dialécticas (blavia), por su fe ilimitada en su proyecto (designio). De hecho la inteligencia está tan poco valorada en los políticos que, ni siquiera en la Constitución contemplaron que tuvieran que tener formación alguna. ¡Por algo será! De hecho la desprecian de tal manera que no dudan en inventársela cuando a mano viene.

 

Esto no es una tesis sino opinión inopinada (aunque releído parece un monólogo), pero lo dicho, debería ser suficiente como para que empezéis a pensar que los extraterrestres ya están aquí. Quieren seducirnos, puesto que dominarnos  ya nos dominan. Así que protegeros el culo, que ya sabéis que a ellos les encandila sobremanera. Si la pornografía no es cuestión de sexo sino de dominación, quizás la política no es cuestión de dominación sino de sexo. ¡Más verdes las han segado!

 

El desgarrado. Noviembre 2020.




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