» 21-04-2021

Señoras y Señores 79. Antecedentes de la meta-ética, el pensamiento femenino.

Veamos algunas de las características del pensamiento femenino con tal de tratar de encontrar las claves de una posible meta-ética que oponer a la meta-física. Quede claro que vamos a analizar el pensamiento femenino desde la sistemática masculina, lo que viene a ser lo que hicieron los acadios cuando adoptaron las escritura de los sumerios: hablaban como acadios y escribían como sumerios.  Las categorías que se establecen no son universales sino categorías estadísticas (tendencias, aproximaciones, probabilidades).

 

1) Sistemática. El pensamiento masculino es sistemático. Pero es sistemático de acuerdo con unas (“sus”) reglas: 2) es causal-lineal (raramente se contemplan pensamientos en red, retroactivos, rizomáticos, topológicos, no secuenciales en el tiempo y por supuesto no causales, etc.), 3) es analítico (descompone las cosas para con esas piezas reconstruirlas en un proceso de destrucción/reconstrucción), 4) es dogmático (pretende encontrar unas leyes universales de obligado cumplimiento para todos los casos), 5) es atractivo (suscita curiosidad), 6) es lógico (verosímil, porque se atiene a unos principios: identidad, no contradicción, tercio excluso…) lo que supone que el par de oposiciones verdad/falsedad excluye la verdad parcial: la probabilidad/estadística y 7) considera la igualdad como la relación privilegiada entre las cosas (para clasificarlas, para simplificarlas, para pensarlas), lo que supone desechar toda relación de desigualdad (mayor, menor, distinto). Es el principio de analogía . En definitiva el modelo del pensamiento masculino es 8) el relato tal como lo entendió Aristóteles en “Poética” (secuencial, causal, verosímil, intrigante, etc.). El modo de pensamiento masculino (y veremos que femenino) es el relato. Analicemos (masculinamente) estos extremos en comparación con el pensamiento femenino.

 

2) Secuencialidad. Causalidad lineal temporal. El mundo se entiende como antecedentes de los que se siguen consecuentes en el tiempo (en un orden temporal determinado), diacrónicos. Podrían sucederse sin que mediara causalidad pero es que la definición de causalidad es precisamente esa secuencialidad que se entiende como relación (en otro caso no tiene interés). Einstein rompió esta ligazón cuando puso en duda la simultaneidad (la situación de dos sucesos en el tiempo, es relativa al observador. El tiempo se comporta como el espacio. El tiempo y el espacio están relacionados en un continuo llamado espacio-tiempo: son variables dependientes. Por tanto la velocidad de la luz es una constante absoluta al relacionar dos variables dependientes). El esquema mental causal del hombre es el árbol (lineal ramificado temporal). Es un pensamiento en cascada. Eso excluye las redes, las retroalimentaciones, los rizomas, etc. Alexandre formuló  el pensamiento en red cuando relacionó una naranja, un melón, un balón de fútbol y otro de rugby. Unos se relacionan por la forma  (esférica u oblonga) y otros por el concepto (frutas o pelotas de juego). La relación no es lineal sino en red.

 

La mujer es topológica, multiárea y multipuesto, emocionalmente acausal lo que la convierte en irracional desde la sistemátiva masculina. Vamos por partes. El pensamiento no es absoluto sino relativo a la situación, al contexto. Los intereses de la novia, la madre, la trabajadora, la abuela son distintos y por tanto se aplican lógicas distintas. Varían en el espacio y en el tiempo. La topológica es una forma de pensamiento que el hombre considera superada por la razón (la independencia del contexto). De siempre se ha dicho y comprobado que las mujeres pueden hacer varias cosas a la vez con facilidad (lo que a los hombres les cuesta mucho más (le llaman concentración). La mujer escucha sus sentimientos, emociones y afectos mucho más que el hombre que los reprime como irracionales. Eso le hace parecer a-causal al tomar decisiones considerando no solo las razones sino también las emociones. De alguna manera es rizomática (sin centro, dirección temporal, versátil, multifuncional)

 

3) El hombre es analítico. Para entender las cosas las descompone (física o síquicamente) Una vez identificadas las piezas las recompone (y normalmente tira las piezas que le sobran). Este modelo se aplica universalmente (a todo). Lo mismo vale para conocer el mecanismo de un juguete, comprender una situación social, que para dominar la naturaleza (procedimiento de destrucción/reconstrucción que nos ha llevado donde nos ha llevado). Como procedimiento económico es inigualable, como se ve en las guerras, en las que la dominación es una excusa para el negocio de la reconstrucción y el saqueo (robar es destruir la riqueza ajena). La anatomía es la destrucción del cuerpo para tratar de entender su fisiología. El hombre caza, destruye, mata, rompe. La violencia es el medio para alcanzar este fin. Es difícil saber si es destructor porque es violento o viceversa… o simplemente se retroalimentan.

