» 28-07-2024

Señoras y señores 108. Mujer y deporte.

Hablar de mujer y deporte es hablar en primer lugar de deporte y este es un buen momento. Estamos en tiempo de olimpiadas con lo que todo eso significa: en primer lugar la unión de todos los pueblos de la tierra -representados por sus estados nacionales- que muestran, reuniéndose a competir deportivamente, que la unión es posible aunque las guerras sigan azotando nuestro planeta y la ONU sea una pantomima. Poco importa que Rusia haya sido excluida por ello y que los refugiados del mundo compitan como nación, la ficción de que existe un espíritu deportivo es lo que debe preponderar. En segundo lugar el deporte es hoy un destilado de lo que fue y no solo por la profesionalidad que lo ha impregnado todo, sino porque la corrupción ha prendido en el COI en donde sabemos que a base de dinero los poderosos pueden conseguir lo que deseen. Si el modelo capitalista de deporte, desde el opio del pueblo hasta la competición como esencia de convivencia (y sus secuelas síquicas), desde el dopaje (como medio de ganar por otros medios) hasta el terrorismo hincha. El modelo islamista no ha resultado mejor. Para los islamistas productores de petróleo se ha convertido desde una inversión a una forma de ocultar sus miserias en derechos humanos, desde una forma de promoción turística a constituirse en el centro de los espectáculos deportivos desmesuradamente pagados con petrodólares. Y si esos son los triunfos sociales y económicos no son menores los políticos: Las naciones compiten a ver quien la tiene más grande en arquitectura deportiva, número de ganadores, impecable organización o deslumbrantes ceremonias escasamente deportivas. Lo que antaño fue la continuación de la guerra por otros medios es hoy un superespectáculo en el que la TV centra todo su saber y potencia.  

 

¿Qué diferencia hay entre el Mobile y los juegos? En ambos se reúnen profesionales de todo el mundo, de un campo determinado, para competir en poderío, desarrollo, y éxitos. Ocupan una ciudad -que colapsan durante la duración pero que ha estado patas arriba durante la larga preparación- mientras se ofrecen como fruta madura al terrorismo internacional… porque París bien vale una misa. Cuando las guerras las hacían los militares (parapetados hoy tras los civiles) la práctica de que sus mejores soldados compitieran en representación de su facción, tenía sentido: torneos, duelos, etc. Pero aquello era una peligrosa muestra de que no hacía falta que murieran civiles para solventar las diferencias a estacazos y se sustituyó por los soldados en formación -con música y todo- avanzando y muriendo como moscas- hasta que uno de los dos ejércitos se deshacía bajo el fuego enemigo. Pero no bastaba con que los soldados sustituyeran a los mandos en la masacre. El desarrollo desmesurado de las armas de destrucción masiva puso en primera linea a los civiles y desde entonces los militares de carrera ya no tienen bajas. Y si echo mano de toda esta parafernalia militar es porque el deporte es el continuador de aquellas matanzas, simbolizadas convenientemente pero no menos feroces. Porque los juegos son cualquier cosa menos deportivos.

 

Los juegos no son igualitarios: unas disciplinas son más rentables que otras. Un participante se puede colgar ocho medallas en natación cosa que jamás podrá hacer en atletismo (al que se le supone la primacía). Para ello se nada en cuatro estilos distintos. Es como si se corriera en cuatro estilos distintos: lisos, en cuesta, a la pata coja y de rodillas, o se saltara altura de espaldas, de vientre, de cabeza o de pies. ¿Ridículo no? Pues lo mismo que nadar braza, mariposa, crawl o espalda. Porque correr se puede correr en el campo, se puede jugar a tútbol een un descampado y descalzo (como hacen los africanos) pero para nadar hacen falta piscinas, infraestructuras que muchos países no pueden permitirse. Y ya no digamos si el deporte se hace a caballo. Los países ricos tienen ventaja. No solo unos deportes son más rentables que otros sino que las naciones ricas también rentabilizan los excedentes que dedican al deporte. Altius, fortius, ricus. Se supone que el deporte es sano… hasta que empieza el dopaje, la ingestión de sustancias o la realización de técnicas para mejorara el rendimiento que pueden conducir a la muerte, además de al podio. Pero es que hay disciplinas -como los lanzamientos- que por la ley de la acción y la reacción se ven favorecido por la masa corporal. Se podría separar los competidores por pesos -como en la lucha- pero no se hace y entonces contra más grande mejor. Mastodontes ejemplarmente obesos según la OMS, compiten “deportivamente” como luchadores de Sumo (¿Para cuando disciplina olímpica?) Hace pocos años el deporte se dividía en amateur y profesional hasta que la dificultad de distinguirlos y la presión capitalista hicieron que se fundieran en uno: el profesional. Hoy el deporte es una profesión como otra y en la que -como los artistas- solo unos pocos llegan al éxito (pecuniario incluido). Pero se mantiene la ficción de que es puro, limpio, justo… “deportivo” (la palabra se ha impuesto como modelo). Y patriota. ¿que mejor recompensa que representar a tu nación? No hay que lamentarse de que en una sociedad capitalista todo se contamine con la pasta (así es por definición) pero ¿mantener la ficción de que el deporte es otra cosa? ¿Seguro?

