» 12-06-2020

Señoras y señores 52-3. ¿Existe una diferencia esencial entre hombres y mujeres? 3. Foucault y Agamben.

Agamben repasa el concepto de “cuidado de sí” de Foucault en “Opus Alchymcum” incluido en “El fuego y el relato” Sexto Piso 2016 (2014) en relación a la disyuntiva: creación de la obra de arte/recreación del autor, o dicho de otro modo arte/vida (Estética 9-2 Producción de la obra y transformación del autor en Agamben). Foucault indaga 1) las prácticas y los dispositivos a los que recurre la antigüedad tardía para estudiar no ya el conocimiento del sujeto sino el gobierno de sí y el trabajo sobre sí en lo que  llama el “cuidado de sí”. Este tema remite a otro: 2) el modo en el que el sujeto se constituye como sujeto moral de sus propias acciones: la constitución del sujeto. Y ambos confluyen en un tercero: 3) la estética de la existencia, como, el uno mismo y la vida son concebidos como obras de arte.

 

Podría entenderse que la tarea del filósofo se compara a la del artista ocupado en modelar su propia vida como una obra de arte (Hadot) pero no es así. Foucault no se sitúa nunca en un contexto estético sino siempre en una investigación ética. Los conceptos “cuidado de sí” y “ocuparse de sí” son conceptos morales y no estéticos. Es en el segundo volumen de “La historia de la sexualidad” donde la pertinencia de la “estética de la existencia” para la esfera ética se establece más allá de cualquier duda.  “Las << artes de la existencia>> y las técnicas de sí a través de las cuales los hombres han buscado hacer de su vida <<una obra que exprese ciertos valores estéticos y responde a determinados criterios de estilo>> son en realidad <<prácticas voluntarias y razonadas>> a través de las cuales los hombres se fijan cánones de comportamiento que ocupan una función que Foucault define, sin reservas, <<etho-poiética>> (Agamben 2016, 104). En una entrevista afirmará: el cuidado de sí no es para los griegos un problema estético, <<es en sí mismo algo ético>>.

 

El “cuidado de sí” o el “trabajo sobre sí mismo” encierra un problema gramatical. El pronombre se (reflexivo) carece de nominativo, presupone un sujeto gramatical (que opera la reflexión), sin que puede estar él mismo en la posición del sujeto. El “sí” no puede ser nunca sustantivo. El término ethos se compone del reflexivo e- y el sufijo -thos, y significa, por tanto, simple y literalmente  <<seidad>>, es decir, el modo en cada uno tiene la experiencia de sí. La idea de un sujeto ético es una contradicción en los términos. El sujeto no puede entrar en relación consigo mismo puesto que el sí mismo con el que tenemos relación no es más que la relación misma. No existe un sujeto antes de la relación consigo mismo: el sujeto es esa relación y no uno de los términos de ella. Para salvar esta imposibilidad (el trabajo de sí mismo sobre sí mismo) Foucault recurre a la idea de sí mismo y de la vida como obras de arte.  <<Pienso que existe una única salida práctica a la idea de un sujeto que no nos está dado de antemano: debemos hacer de nosotros mismos una obra de arte…>>. Se trata de unir esa relación consigo mismo a una actividad creadora.

 

Esta última afirmación podría entenderse como que podemos construir el sujeto (que no viene dado de antemano) como el artista construye su obra. Pero también podemos interpretar que la relación consigo mismo y el trabajo sobre sí se vuelven posibles solo si se ponen en relación con una actividad creadora. Si entendemos la felicidad como la tarea ética por excelencia a la que tiende todo trabajo sobre sí, la felicidad se vuelve posible solo a través de una práctica creadora. Pero no es la práctica creadora la que es feliz, es la felicidad de existir la que se vuelve posible a través de la práctica creadora. El cuidado de sí pasa necesariamente por la práctica creadora.

 

Recuerda esta seidad al ensimismamiento que tanto Ortega y Gasset como Rubert de Ventós enunciaron como principio del arte moderno. Pero todo ello nos lleva a la conexión entre la ética (el conocimiento de sí mismo) y la estética (la producción de la obra) y es aquí donde se bifurcan los senderos de hombres y mujeres. Para las mujeres la producción de la obra, es el hijo, en la que se funden la tarea ética y la obra estética. Para el hombre -ante la imposibilidad del hijo como obra propia- el arte (la obra estética), la ciencia (como obra intelectual) o la filosofía (como introspección) se convierten en su “hijo”, en su obra fundamental, en su destino. Lo que no significa que la mujer no pueda ser artista, científica o filósofa, ni el hombre no pueda realizarse como padre, pero siempre como elección personal y no como destino. El determinismo nunca es determinante.

 

Añade Agamben que el artista en el que la identidad entre transformación de sí mismo y producción (creación) de la obra, es Klee. Con ello quiere decir que Klee consigue como artista lo que todas las mujeres consiguen como madres (o como madres en potencia): la fusión de lo ético con lo estético (ninguna madre renuncia a que su hijo sea el más bello del mundo mientras que la función más ética es la de madre y la felicidad -el trabajo ético por excelencia- es consustancial a la maternidad). En general los hombres no pueden acceder a esta fusión y su mundo separa absolutamente lo ético de lo estético. Eso produce que los artistas y los éticos se separan en el imaginario masculino mientras se funden en el femenino. Solamente esta diferencia es capaz de separar dos mundo. En la jerarquía de las mujeres el hijo es lo primero por delante de la profesión (técnica o artística), el trabajo, o cualquier otra inclinación o predisposición. Siempre a expensas de que esta determinación no es determinante y puede ser doblegada. Las obras son para los artistas como hijos. Para las mujeres el hijo es su obra de arte.

 

De esta manera el cuidado, y el cuidado de sí, marcan la vida de las mujeres mientras, el hombre se dedica a la lucha por la existencia que permitirá a su familia acceder a un destino ético (la felicidad). La pregunta es ¿en que momento el luchador permitió que la mujer se añadiera a su lucha sin que recíprocamente el hombre se añadiera al cuidado (de los hijos, de la familia, de los mayores)? Probablemente -como también nos dice Focault- cuando apareció el individuo como invento moderno y el ser se hizo mayor que el ser hombre o ser mujer. En la borradura teórica del género obrada por la metafísica. Es curioso que Foucault -tan denostado como alabado por las feministas- polarice dos de las manifestaciones más evidentes de las diferencias de género: el micropoder/dominación y la fusión: trabajo sobre sí  (ética) y producción de la obra (estética)… además de la aparición del individuo. Volveremos sobre el tema para ampliarlo.

 

El desgarrado. Junio 2020.




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