» 11-03-2024 |
La omnipotencia de las ideas se origina en la dificultad que tiene el homínido (en cuanto adquiere la facultad de representarse mentalmente el mundo) de distinguir entre la realidad y esas representaciones, dicho mal y pronto: distinguir entre presentación (lo real: la imagen exterior) y la representación (lo mental: la imagen interiorizada). Es este un concepto antropológico que también tentó a Freud. Conduce a confundir los deseos con la realidad y por supuesto a la magia. Jakobson distinguió entre magia en presencia y magia en ausencia (representada) que asoció con la metáfora y la metonimia que para muchos son los tipos de relaciones que originan el pensamiento, entendido éste como la interiorización del sistema de prueba y error en lo real, en sistema de prueba y error en lo mental como la forma primigenia de pensamiento relacional. Este sistema de manipulación de imágenes en lo mental no se haría fluído hasta que lo real se abstrajo en símbolos (palabras) con un coste energético muy inferior.
Este sistema de pensamiento -llamado por algunos filósofos “como si”- actuaba como hipótesis en lo real augurando lo que sería el pensamiento hipotético deductivo plenamente mental. Para los paleontólogos este paso de lo real a lo mental se produce en el modo 2 de la técnica lítica llamado Achalense que ya exige una imagen previa de lo que se quiere obtener por cuanto ésto, difiere sustancialmente del producto final. En resumen: un plan. Sin obviar el papel del azar que la prueba y error en lo real suponen. En resumen: estamos en el tránsito de la manipulación en lo real a la manipulación en lo mental, primero en imágenes y después en símbolos para obtener una acción eficaz: el pensamiento abstracto. Por supuesto esto es un relato que podría (que seguro que puede) ser de otra manera, pero no es eso lo que importa. Desde la probabilidad (la verdad fraccionaria) todo lo probable es posible y si es posible, acabará siendo real. ¿es posible que en número indefinido de pruebas algunos de los resultados posibles no se produzca? Si nos ceñimos a un resultado concreto, es posible. Pero si contemplamos la experiencia como colectiva, como una historia que afecta a todas las posibilidades, todos los resultados han de aparecer.
Estamos en un conflicto entre lo concreto y lo posible, lo uno y lo múltiple, en definitiva entre la verdad absoluta y la verdad fraccionaria. La lógica tradicional solo acepta la verdad absoluta y eso ha marcado nuestra forma de pensar. Sin embargo la termodinámica de Boltzmann o la física cuántica nos enfrentan a una “realidad” probabilística. La matemática y la lógica tradicionales han relegado la probabilidad a la ignorancia (la falta de conocimiento suficiente), pero si aceptamos una probabilidad estructural, inserta en la esencia de la materia, esa probabilidad solo puede corresponder a la verdad fraccionaria. Este problema, el problema de la no disponibilidad de imagen real (reconocible)-mental (interiorizada), para ciertas formulaciones matemáticas (¡y lógicas!) es un problema habitual en la física actual, y no es nuevo. Ya los números imaginarios (las raíces de números negativos) se enfrentaron a este problema que resolvieron con el número “i”, una imagen simbólica a falta de una imagen real (por más mentalizada que fuera). El tránsito de la imagen real a la imagen mental todavía se cobra víctimas.
Hilbert en 1900 renunció a que la matemática fuera una representación de lo real (hasta entonces así era). Ya la existencia de axiomas (verdades que no necesitaban demostración) rompían la continuidad entre la matemática y lo real. Declaró que toda la matemática era axiomática, independiente de lo real. Lo cierto es que la multidimensionalidad y las geometrías no euclídeas (esférica, hiperbólica…) habían socavado la posibilidad de imágenes reales de determinados constructos matemáticos. La matemática se hizo pura y dejó en manos de la física su aplicación a la realidad, se convirtió en una caja de herramientas, de recursos a disposición de los físicos para dar a sus intuiciones y descubrimientos forma matemática, es decir, imagen simbólica. La geometría euclídea fue -además de un sistema matemático- un sistema físico (Penrose), el de nuestra realidad. Pero hay otras realidades fuera del alcance de nuestras imágenes reales a las que solo podemos acceder con imágenes simbólicas (matemáticas). Como dijo Eluard “hay otros mundos, pero están en este”. Las ideas todo lo pueden (omnipotencia de las ideas), incluso lo irreal.
