» 24-12-2020 |
En otros blogs he hablado de la diferencia entre hombres y mujeres que hace que los primeros tiendan a destruir y arreglar y la mujeres tiendan a prevenir, conservar y a cuidar. Son dos maneras de entender nuestra relación con el mundo: dominar, utilizar, explotar por parte de los hombres y prevenir, respetar, coexistir por parte de las mujeres. Ya dije que seguramente es una cuestión derivada de la biología: el hombre es cazador y la mujer recolectora; el hombre es agresivo y la mujer conciliadora. Lo que, por otra parte, no niega un reparto de papeles cuando constituyen una pareja. Pero nuestro pasado biológico no justifica que ahora -en condiciones absolutamente diferentes de nuestro pasado ancestral- sigamos los hombres haciendo el gilipollas. Pero de lo que quiero hablaros es de la épica. Hace años se determinó que solo había un número escaso de temas que se podían usar en el guión de una película (citado por Modwlinosky en su libro seminal) y decir película es decir mundo moderno. No se trata de “temas” porque todos son susceptibles de ser tratados con un determinado enfoque. Entonces ¿cuantos enfoque hay?
No lo sé, pero en una primera aproximación diría que hay un enfoque épico, un enfoque satírico-crítico y un enfoque condescendiente. Es decir: ensalzar, criticar y consentir. Parece que poco tenga que ver con enfoques de género pero no es tan claro. La épica es eminentemente masculina: es la emoción del éxito, del esfuerzo, de los valores más masculinos (agresividad, activismo) aunque no excluye a los valores femeninos (resistencia, resilencia). El enfoque crítico-satírico incluye tanto la oposición, como la descalificación. Es campo preferido del humor, de la sátira, de la ridiculización y no por casualidad: criticar al poder es peligroso y hay que disfrazarlo (carnaval), desorientarlo (humor) o escamotearlo (crítica). Sin ir más lejos nuestros jueces (famosos por su falta de humor: ¡más serio que un juez!)) se dedican en la actualidad a perseguir a cómicos, titiriteros, fancineros y raperos como si fueran delincuentes. La condescendencia ni ensalza ni critica pero ¿por qué? ¿Todo está bien? Quizás de ahí surge el término conservador. Ante la evidente delincuescencia del rey emérito los monárquicos recurren a sus grandes logros en el pasado. Como dicen los folletos para los inversores: Rendimientos pasados no presuponen rendimientos futuros. El rey es un valor amortizado. Debería rendir cuentas. Cumplir con tu deber en el pasado no exime de hacerlo en el futuro.
Planteado el tema, en lo que quiero incidir es en que nuestra civilización cada vez es más épica y creo que por dos razones. En primer lugar porque la mierda que nos rodea, ecológica, política, social, económica, etc. no pueden ser compensadas sino con el autobombo. La política hace tiempo que decidió que su función no era vencer (actuar) sino convencer (explicar-razonar). Es el mismo proceso que sigue la publicidad. La absoluta mierda de los procesos industriales y comerciales, el fracaso de los productos (obsolescencia programada, outlets, delegación del control de calidad a los usuarios, bazares chinos, etc) hacen que la publicidad solo pueda recurrir a un imaginario de emociones porque afirmar la bondad del producto es un suicidio. Las series de TV nos hablan de la bondad, entrega y dedicación de nuestros políticos. Las ruedas de prensa son sesiones de autobombo, las declaraciones de los políticos no hablan de lo que hacen sino de lo que dicen (y sobre todo… de los demás). Y esa es la segunda razón. Pero no solo es la política la que se ha insuflado de autobombo. Ya no lloramos cuando matan a Bamby sino cuando un mindunguis vence a la justicia, a los abogados, a los políticos, o a la industria. Cuando Kramer machaca a Kramer o cuando el esfuerzo vence a la iniquidad.
En otro blog anterior también dije que la solidaridad, el altruismo y la ayuda mutua no son racionales. La razón más elemental indica que al otro hay que machacarlo y el otro es cualquier competidor. Son por tanto emociones y las emociones son femeninas o por lo menos ajenas a cualquier tipo de afán de triunfo. En otras ocasiones he aludido también a que las emociones están excluidas de la razón. Solo Spinoza trató las emociones a la par que las razones. Todos los demás filósofos las trataron como cuestiones insensatas, solo dignas de mención marginal. Todo ello desde el punto de vista masculino, agresivo, destructor y desarrollista, porque desde el otro punto de vista todo esto no es así. Para la mujer (y para Spinoza) las emociones son tan buenas como las razones, la cooperación es tan importante como la confrontación, el respeto y la prevención y el cuidado son infinitamente superiores a la destrucción/construcción/desarrollismo/progresismo.
La épica es una trampa, es propaganda, es autobombo. Deberíamos boicotear la épica, denostarla, denunciarla. La épica es la enésima estrategia masculina para desarticular la resistencia de los desfavorecidos de entre los cuales las mujeres son el cuerpo principal. La épica está a favor de la destrucción del planeta, de las especies, del medio ambiente, de la igualdad de género. La épica es la calderilla emocional que nos dan a cambio de nuestra sumisión. Sabemos que los hombres (como género) han articulado la igualdad como solución a la desigualdad de género. Pero no una igualdad diferencial como corresponde a las profundas desigualdades que existen entre hombres y mujeres sino una igualdad objetiva que permiten a las mujeres ser la misma mierda que es el hombre: minero, cobaya, verdugo, lanzador de peso, violento, competitivo, borracho, mal hablado y putero.
Un sistema de pensamiento (la metafísica) que ha excluido radicalmente los sentimientos, ahora con la épica, los restituye para dominarnos (y sobre todo para dominaros). ¡Neguémonos! ¿Quizás os preguntaréis como se distingue la épica de otras estrategias? Es muy fácil: cuando la épica entra en juego el volumen de la música sube un 500% dando por el culo a nosotros mismos y a los vecinos. La épica es inseparable del volumen de la música. La épica y la fanfarria son lo mismo. Cada vez que la música os soliviante, o es terror o es épica. Y sobre todo, defendamos a esos cómicos cuya sátira y crítica nos ayuda a darnos cuenta que estamos en una democracia de dominación que como toda buena dictadura no acepta ni la más mínima crítica. ¡Ánimo Mongolia!
El desgarrado. Diciembre 2020.