» 14-01-2023

Reflexiones tipográficas 380. Eutanasia, prostitución, aborto.

Nuestra sociedad carga con muchos problemas absolutamente atroces: eutanasia, aborto, prostitución, pornografía, violencia de género, acoso escolar, racismo, homofobia, etc. La pregunta sería ¿cómo es posible que una sociedad funcione con tantísimos traumas irredentos? Y no hemos hablado de la política: corrupción, populismo, crispación, postverdad, estupidez, desfachatez, partidismo, etc. No voy a abordar tantos temas porque es una tarea inabarcable. Pero la actualidad nos trae a la extrema derecha redimiendo los errores de la sociedad, como el derecho al aborto. Todos los problemas citados anteriormente también serían objeto de su redentorismo cuando simplemente son consecuencia de sus actos. No entraré en detalles pero lo que subyace es…  el combate contra la ley vigente con la ideología partidista -en este caso- el fascismo. Los conservadores (ultras y moderados) viven la política con enorme frustración porque ellos no hubieran legislado como legisla la izquierda y eso -como buenos creyentes que son- no pueden soportar que las cosas no se hagan como ellos “saben” que se tienen que hacer. Cuando Dios te escoge nada se te puede oponer (y si no lo creéis, mirad hacia Israel).

 

Tenemos derecho a suicidarnos pero no tenemos derecho a morir cuando decidamos. Cada vez conozco a más gente que diferencia entre (sobre)vivir o vivir con calidad de vida. Esa corriente de pensamiento reclama su derecho a morir sin la ignominia del suicidio y sin sufrimiento. Creo que el derecho a la vida (además de un instinto potentísimo) es un derecho individual inalienable. No quiero pasar de los ochenta. No quiero ver como mi vida se degrada. No quiero una supervivencia sin calidad. No quiero infligir dolor y zozobra a una familia que me quiere y que se considera obligada a cuidarme a cualquier precio (y, evidentemente hablo mayoritariamente de las mujeres).

 

Pareciera que los poderes públicos no deberían estar interesados en que vivamos más allá de lo razonable. Nuestras pensiones gravan la economía de forma notable. Poco importa que ese dinero haya sido cotizado escrupulosamente durante 35 años, lo que importa es su monto. Pero hay otras consideraciones. Los abuelos son votantes fieles, tanto de una como de otra facción, aunque su conservadurismo los empuja a la derecha. Eso no impidió que Diaz hiciera una “limpieza” general aprovechando el/la Covid. Constituyen el 10% del electorado, con una convicción de la necesidad del voto para la democracia, de una firmeza admirable. Los abuelos son jubilados pero no son desocupados. Su labor en la familia es inmensa no solo compartiendo su pensión sino también realizando los recados que la familia trabajadora necesita, desde recoger o entretener a los niños hasta hacer gestiones burocráticas.

 

Esa eutanasia que la derecha rechaza es absolutamente insuficiente. Tenemos derecho a morir cuando queramos y no solo porque tengamos una enfermedad terminal o un sufrimiento insoportable, sino por decisión individual. La derecha es la representación de Dios en la tierra. Evidentemente no hacía falta, para eso ya está la Iglesia cuyo fascismo no puede ponerse en cuestión. Pero la derecha (ultras y moderados) necesitan una legitimación divina que su pobre liberalismo no les proporciona (o no se atreven a nombrar). Y la vida es el tema favorito de su quehacer: la eutanasia y el aborto. Les importa una mierda la pena de muerte, el maltrato de las mujeres, los derechos de los inmigrantes o la imposibilidad de los trabajadores por llegar a final de mes. Les importa una mierda el sufrimiento de los animales (espectáculos taurinos y caza). Les importa una mierda el sufrimiento de los niños educados (forjados) en la militaridad y el adoctrinamiento. Pero los derechos individuales nunca han sido objeto de su atención. El único derecho individual es el de los empresarios a la libertad de empresa. Y punto.

 

Estamos otra vez a vueltas con el aborto. Los ultras pretenden tomar la bandera de la iglesia (ellos que mataron a diestro y siniestro) simplemente para contradecir la mayoría parlamentaria… fácticamente. Pero oponerse a la voluntad del pueblo es moneda corriente en la derechona. Ellos tienen la razón, ellos poseen la verdad. Lo demás son zarandajas. Su democracia es la democracia divina: la teocracia. Pero los beneficios de su labor pretenden cobrarlos en la tierra y así se entregan a la corrupción con denuedo. Sienten que el dinero (todo) es suyo y que cuando roban, simplemente lo ponen en su sitio. ¿Qué decir del aborto? ¿Que es la enésima muestra de la dominación machista? Las mujeres no tienen derecho a la maternidad. Tienen la obligación. Necesitamos población y son ellas las responsables de proveerla. Poco importa que la condición de mujer comporte la desigualdad, la violencia, la sojuzgación, el desprecio. Están ahí para parir y lo demás es accesorio. Los inmigrantes llaman a la puerta satisfechos de poder realizar trabajos que nadie quiere hacer. Pero no. Los trabajadores tienen que ser españoles, paridos por españolas. ¡Piiiiii!

 

Y nos queda la prostitución. Es evidente que la prostitución es un derecho laboral que -dentro de la legalidad- es tan respetable (si no interviene la moral) como cualquier otra. Pero no es así. Las mujeres -en una sociedad machista- no pueden regir su vida, y por tanto, su derecho laboral se ve inmensamente mediatizado por proxenetas, mafias, y tratantes de blancas. La mayoría de las veces con detalles espeluznantes. Una de dos: o protegemos a las mujeres que legítimamente quieren ejercer esa profesión, o la prostitución será lo que es ahora: una forma de esclavitud. Un millón de prostitutas mueven mucho dinero, en la actualidad todo en negro, es decir sin pagar impuestos. Regular (no legislativamente sino fácticamente) este sector supondría una mejora de la economía y una disminución de las mafias. ¿Por qué no se hace? Os lo diré: porque a los políticos les parece que hablar de sexo es improcedente. De hecho en torno a la prostitución existe un pacto de silencio que si cayera facilitaría mucho las cosas. O que se lo pregunte a Pedro J. Ramirez.

 

Estamos en una sociedad que la (ultra)derecha pretende modelar a su gusto al margen de estupideces como el voto popular y su consecuencia: la labor parlamentaria. Estamos en un continuo golpe de estado. (Como el de Trump, como el Bolsonaro) en el que no se respeta la constitución ni las leyes. Esa es la derecha que tenemos, cada vez más descarada en su convicción de que el poder es suyo por derecho divino y lo van a ejercer tanto si ganan como si pierden… aunque esta vez van a perder… en las urnas. Luego ya veremos.

 

El desgarrado Enero 2023.




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