» 04-03-2022 |
Hay otras razones para que el mundo sea convulso y una de ellas es la plutocracia. Sigo a J. Rancière en su texto “De la guerra como forma suprema del consenso plutocrático” (Rancière 2019, 141) incluída en “Disenso” FCE 2019. El texto se desarrolla entorno a la manipulación de la opinión pública desplegada por USA y adláteres (España… sin ir más lejos) en relación a la posesión por parte de Irak de armas de destrucción masiva. “La razón aparente era obtener la aprobación necesaria para hacer la guerra. ¿Pero para que hacer la guerra si se sabía que el peligro no era real?… ¿Por algún sentimiento de inseguridad? Parece necesario invertir los términos del problema: los sentimientos de inseguridad no necesitaban de la guerra, más bien la guerra era necesaria para imponer los sentimientos de inseguridad. La gestión de la inseguridad es el modo más apropiado de funcionar de nuestros Estados y sociedades consensuales” (Rancière 2019, 142).
“Allí donde las mercancías reinan sin restricciones, es decir en USA después de Reagan y UK después de Thatcher, la forma óptima del consenso es aquella que se cimienta mediante el miedo de una sociedad agrupada alrededor del Estado guerrero” (Rancière 2019, 142). “En su forma final, el Estado consensual no es un Estado de gestión, sino un Estado reducido a la pureza de su esencia: el Estado policial” (Rancière 2019, 143). El sentimiento común que lo sustenta es la comunidad del miedo. Porque el miedo no solo es el sentimiento que maximiza la identificación entre intereses individuales y colectivos sino también la identificación entre intereses y valores. La situación de USA amenazada por las “armas” iraquíes simboliza a la perfección esa identificación entre la comunidad unificada por la inseguridad y la comunidad unida por los valores fundamentales.
En definitiva existen dos tipos de Estado consensual: el que media un balance entre los intereses sociales y el que gestiona la inseguridad. Existe un inseguridad exterior (la citada) y otra interior: la promovida por los partidos de extrema derecha. Y ambas se realimentan: Los partidos denuncian/fomentan la inseguridad (que el Estado utiliza en su beneficio): migrantes, falta de valores, irreligiosidad, separatismo, Estado social del bienestar, y por su parte, el Estado los etiqueta como una forma adicional de inseguridad: cordón sanitario y consenso en la liquidación de las formas de protección y solidaridad social… que mañana aumentarán la inseguridad. Evidentemente existe una amenaza real (terrorismo, guerra, catástrofes ecológicas o sanitarias) y una inseguridad imaginaria. El Estado consensual controla mucho mejor la segunda que la primera.
El tema de la inseguridad tiene recursos ilimitados: a) la amenaza de la creciente desigualdad, de la brecha entre ricos y pobres, b) el retorno de los arcaísmos religiosos y de los fanatismos destructivos, c) la gestión que hacen los medios de comunicación de todo tipo de catástrofes, riesgos y peligros. “La inseguridad no es un conjunto de hechos sino una forma de gestionar la vida colectiva” (Rancière 2019, 145). Se impone reconocer el vínculo entre el Estado plutocrático y el elemento arcaico de la inseguridad, antes que elucubrar sobre las futuras formas potenciales de la gestión de la inseguridad. Así como identificar los rasgos particulares de esta forma de gobierno, como las mentiras estatales, que ilustran los principios de la propaganda totalitaria, y que coexisten con las formas democráticas de libre expresión.
La existencia de armas de destrucción masiva por parte de Irak no dejó de reiterarse por todos los medios de comunicación y por boca del presidente, de los ministros, de la oposición, de las mayorías, de los periodistas y de los expertos. Y ahí aparece la plutocracia pues lo hicieron libremente (puesto que son independientes del gobierno… aunque dependientes del ámbito financiero general). “Quedó muy claro que que una cadena de televisión no necesita ser propiedad del Estado para que se someta al servicio de las mentiras estatales”. “El capital ha mostrado su perfecta capacidad para ensamblar máquinas de información orientadas a salvaguardar la propaganda de las mentiras del Estado” (Rancière 2019, 146). Estamos ante un servicio público independiente que, a la vez es totalmente homogéneo con el poder estatal y el poder de la riqueza. “En la guerra de Irak, las formas estatales de USA, su aparato militar y su poder económico y mediático, alcanzaron el alto grado de integración que señala el perfeccionamiento del sistema plutocrático” (Rancière 2019, 147). Y así queda conformado el estado plutocrático como la suma de a) las formas estatales, b) el aparato militar, c) el poder económico, d) el poder mediático.
Lo original de la situación es la coexistencia de este aparato de propaganda estatal, con una opinión pública democrática que se manifestó en la calle. Dos sistemas de opinión cuya coexistencia puede interpretarse como la inutilidad de la opinión democrática, o bien como una muestra de libertad. La tendencia de estos gobiernos de la riqueza “no es el reino igualitario de la comunicación y del consumo de masas: es la integración de los poderes, capitalistas, estatales, militares y mediáticos. Un movimiento democrático serio debe… tomar plena conciencia de lo que separa sus formas de las formas del Estado, y su libertad de la libertad de las mercancías” (Rancière 2019, 148). El Estado plutocrático es la convergencia de los intereses estatales con los militares, económicos y los de los medios informativos. Y esa formidable alianza aplasta la opinión libre y democrática de los ciudadanos, atemorizados por la gestión de la inseguridad e intoxicados por las mentiras del Estado (La propaganda). Tal y como está ocurriendo ahora en la discusión de la conveniencia de entrar en guerra o enviar armas a Ucrania… de lo que hablaremos otro día.
El desgarrado. Marzo 2022.