La omnipotencia de las ideas lleva a otra fantasía cognitiva que es la de los recursos inagotables, el “far west”. Durante milenios la tierra no fue ocupada en su totalidad por lo que siempre había un más allá que conquistar o que explotar. De hecho, sí estaba ocupada, pero los conceptos de conquista, evangelización, colonialismo, libertad, etc. reducía el derecho de poseerla a unos pocos señalados por el dedo de dios o de su superior pensamiento. Ciertas partes como los océanos, los casquetes polares o el espacio sideral y sus “otras tierras” quedaron excluidos dada la, entonces, imposibilidad de la ocupación física del terreno. A ello siguió la explotación de los recursos no solo por posesión de la tierra sino por otros títulos de explotación. Rusia está comprando literalmente extensas zonas de África para poseer sus recursos (sobre todo las llamadas tierras raras, base de innumerables componentes electrónicos). China especula con sus depósitos de estos mismos materiales. Hay petróleo para rato pero no solo de petr´ñoleo vive la modernidad. Hoy la posesión de esos recursos ha sustituido a la posesión de la tierra y es la causa de casi todas las guerras. También las rutas comerciales o la posesión de las ideas (copyright) se han convertido en recursos apetecibles.
El desarrollismo es también una faceta de esa omnipotencia que presupone que la tierra puede absorber todos nuestros desechos, toda nuestra basura. La capacidad natural de reciclar esos desechos ha llegado a su límite. Hay que producir menos desechos y reciclarlos en la medida de lo posible, pues no todo es reciclable. Los vertidos de dióxido de carbono, las lluvias ácidas, el agujero de ozono, el vertido de calor (calentamiento global), los residuos nucleares, los vertidos químicos, los plásticos desechables, las aguas residuales, la basura doméstica, etc. han colmado la capacidad de reciclaje natural de la tierra. No solo hay que ayudar a la tierra a reciclar sino que hay que moderar los vertidos, reducirlos drásticamente. La fantasía ha llegado a su fin. Cada día sin tomar una decisión drástica de reducción produce una montaña de residuos cuyo reciclaje requerirá años. El desarrollismo no solo se ha parado sino que empieza a ser negativo, cada día que pasa es un día hacia una vida peor, hasta alcanzar la imposibilidad, que hoy, ya tiene fecha. La aniquilación de otras especies vivas por sobreexplotación está alterando el equilibrio ecológico, equilibrio que el ser humano ha demostrado sobradamente que no sabe restablecer. El ser humano es una especie en autopeligro de extinción. La tierra no perecerá por que el hombre desaparezca, renacerá de sus cenizas, pero el hombre desparecerá de forma irreversible. Por fin el progreso nos muestra su límite: la extinción.
Y por último la omnipotencia de la acción. Nacemos con la fantasía de que todo es posible en nuestro desarrollo personal, que somos capaces de todo, que no usamos la total capacidad de nuestro cerebro, que cualquier cosa que soñemos o deseemos se cumplirá… si somos buenos y hacemos nuestros deberes. Es una idea moral: todo está a nuestro alcance sin nos autolimitamos de acuerdo a unas normas de convivencia, unas imposiciones sociales. La educación que nos imparten nuestros padres (deslumbrados por su propia obra) se dirige en el mismo sentido. El capitalismo ha sabido subirse a ese carro y prometernos que podemos llegar a donde queramos, compitiendo con nuestros semejantes, que pasan de amigos a rivales (divide y vencerás). Pero no todos aceptan las reglas del juego. La dominación es el recurso de los que no quieren competir en buena lid, de los parásitos. Para ellos la motivación no es moral y saben que un competidor moral es un competidor fácil de derrotar. El abuso de la fuerza y del poder son la comisión y la ventaja de los que no juegan limpio.
La fantasía de la acción es la de la libertad y la igualdad. Somos libres en nuestras microdecisiones pero no en las cuestiones que de verdad importan. Esas, está copadas por los poderosos. Vivimos en el minimalismo del “menos es más” menos derechos son más obligaciones. Estamos excluidos del poder pero financiamos la democracia con nuestros impuestos, tanto más crecidos cuanto menor poder tenemos. Estamos reducidos a la desigualdad (Stiglitz) y al sometimiento (estado policial), mientras las palabras dicen lo contrario. La soberanía reside en el pueblo, pero sin el pueblo. Nuestra “soberanía” esta usurpada por nuestros representantes que solo nos dan la palabra (el voto) una vez cada cuatro años, y ahí se acaba nuestra participación en la política, en el gobierno de la comunidad. Los partidos políticos construyen la democracia desde la total ausencia de democracia interna. ¿Quién decidió derrocar a Casado y encumbrar a Núñez? No fueron los militantes. ¿Quién entonces? La libertad y la igualdad son la zanahoria del asno: inalcanzables, eterna promesa, aspiración de realización imposible. En el tránsito de las ideas a las acciones, las fantasías se han convertido en pesadillas.
El desgarrado. Marzo 2024