» 22-04-2024

Reflexiones tipográficas 392. Guerra Israel-Palestina 4. El contubernio USA Israel.

Es difícil entender cómo USA salva el culo (y colabora con el genocidio), armando hasta los dientes a Israel una y otra vez. Desde que se le concedió el territorio palestino todas las directivas de la ONU han sido incumplidas por Israel y vetadas por USA. Todos sabemos que la raza/religión judía (que no necesariamente coincide con el Estado de Israel) supone un 5% de la población USAna. Y sabemos que el apoyo económico de este colectivo a las campañas electorales es cuantioso. Pero la contestación interna a los demócratas, por el apoyo al genocidio, es lo suficientemente importante como para que el partido demócrata se repiense su incondicional apoyo, que perfectamente podría contrarrestar el judío. El equilibrio en el medio Oriente -argüido habitualmente- ha sido hasta ahora -merced a las estrategias de Israel- un desequilibrio total, pues desde el ’48 la zona no ha parado de hervir. Y no olvidemos que el club nuclear -actualmente de diez miembros-, tiene cinco representantes en la zona: Israel, India, Pakistán, China e Irán. ¿Cómo se explica esta política USA?

 

Rancière tiene una compleja explicación para esta situación (“Los treinta ingloriosos”. Capítulo: El 11 septiembre y después. ¿Una ruptura del orden simbólico? Katakrak. 2023). “Hoy, la polémica que compara los principios y las prácticas parece haber desaparecido. El principio de esta desaparición es la representación de la víctima absoluta, víctima de un mal infinito que obliga a una reparación infinita. Este derecho ‘absoluto’ de la víctima, desarrollado en el contexto de la guerra ‘humanitaria’, ha recibido el apoyo del gran movimiento intelectual que teoriza en torno al crimen infinito, desarrollado durante el último cuarto de siglo” (Rancière 2023, 132).

 

La mención a “los principios y las prácticas” hace referencia a la guerra de Vietnam, en la que “los grandes principios que defendían las potencias occidentales y las prácticas que subordinaban esos principios a los intereses vitales de esas potencias”, estaban en contradicción. Pocos años después la oposición se había desplazado y absolutizado, con la introducción de conceptos como: víctima absoluta (víctima de un mal infinito, que genera un derecho absoluto, a una reparación infinita, en el contexto de la guerra humanitaria), víctima que ha recibido el apoyo intelectual mediante la teorización entorno al crimen infinito. ¿Cómo se ha producido esa absolutización del crimen, de la víctima, del derecho y de la reparación?

 

Los crímenes soviéticos y el genocidio nazi producen dos reacciones, la primera tras la guerra mundial y la segunda en los años 70 y 80 con motivo de la divulgación de los detalles del  régimen comunista y del holocausto judío. En la primera se pretendía establecer la realidad de los hechos y reforzar la lucha contra los totalitarismos en una reacción ajustada al derecho desde la consideración de los hechos. La segunda toma un significado mucho más virulento: no solo había que condenar a los regímenes que lo habían propiciado sino qué se redefinen los conceptos de crimen, víctima, reparación, mal infinito y derecho absoluto, conceptos que se absolutizan hasta exceder cualquier medida jurídica o política. Un mal infinito impensable e irreparable que da lugar a una ruptura sin retorno en la historia. Un derecho absoluto, extrajudicial qué pasa a las manos de quien defiende el derecho de la víctima, su valedor. Lo ilimitado del perjuicio justifica lo ilimitado del derecho de su defensa.

 

“La obligación de asistencia las víctimas del mal absoluto, se identifica con el despliegue de una potencia militar ilimitada que funciona como fuerza policial encargada de restablecer el orden en todos los lugares del mundo donde el mal podría refugiarse. Esta potencia militar también es una potencia jurídica ilimitada con respecto a todos los presuntos cómplices del mal infinito” (Rancière 2023, 133). El resultado es la total indeterminación jurídica que afecta al estatus de los prisioneros de guerra y en la calificación de los hechos que se les imputan. Todo este proceso no es sino un giro ético superador del hecho y del derecho. La desmesura (absoluto, infinito) y el desplazamiento al plano ético de lo que debería ser militar, político o jurídico, caracterizan dicho proceso. Son el Holocausto y el Gulag (el Mal infinito) los que autorizan sobrepasar el derecho, las convenciones de la guerra y los convenios políticos, en la reparación (el Bien infinito). 

 

La conversión de la guerra en una “cruzada” en defensa de los valores religiosos cristianos amenazados por las hordas comunistas, ya había surtido efecto en la Guerra civil española. La conculcación de los derechos jurídicos, las leyes de la guerra y las responsabilidades políticas, tomaron allí la forma de una dictadura consentida por el orden internacional. Es ahora la superpotencia estadounidense la que retoma el argumento y pone sobre el tablero la función policial de poner orden ético en detrimento del orden jurídico-militar-político. USA se erige en defensor, en valedor de los derechos de los judíos víctimas del Holocausto a los que proporciona un nuevo país y todo el apoyo político-económico con tal de introducir una potencia aliada (y de corte occidental) en el avispero medio-oriental.  

 

De la noche a la mañana el antisionismo (patente en el cine de la época)  estadounidense se desvanece a la par que  el capital judío se adueña de los grandes estudios de cine como parte de la campaña de propaganda de blanqueo de las que ya son las víctimas infinitas, absolutas de un Mal irreparable. Occidente se hace prosionista -y de paso- antiárabe. Se ensalzan los valores castrenses (estado militar permanente), sociales (Kibutz), económicos cristianos (desarrollo), emprendedores, su empuje económico (que pronto sobrepasó sus fronteras. con los asentamientos) y en definitiva se le consiente todo, hasta crear al monstruo que ahora masacra al pueblo palestino, al que le niega hasta el territorio.  

 

El desgarrado. Abril 2024.




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