» 13-04-2024

Reflexiones tipográficas 390. Genocidio Israel -palestino.

Como veis, le he cambiado el nombre, pues no tenía sentido llamar guerra a un genocidio, y decir que era de Israel contra Hamas cuando está claro que el objetivo es la aniquilación del pueblo palestino por cualquier medio. El concierto internacional se ha plegado, desde el principio a dos cuestiones. En primer lugar al amigo americano rehén del dinero judío-americano y formidable opositor al que es mejor no contradecir. Y en segundo, al pacto tácito que obliga a santificar el holocausto y como consecuencia cualquier tropelía que perpetre Israel como beneficiario político de aquella catástrofe totalitaria. Europa -hace mucho tiempo en horas bajas- se limita a rendir pleitesía al capo máximo y a gastar lo mínimo posible en un conflicto que todavía trae ecos de uno de los peores capítulos de su historia. Entre los intereses políticos y humanitarios la sociedad de naciones disimula y olvida que todas sus resoluciones se las ha pasado Israel por el arco del triunfo. Y eso que la contestación, en el propio Israel, no es insignificante contra un Netanyahu que -como tantos otros dirigentes- trata de restablecer su perdido prestigio con una guerra que inflame de patriotismo a sus ciudadanos. 

 

Y Sánchez -cuyos problemas internos son patentes, no por el cacareo de la oposición sino por el bloqueo a que le someten sus socios, que tiene paralizada la acción legislativa- se descuelga con una minicampaña internacional en favor del estado palestino. No es que no esté bien, sino que sabemos -de tiempo atrás- que nadie se mueve si no le dan cuerda. El movimiento estratégico de Sánchez ha tenido inmediatas consecuencias. De entrada el PP se ha quedado con el culo al aire aislado en una posición ambigua que va desde la frontal oposición de Aznar-Diaz a la tibia concordia del sector oficial. Algunos países europeos (la plana menor) se han alineado con la tesis de Sánchez mientras los pesos pesados guardan silencio a la espera de lo que hagan los yanquis e Irán (que parece que está a punto de mover ficha), eso sí, sin provocar al gigante americano. Parece difícil que estén dispuestos a aceptar lecciones de humanitarismo de los “pequeños” europeos. Biden, ya prácticamente ha perdido las elecciones pues muchos demócratas (de partido) no está dispuestos a asistir al genocidio sin reflejarlo en las urnas. Los intereses de los países árabes son variados entre el pavor a meterse en una guerra y la posibilidad de coger entradas de primera fila para el nuevo orden mundial que Rusia, China e India están preparando en la zona. 

 

El humanitarismo es la cortina de humo tras la que se camuflan intereses de distintos pelajes. Y de eso se aprovecha Israel (como nación. Ni como pueblo ni como judíos) para seguir con su plan de exterminio del pueblo y la nación palestina. Cerca de los 35.000 muertos (un tercio niños) y con una estrategia de arrasar el territorio (lo que les ahorrará la posterior demolición del rastro dejado por los palestinos en “su” país, Israel se prepara para tomar un país abandonado, vacío, arrasado. Atrás quedan los tiempos en que la profesión militar era un cometido de honor y coraje. Ahora -tal como es habitual en la política- hay que disimular las intenciones en un mar de mentiras y sinrazones. Y mientras todos envuelven en humanitarismo de boquilla sus prosaicos intereses, el pueblo palestino es masacrado en una operación que bien podrá figurar en la historia junto a aquella otra vergüenza del terror que fue el holocausto. Al fin y al cabo ¿qué son 35.000 muertos frente a seis millones de judíos europeos. Es evidente que los israelitas todavía tienen margen de maniobra. Mientras los demás calculan.

 

El desgarrado. Abril 2024.




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