» 16-04-2021

Señoras y señores 78-1. El machismo 1. El machismo metafísico.

Otras veces he hablado de que el machismo no podía ser entendido de forma simplista (la dominación de un género por otro). Si un hombre mata a su mujer y luego se suicida, la cosa no es simple, es muy compleja ¡y no digamos si mata a sus hijos! Ese “ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedio” es más que enigmático. El hecho de que las madres perpetúen el machismo con la educación tampoco es fácil de digerir. La topología del pensamiento femenino: novias, esposas, madres, abuelas, que les hace afrontar el mundo con distintas actitudes en diferentes épocas de su vida tampoco facilita las cosas y el cornudismo de los hombres que depositan su honor en la vagina de una mujer redondea el melodrama. Para que decir (por ya dicho) que el capitalismo convierte la relación entre géneros en un negocio, la sociedad lo transforma en un contrato, y que la moral (religiosa) lo transforma en una ofrenda a dios (servidumbre incluida). La reciente comprensión del amor-pasión como un coctel de hormonas si bien clarifica las cosas, también las enreda. ¿Por qué es la hembra la que se acicala para el macho? (al revés de todas las especies conocidas, en que es al revés) es un tema más de este culebrón que ahora abordamos. Y para ello tenemos que remontarnos a muchos años atrás.

 

Ni más ni menos que al nacimiento del pensamiento masculino: la metafísica. Antes, el instinto y la fuerza resolvían todos los problemas. La tesis es que el machismo es metafísico. La trascendencia (ese “meta-” de metafísico) había aparecido antes (la superstición, el animismo, la mitología o la mítica) ya eran trascendentes, es decir habían superado la inmanencia del instinto, la inmediatez de lo sensible, pero el nacimiento del logos, de la razón, hace veinticinco siglos marca un punto y aparte en la manera de afrontar el mundo desde la trascendencia. Y decir trascendencia es decir simbolismo. Es Platón el que resume esa trascendencia en la esencia de las cosas que se esconde tras la apariencia: la idea. La metafísica nace en esa trascendencia. Básicamente la metafísica trata de obtener fijezas de un mundo cambiante y hostil. Y para ello busca la necesariedad: que de un antecedente se siga inequívocamente (necesariamente) un consecuente. Durante años esa necesariedad solo venía de los dioses pero poco a poco se establecen pautas para que esa relación necesaria se fundamente en la razón: la metafísica. Mediante un método de abstracción-universalización-ley la cantidad (las matemáticas), la verdad (la lógica), el concepto (la lingüística) y la igualdad (la ética y la política) se convierten en fuentes de certeza, con un operador excepcional: la igualdad. La igualdad resume todas las relaciones a una: la coincidencia.

 

Pero este pensamiento es patrimonio de los hombres. Los hombres son analíticos (cazadores) mientras que las mujeres son sintéticas (recolectoras). Analizar quiere decir destruir (descomponer) y sintetizar quiere decir construir, (sumar). Los hombres necesitan recomponer lo que han desmontado y las mujeres no (porque no han roto nada). Los hombres reconstruyen el mundo en sus cabezas y las mujeres lo viven. Sus caminos divergen: pensar/vivir. destruir/construir, prevenir/ arreglar. Pronto el hombre añade a sus instrumentos metafísicos otros nuevos: el género (la premisa universal del pene: el falo, es la idea mítico.sicoanalítica de que todo el mundo tiene un pene… o lo ha perdido). Solo existe un género: el masculino (a la vista está que a la mujer se lo han arrancado), la economía política (el dinero y la mercancía como equivalentes universales del valor y del intercambio), la razón como instrumento único y universal de conocimiento del mundo. Y pronto la mujer queda excluida de los planes del hombre. Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. De la mujer solo dijo que era subsidiaria del hombre (una costilla para ser exactos). Como en la teoría del caos, pequeñas diferencias en las condiciones iniciales hicieron que los dos sistemas (la actitud femenina ante el mundo y el pensamiento masculino) divergieran de modo exponencial. Y esa divergencia ensalzaba las virtudes masculinas mientras ignoraba las femeninas. La mujer se convirtió en la reproductora de mano de obra… y nada más. Ni siquiera Marx reparó en ella. Todo, desde las leyes a la moral -pasando por lo social-  trabajaron para ensalzar al macho y denigrar a la hembra. Eso es el machismo: el establecimiento de un sistema de pensamiento netamente masculino.