 

Son muchos los intereses en juego. El deporte es la simbolización de la dominación, de la guerra y de la política, de la sojuzgación del género, de la altersexualidad, de los colonizados. Y de ahí viene la competencia. El deporte proporciona un campo de poder civil paralelo a la política. Cualquier millonario puede ser una figura pública dirigiendo un gran equipo como Núñez (que dijo que mandaba más que el jefe del gobierno), como Florentino que almacena figuras como si fuera pesebrista. Con la llegada del capitalismo de gestión, ahora, hasta los gatos tienen tos y las federaciones se llenan de crápulas, COI incluido. En el deporte hay más trampas que en “Humor amarillo”. El circo ha sido siempre “los juegos del hambre” y los juegos son circo. Da penita ver a todos esos jóvenes luciendo una alegría desmesurada en un primer concurso de mostrar cuál es la delegación más enloquecida. La política adora al deporte, no solo por la oportunidad de hacerse la foto con ganadores (para variar) sino porque todas las energías que se disipan con el deporte son energías no utilizadas contra el poder. Un solo Madrid-Barça consume más energías que una revolución. Narcotizados, así es como nos tienen. 

 

Y con esto llegamos al género, a la igualdad de la mujer con el hombre, con el modelo al que hay que parecerse. En nuestra sociedad la igualdad no es recíproca es unidireccional: como el hombre, a su imagen y semejanza. Y así es en el deporte: los deportes de los hombres. Biológicamente las hembras son “casi” tan fuertes como los hombres. La única diferencia es ese plus que se impone por la sexualidad (y no siempre en el mismo sentido). Pero no es significativa. Anropológicamente (el nombre ya da una pista) la cosa es diferente. La diferencia de roles sociales requiere que el hombre sea atlético. Para ello es guerrero, defensor, alimentador de la familia nuclear mientras que la mujer debe cuidar la prole durante los muchos años en que está indefensa y dependiente. Pero el reciente pasado de igualdad no impide que la mujer pueda ser tan atlética como él. Pero el problema no esta en el “casi” sino en el modelo. El modelo de pensamiento que el hombre impuso cuando el logos emergió, la metafísica, es profundamente machista: solo existe un género: el masculino. Solo existe un modelo: el atleta. Las mujeres se han adaptado a un pensamiento que no es el suyo y su aspiración es la igualdad. La igualdad a un modelo que les es ajeno. No es un problema de individuos, que pueden escoger con su libre albedrío el camino que quieren seguir: atleta o grácil. Es un problema de género. El hombre mediante su sistema de pensamiento ha impuesto el modelo, la mujer lo ha aceptado, y a partir de ahí, solo queda la igualdad, y no la libertad de elección de un sistema de pensamiento que -hoy por hoy- es único: la libertad que defiende Despentes y otras feministas. 

 

Estos juegos son los de la paridad, la integración de la altersexualidad, los relevos unisex. ¡Todo arreglado! La mujer ha logrado la igualdad, la generalización de la presencia femenina en todos los campos. ¿Qué quieren ahora? Os lo diré: un sistema integrado de pensamiento en el que la igualdad sea recíproca y el hombre no sea el modelo a seguir. Todo lo demás (¡bienvenido sea!) es maquillaje. Un guiño. Y a ver si se trata al deporte como lo que es: una profesión, como otra. A ver si se aparcan todos esos estereotipos de idealidad que hace años que perecieron.

 

El desgarrado. Julio 2024.




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