 

La mujer es sintética (construye con elementos preexistentes), recolectora de bayas y frutos que no destruyen el organismo que los produce. Creadora de vida, cuidadora de lo que le rodea, conservadora, menos violenta que el hombre. Construye recipientes, cestos, vasijas con elementos encontrados, y finalmente el hogar. Cuidadora también de sí misma no se acicala solo para seducir (como el hombre entiende siempre) sino por el impulso del autocuidado. La mujer es naturalmente recicladora no solo se da un nuevo uso a la comida que sobra sino que se hacen y rehacen las piezas de ropa, se lavan, se planchan, se remiendan, se cambia la decoración. El modelo de la síntesis es la crianza de los hijos: construir un ser humano a partir de un bebé indefenso e inútil. Y con ello no quiero decir que la maternidad sea el destino. Es el milagro.

 

4) El hombre es dogmático. Pretende encontrar en el pensamiento un método tan eficaz (necesario) como lo es el instinto. De hecho la razón nuca ha podido vencer la nostalgia del instinto. Eso le obliga a encontrar universales (pautas de comportamiento común) -normalmente por abstracción (simplificación de las cosas a sus elementos esenciales)- de los que poder extraer leyes necesarias aplicables a todos los casos. Mediante la inducción se encuentran (extraídas de los casos concretos) las leyes que por deducción se aplican a los casos concretos. Este “arco del conocimiento” hizo pensar a Platon que el consenso podría ser una alternativa a la inducción. Pero la razón no es solo este mecanismo de inducción (consenso-deducción). Bajo ese nombre se ocultan múltiples mecanismos (lógicas) como: el instinto, la analógica (la igualdad como método de pensamiento), la intuición, la rubiklógica (prueba y error), la mitológica (la lógica revelada de la religión), la tópica, la mítica, la topológica, el sistema hipotético-deductivo, el falsacionismo, etc. Todo valía para alcanzar certezas indiscutibles y para enfrentarse a un mundo proceloso. Finalmente todo convergió en la metafísica: “el método” en el que caben desde la filosofía (la razón lógica), hasta la ciencia (teoría lógica-experimentación). La explicación única del universo (la teoría del todo) es el anhelo de este impulso, porque el hombre piensa que su mente es capaz de comprenderlo todo. La evolución se ha acabado. ¿Qué podría ser una mente más evolucionada si esta ya es capaz de comprenderlo todo? No hablaremos del dogma fundamental: el religioso, más que nada por que la última palabra siempre la tiene Dios.

 

Esta megalomanía cognitiva, a la mujer, se la trae al pairo. La mujer (se dice) es práctica (local). Le interesan las cosas concretas. El cuidado no es una abstracción. Tiene un objeto y se produce a través de unos medios. Se podría decir que las mujeres son reacias a las abstracciones, lo que no quiere decir que no sean capaces, sino que no les atraen. Podríamos decir (abusando del lenguaje) que la mujer es local frente al hombre que es (tiende a lo) global. Esta disquisición ha alcanzado incluso a la física cuántica, en la que distinción entre lo local y lo global se desdibuja. Sin embargo la mujer también es dogmática. No sabemos si por opción o por reacción (en oposición, o imitación, al dogma masculino).

 

5) Atractivo. El hombre disfruta de su forma de pensamiento, le atrae, le provoca curiosidad, adora los juegos de palabras, los enigmas, los retos (por su competitividad). Para el hombre su forma de pensar es su arma, su mayor logro (y lo es… pero no absoluto) pero entendido desde su perspectiva (la metafísica). Le gusta tanto, está tan encantado, que confunde su existencia con esa esencia que no deja de ser sectorial. No solo considera que es el culmen de la evolución sino que que cree que es su punto de llegada, que la evolución acaba con él. Nunca podrá haber nada mejor. Y las exclusiones alcanzan hasta a las mujeres.

 

A la mujer el pensamiento trascendente (hay algo más que lo que se percibe) no le interesa. Elucubrar no es atractivo para la mujer que es inmanente (lo que hay es lo que hay), local, práctica. Las mujeres pueden adherirse a las religiones pero nunca las crearían porque no creen en la trascendencia y la religión es la trascendencia absoluta: Dios. La atracción a la que se somete la mujer es el instinto. No le hace falta reflexionar para saber lo que quiere. Pero es que, además, cree que la reflexión (el uso del pensamiento para entender/controlar el mundo) es ocioso. Cuando sabes lo que quieres no te hace falta más.

