» 20-01-2021 |
Dicen -las malas lenguas- que cuando se preguntó a un político (¿Lerroux?) cómo se había atrevido a sacar ventaja del cargo, contestó: “Pero, para que se cree que estoy aquí”. Los casos de los ediles que se aprovechan del cargo para vacunarse cuando no les corresponde, se agranda. El Consejero de salud de Murcia (¡Murcia, que daba lecciones de gestión al Gobierno!) ha sido dimitido por vacunarse, él, su mujer y cuarenta más. Fuera de turno. Es la punta del iceberg. Esto lo están haciendo todos los ediles de España. Ellos saben de la proporción de la catástrofe. ¿Cómo se puede esperar que vean pasar el elixir de la vida ante sus narices y no lo caten? Y no trato de disculparlos (que no tienen disculpa) trato de entenderlos (que no comprenderlos). El subterfugio de que las vacunas se “perdían” (vaya usted a saber por qué) no parece de recibo. Si en pocos días han aparecido tantos casos de vulneración del protocolo es que la incidencia es monstruosa. Siempre he dicho que los políticos están donde están para obtener beneficios y ¿qué mejor beneficio que el de la salud?
Todos vimos a los diputados escondidos debajo de los escaños en el 23F (para los recién llegados: el golpe de estado que dio Tejero). Es evidente que el valor (como en la mili), se les supone, pero no se les exige. No están en la política para dar la vida. En ese caso se hubieran apuntado al ejército. Ellos son de los que mandan a los jóvenes a la guerra, pero no de los que van. Nada que objetar, el miedo es libre, como dice el dicho popular, pero de eso a que el terror les atenace y se lancen sobre las vacunas desesperadamente, mintiendo, engañando y aprovechándose del cargo, media un gran trecho. Me pregunto como estos ediles podrán mandar a nuestros soldados a la guerra (como hizo Aznar, en el supuesto de unas armas de destrucción masiva hipotéticas) cuando ellos son unos caguetas que no solo no arriesgan la vida por su país sino que matarían por una vacuna si fueran insuficientes.
A los amigos se les conoce en las ocasiones y esta es una excelente ocasión para conocer quienes son nuestros amigos. No son ellos. Nuestros amigos son nuestros vecinos, nuestros compañeros, nuestra familia. Pero no son ellos. Ellos matarían por nuestra vacuna. Pronto saldrá un político que dirá que nada es más importante que vacunar a los ediles porque sin ediles no hay Estado. En ocasiones anteriores dramáticas escuchamos que habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades, o que compramos acciones preferentes y subordinadas por codicia o que los sanitarios se contagiaron por alocamiento o como la pandemia, es culpa de los irresponsables. Para toda ocasión hay un político que nos explica cómo nos hemos equivocado. Lo que no es comprensible es darnos lecciones mientras te mueres por pillar una vacuna fuera de turno.
Pero no hay mal que dure cien años. Dentro de poco, todos los ediles estarán vacunados y este problema habrá desaparecido, de acuerdo a la doctrina política que dice que a un clavo lo saca otro clavo. Mierda sobre mierda. Prevaricación sobre prevaricación. Lo de siempre. En las próximas elecciones les votas y ya está.
El desharrado. Enero 2021.