 

Nos dicen que el machismo es una desviación de la igualdad (teórica) que es lo aceptable. No es así. El machismo no es una desviación. El machismo es la norma, la norma metafísica de pensamiento. Por eso la igualdad no es la solución. Porque a la mujer se le niega un pensamiento divergente del masculino y así, no hay posibilidad de igualar nada. El pensamiento femenino debe ser enteramente construido porque no existe (no existe dentro de la norma de pensamiento establecida por el hombre). Igualdad quiere decir que la mujer sea igual al hombre y no es eso. La mujer debe tener los mismos derechos, pero no tiene que ser igual a nadie y menos a algo tan desigual respecto de ella misma como el hombre. ¿Por qué la mujer no estableció un pensamiento genuino desde sus propios puntos de vista? porque no le hacía falta. Su hábitat sintético de pensamiento no necesitaba analizar la realidad, descomponerla para luego reconstruirla. Mientras el hombre tuvo la necesidad de cambiar el instinto por la razón esa presión fue mucho menor en la mujer. Los elementos de lo que podría haber sido su pensamiento ya estaban presentes en el instinto: cuidado, prevención, prudencia… ¿Quiero eso decir que la mujer se quedó en el instinto mientras el hombre evolucionó a la inteligencia? En absoluto.

 

El hombre evolucionó hacia la razón por necesidad: la testosterona le empujó al dominio (social), la caza al análisis de la realidad, el anhelo de seguridad al conocimiento del entorno. La agresividad de la mujer era mucho menor, y la seguridad de la mujer… era el hombre. En un reparto de funciones comprensible, el hombre se dedicó a la lucha y la mujer al cuidado. Era precisamente eso lo que buscaba ante las necesidades de la reproducción. Si el hombre lo que pretendía era la máxima difusión de su semilla, las mujeres necesitaban la seguridad de una pareja estable, capaz de alimentar a la familia, capaz de defenderla y fiel a su compromiso. Fueron las condiciones biológicas y sociales de la peculiar situación de la pareja humana la que los empujó al machismo: una situación de estabilidad que conllevó la creación del sistema metafísico de dominación de la mujer por el hombre. Antes se pasó por el periodo mítico, pero solo fue una primera entrega de lo que sería hace XV siglos, la razón. La razón contrae el tiempo (es decir su evolución es tan rápida que no da tiempo a los sistemas biológicos a actualizarse).

 

El machismo es una mezcla de elementos necesarios y de otros advemticios   que se presentan en el tránsito del instinto (necesario, obligatorio, inmanente) a la razón (contingente, la libertad, transcendente). La razón es un sistema que se retroalimenta. Poco a poco (un millón de años) la separación entre la razón de  hombres y mujeres se hace cada vez más mayor (y cada vez más favorable al hombre). La mujer -menos agresiva que el hombre, y en muchos casos con una alta incomprensión por sus actitudes- no lucha para obtener la igualdad sino que desarrolla su propia parcela de igualdad en el micropoder, en los pliegues del poder masculino. Son las armas de mujer que le permiten no sucumbir al poder del hombre sin necesidad de enfrentarse abiertamente. Y así se crean todo un rosario de estereotipos: coqueta (por el cuidado de sí misma), irracional (por su ajenidad al sistema metafísico masculino), seductora (por la inversión del sistema de cortejo), castradora (por el miedo del hombre a perder el pene como la mujer perdió el suyo), incomprensible (por el desconocimiento del hombre de la esencia femenina), intuitiva (dado que su instinto es mayor) y madre (el desproporcionado don de dar la vida). Todo ese sistema es el machismo en el bien entendido que arranca de lo biológico pero se socializa-moraliza y se racionaliza hasta la situación actual.

 

Y sobre todo. La razón no es universal: es masculina. No voy a discutir sus grandes logros (más tecnológicos que igualitarios… con el planeta y con los altermasculinos) pero sus fracasos son también evidentes. I-rracional no es un insulto sino un gesto de exclusión, por lo tanto, la mujer no se debe sentir inferior cada vez que se habla de racionalidad. Se debe sentir excluida, porque ese es el sentido de la palabra. Existen otra formas de pensamiento que no son la razón y que la mujer usa ancestralmente como el cuidado, la prevención, la solidaridad el altruismo (estas dos últimas excluidas explícitamente de la razón), etc. El hecho de que la mujer no haya desarrollado un sistema de pensamiento femenino parangonable al masculino no quiere decir nada. O sí. Quiere decir que o no lo necesita o bien lo desprecia, lo que a la vista de lo que ha conseguido el pensamiento masculino no es de extrañar: la guerra, el elitismo (blanco, occidental, hombre, colonizador y heterosexual), el sistema de destrucción/reconstrucción, desarrollista, progresista (para el bien y para el mal). La metafísica ha alcanzado grandes éxitos pero innumerables fracasos. Si ahora la mujer ha decidido intervenir es porque el hombre ha iniciado un camino de no retorno con el planeta, las mujeres, los altersexuales, los trabajadores, etc. que amenaza nuestra existencia como sociedad. Y, como todos sabemos, ¡la mujer por sus hijos, mata!

 

El desgarrado. Abril 2021.

 




Published comments

    Add your comment


    I accept the terms and conditions of this web site