 

6) Lógico. Uno de las grandes avances del hombre en su carrera por obtener un pensamiento que le produjera certezas (la nostalgia del instinto) es la lógica. La lógica es formal, es decir, no depende de los contenidos pensados (el significado) sino que se apaña con la metodología formal (el significante). Es la universalidad perfecta. No se puede despreciar semejante avance pero ¿era tal? La lógica tiene una serie de axiomas (verdades indemostrables… por impotencia) que el tiempo ha demostrado que no son tan inamovibles como se pensó: el principio de identidad, el de no contradicción y el de tercio excluso. El tiempo: la física cuántica, ha demostrado que esos tres principios no se cumplen en el mundo de lo más pequeño, el mundo atómico. La dualidad onda-partícula, el principio de Heisenberg y la probabilidad estructural: el abuso del tercio excluso (la reducción metafísica de lo gradual a dos términos opuestos y excluyentes, que entre otras cosas no permite la probabilidad-estadística) han mostrado claramente que la lógica axiomática no es tan universal como se había pensado. La inducción (que tantas alegrías ha dado al conocimiento) no es admitida por la lógica que, inflexible, no admite que lo que experimentalmente a ocurrido millones de veces, pueda ocurrir una vez más. La lógica masculina es secuencial, causa, lineal, nunca en red, ni retroactiva, ni rizomática. Desde luego no es universal.

 

La mujer utiliza otras lógicas como la topológica que depende de la situación (el contexto) en la que se encuentra. Es la diferencia que existe entre Saussure y Peirce) un esquema de dos extremos: significante y significado o un esquema de tres, que incluye el contexto. Pero además la mujer introduce la emoción (sentimientos, afectos, deseos) en su lógica (Espinoza) de modo que el esquema simple del hombre se tambalea.

 

7) igualdad. La metafísica se basa en la igualdad tanto como sustantivo (ser, estático): la igualdad ética y política, como verbo (actuar, devenir, movimiento): el sistema de comparación privilegiado. La igualdad supone desechar todo tipo de desigualdades, discrepancias, desavenencias. Había que simplificar el mundo para entenderlo y la igualdad significaba una simplificación (abstracción) formidable. Las matemáticas, el concepto, la lógica se basan en la igualdad como método de comparación. El principio de analogía tiene una particularidad privilegiada: la igualdad.

 

El mundo de la mujer es un mundo de matices, de grados, tiene más colores, más formas, más seres humanos comprensibles, que el hombre. Mientras el hombre viste con el uniforme del cuáquero, la mujer se lanza a la moda. Mientras el hombre aplica la funcionalidad a su peinado, la mujer aplica la fantasía. Mientras el hombre clasifica el mundo en unas pocas categorías, privilegiadamente en el género, el sexo, la clase, la condición de colonizado, la mujer es transversal.

 

8) El relato. Y llegamos a una convergencia asombros: el relato. El relato es el espacio de encuentro cognitivo entre hombres y mujeres. El relato es la universalidad del pensamiento que aúna hombres y mujeres. Muchos de los elementos del relato son los que hemos desgranado pero, milagrosamente, ambos géneros son capaces de verlos de manera convergente. El relato ha sido cosmogonia, epopeya, tragedia, comedia, novela, teatro, cine, redes sociales (sin ánimo de ser exhaustiva o clasificador), pero siempre ha sido la manera universal (en lo que al género se refiere) de coincidencia. Leyendo literatura y viendo cine nunca pensaríamos que la brecha entre unos y otros son fuerzas opuestas. Si alguien en el futuro se fiara de la novela y del cine difícilmente se haría una idea de como fue nuestra época. Hay otros relatos: filosóficos, sociológicos, políticos, legislativos, éticos, que se ajustan a los grandes relatos. Dijo Lyotard que la posmodernidad había acabado con los grandes relatos (porque estaban caducos), pero se olvidó (o le pareció obvio no detallarlo) de los relatos por antonomasia: la literatura y el cine. Solo hace falta decidir cuales de estos relatos son descripciones de nuestra sociedad y cuales son demagogia. Quizás excluir al arte sería un error.

 

Podéis entender que todo lo dicho es una colección de tópicos. Así es. La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿son los tópicos ajenos a la cognición? Sin ir más lejos la tópica es una de las formas de inteligencia que se codea con las otras. Si entendemos que la razón es compleja (amalgama de muchas formas de pensamiento) no deberíamos desechar la tópica, como no deberíamos desechar el instinto, la intuición, la revelación (como hacen judíos como Benjamin, o Agambem) o la topológica. La razón no es la lógica o la ciencia (aunque los científicos insistan), la razón es la metafísica, por lo menos hasta que la posmodernidad la desalojó de la poltrona. Siento que se haya alargado tanto pero por una vez había que hacer una comparativa entre el pensamiento masculino y femenino para poder acometer el pensamiento femenino. Continuará.

 

El desgarrado. Abril 2021.

 

 

 

 

 

 

 

 

 




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