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» 03-12-2020 |
1) La lógica. La lógica es una forma de adquirir conocimiento a través del lenguaje. Como todo conocimiento persigue alcanzar la verdad. La lógica estudia la forma (lingüística) que debe tener un determinado argumento exitoso. Aristóteles parte de dos supuestos básicos 1) Todo tiene una causa. Conocer algo consiste en establecer su causa. Conocer el mundo consistirá en determinar sus relaciones de causa y efecto. 2) El lenguaje es siempre una expresión del pensamiento y de la realidad. Las palabras serán distintas en distintos idiomas pero los contenidos mentales a los que se refieren son los mismos. Lo que decimos mediante el lenguaje es un signo, significa algo que tenemos en nuestra mente. A su vez lo que tenemos en la mente se corresponde con la realidad. Con el lenguaje transmitimos conocimiento de la realidad. La lógica es el conocimiento obtenido por el uso del lenguaje y el pensamiento mediante razonamientos, demostraciones y deducciones. Aristóteles sistematiza la lógica al formalizarla (prescindir de su significado semántico, su valor de verdad).
Esta relación tripartita entre realidad, pensamiento y lenguaje se articula de esta manera: Las palabras responden a realidades (conceptúan la realidad mediante categorías); se componen en enunciados, proposiciones u oraciones que responden a hechos del mundo; que se articulan en silogismos (razonamientos); que alumbran una nueva verdad. Este procedimiento funciona al margen del contenido de verdad de las proposiciones, pero si estas son verdaderas, las conclusiones alumbradas también lo serán. Este punto es importante. El procedimiento no depende del contenido de verdad de las proposiciones (es un procedimiento formal), es decir la lógica es paradójica: funciona incluso manejando enunciados falsos… y conduce a paradojas. Las palabra (clasificadas en diez categorías: sustancia, cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo, posición, posesión, acción o pasión) no pueden tener contenido de verdad alguno. Son predicados (lo que se dice del sujeto). Solo adquirirán el contenido de verdad cuando se compongan en proposiciones. La confusión está servida: ¿son realidades o imágenes lingüísticas). Las categorías son una clasificación a priori de nuestro pensamiento de la realidad.
El silogismo produce una deducción, es decir una aplicación de lo general en lo particular de acuerdo a una ley formal. ¿Pero de donde ha salido ese enunciado general? Hay dos opciones de llegar de lo particular a lo general (en general a través de la abstracción): la inducción y la intuición. Nada garantiza desde la lógica que la inducción se cumpla (puede ser cierta un millón de veces y fallar en la siguiente ocasión), pero la intuición tampoco es mucho más fiable. El conocimiento intuitivo se basa en unos principios primeros que “no necesitan demostración porque son evidentes” Entre ellos: el principio de no contradicción, el principio del tercio excluso y el principio de identidad. La física cuántica ha puesto en duda cada uno de los tres. Pensar en la intuición es volver al platonismo pues se aleja del empirismo aristotélico para confiar en ideas trascendentes. ¿Cómo resuelve Aristóteles esta contradicción? Pues cambiando el concepto de universal que usó Platón. “Para Aristóteles, los universales están (son) necesariamente en los particulares” (Ruiz 2015, 70). Es decir invierte la dirección de lo general a lo particular. Probablemente no os parezca una gran solución pero es que es un problema que todavía no está resuelto(la solución de Kant no fue mucho más brillante) o, según el teorema de incompletitud de Gödel… simplemente no tiene solución.
2) La metafísica. Ya tenemos un medio (herramienta): la lógica, de obtener verdades (conocimiento) a partir de hechos del mundo (realidades expresadas en proposiciones) y articuladas en silogismos. También tenemos una división entre epistemología (lo que se dice de las cosas: predicados) es decir el lenguaje, y ontología (lo que las cosas son en sí: el ser, el sujeto) es decir la
realidad. La metafísica es el estudio de la realidad tanto la evidente (aparente) como las ocultas (los principios, estructura, fundamentos, cuestiones teológicas…) es decir, los meta-reales. Como hemos dicho las cosas del mundo -desde la ontología- se dividen para Aristóteles en Categorías (las diez citadas de las que la primera: la sustancia, es la cosa en sí y las otras nueve son accidentes o modos de ser de la sustancia). Desde la epistemología (el lenguaje) se dividen en sujetos (nombres) y predicados). La sustancia se compone (pero no descompone) en materia y forma. La forma es lo universal ontológico e indeterminado lingüístico (un perro) y la materia lo particular ontológico y lo determinado lingüístico (este perro). En la realidad no pueden separarse pero en la mente podemos concebir las formas puras que son formas sin materia. Las formas son inteligibles (pueden ser asimiladas por la mente) a demás de percibidas por los sentidos. La materia también.
Esta diferencia entre lo universal indeterminado y lo particular determinado origina la esencia aristotélica. La esencia son los detalles y las cualidades que diferencia a “un perro” de “este perro”. Dentro de las cualidades hay que distinguir entre los atributos esenciales (irrenunciables: naturaleza específica) y las cualidades accidentales (accesorias). La esencia es la sustancia a nivel epistemológico, mientras que no lo es a nivel ontológico. A este nivel Aristóteles distingue entre una sustancia primera (sustancia) y sustancia segunda (esencia, identidad), Y aquí Aristóteles reconoce el elemento universal en esta esencia particular -en la línea antes apuntada- y desligándose del concepto de universal platónico: el elemento universal no es trascendente, como éste afirmaba. El plan de investigación de Aristóteles empieza en las cosas concretas que percibimos con los sentidos (la naturaleza o el mundo sensible) y lo hace con la ciencia de la física o filosofía segunda. Pero algo surge que requiere nuestra atención: el movimiento (cambio, transformación, evolución).
Los diversos tipos de movimiento se asocian con las categorías: el movimiento de generación o corrupción (que modifica las sustancias), se asocia a la sustancia. La alteración se asocia a la cualidad; el aumento o disminución se asocia a la cantidad, y la traslación se asocia al lugar. De acuerdo a esa primera asociación las sustancias se clasifican en sustancias sensibles cotidianas (corruptibles); sustancias sensibles celestes (eternas y de movimiento circular) y sustancias suprasensibles, puras (sin materia), solo captables por la inteligencia e inmóviles. Pero todo esto no nos desvela que es el movimiento. Las sustancias sensible (cotidianas y celestes) son a la vez en potencia (los cambios, la materia) y acto (la forma). Desde esta perspectiva la sustancia: la unión de materia/forma responde a una visión estática; el binomio acto/potencia corresponde a la visión dinámica. El movimiento, entonces es la tendencia de la materia a realizar la forma (el movimiento sería intrínseco a la sustancia). Realizar la forma es cumplir su fin. El movimiento es el tránsito del ser en potencia al ser en acto. ¿Pero cuál es la causa de que el movimiento se produzca? Aquí se establece la teoría de las causas: Causa material es de lo que está hecha la cosa; la causa formal es su definición visual; la causa eficiente es de dónde viene, dónde se origina y la causa final es a dónde va, cual es su fin. Las dos primeras causas corresponden al ser, al estatismo y las dos últimas al cambio, a la dinámica. También asimilables a la materia inerte y a la vida. A destacar que la teleología, el finalismo se erige como la causa suprema que mueve las cosas y junto al esencialismo constituye el pensamiento físico y metafísico de Aristóteles.
Y basta por hoy. La próxima sesión -ya conocido a grandes rasgos el pensamiento de Aristóteles- entraremos en la ética y la meta-ética.
El desgarrado. Diciembre 2020