» 17-09-2019 |
Los hombres hemos diseñado el mundo y también hemos diseñado la justicia. Hemos partido de que hombres y mujeres somos iguales, igualdad que jamás hemos puesto en práctica. No sería de extrañar que la presuposición y la (no) puesta en práctica, escondieran más de una añagaza. Es evidente que Ana mató a Gabriel. Pero debiéramos dilucidar si ese crimen fue limpio (macho) o está empañado por la presión de género al que están sometidas perpetuamente las mujeres.
Que mató, ya lo ha dicho ella. No hace falta insistir. Sobre lo que hay que insistir es sobre las circunstancias y quizá más allá del contexto. ¿Era libre Ana de escoger su destino, o en una sociedad machista, patriarcal, dominadora de las leyes y de las costumbres solo podía tomar el camino de la disidencia (en este caso el crimen)? Ella se ha defendido con sus armas emotivas (que tanto ofendían a la acusación), pero ¿tenía otras? ¿No nos encontrábamos ante dos formas de entender el mundo, dos formas de pensar, dos topologías de las que una de ellas tiene todas las de ganar? La idea de culpable o inocente es una idea masculina, racionalista, metafísica (en el sentido de pares de oposiciones excluyentes). ¿Alguien ha pensado que para las mujeres esa forma de pensar es estúpida? Afortunadamente para nosotros los hombres (que nunca hemos pensado que exista una forma alternativa de pensar) las mujeres son dóciles. Si les decimos que la justicia consiste en castigar el adulterio (femenino, of course), lo aceptan, si prohibimos el infanticidio (durante siglos una forma de regular la población) lo aceptan, si decidimos que hay que extirparles el órgano del placer lo aceptan. Podemos taparlas, esconderlas, sojuzgarlas y golpearlas. Y no en países remotos. ¡Aquí!
No voy a discutir la sentencia que será inflexible. Como la justicia machista (desengañémonos, estamos en una situación machista). Voy a discutir la justicia. Vivimos inmersos en una justicia (ética, política, igualdad, ciencia, etc.) machista, que ni remotamente considera los derechos y las necesidades de las mujeres. Nuestra idea de la igualdad es: iguales en deberes (y con seguridad, algo más) y desiguales en derechos. Esa es la realidad. Los hombres estamos en una situación vergonzosa. Juzgamos a las mujeres desde nuestro propio código ético que es masculino hasta la médula. Y no solo eso. También las sometemos a una dominación que viene de la fuerza y que en la actualidad se asienta en la razón. Una razón masculina que además imponemos a un género que la acepta (y ese es un tema a resolver). Son mascotas. Su natural talante pacífico y pactista les ha conducido a la situación de animales domésticos. Y esto no es una diatriba sino una descripción. Hay algo perverso en las mascotas y es dominar sobre quien no quiere rebelarse. La victoria sobre la pasividad.
No solo sois la mitad de los votos, también sois más de la mitad del trabajo. Sé que no está en vuestro carácter rebelaos pero debéis hacerlo, aunque no lo entendáis. Los hombres son mala gente. Lo se de buena tinta.
El desgarrado. Septiembre 2019.