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» 19-05-2021 |
Hemos visto como la decisión, no es exclusivamente una cuestión de razón, de esa razón que ha establecido la metafísica. Las emociones y sentimientos -que la metafísica adjudica a las mujeres y que desautoriza como sistema de pensamiento- son determinantes para enfrentarse al mundo. Spinoza (la mente es una idea del cuerpo) y Damasio (Los sentimientos son los cimientos de nuestra mente, revelaciones del estado de la vida en el seno del organismo entero), nos muestran que la idea de Descartes de la separación de cuerpo y mente es falsa. Husserl o Merleau-Ponti también habían transitado la unión de cuerpo y mente pero ha sido Damasio (con datos científicos) quien lo ha establecido sin dudas. La metafísica (profundamente cartesiana) se tambalea y con ella se tambalea el antropocentrismo (machismo). Otra forma de pensar no centrada en el hombre es posible. Un pensamiento femenino es posible. Sigo a Jöel de Rosnay “Epigenética” (“La symphonie du vivant” en versión original… lo que difiere un huevo de la traducción) Planeta, 2019 (2018).
La epigenética abre otra brecha en el pensamiento metafísico masculino. La evolución de las especies ha sido un saber paulatino. Darwin estableció la selección natural y la mutación como alternativa a la herencia de los caracteres adquiridos de Lamarck. La genética mendeliana (solo siete años posterior a la teoría de Darwin pero largo tiempo desconocida) amplió su campo hasta lo que se llamó el neodarwinismo. Pero la dificultad de dar crédito a una mutación altamente improbable en circunstancias normales, dio paso a otros mecanismos como la recombinación genética bacteriana, la cooperación marguliana, y finalmente la epigenética (pasando por otras teorías como la evolución puntuada por saltos de Gould). La epigenética es la desconexión temporal de ciertos genes (programados, hereditarios) por presiones ambientales (vida, contexto), pero también por decisión (emoción, razón), con capacidad incluso de ser transmitidos. Finalmente Lamarck también tenía razón y los caracteres adquiridos (manifestados, expresados) son transmisibles (aunque no siempre, ni para siempre). El determinismo genético (“el todo genético”) queda desarticulado. El determinismo metafísico (heredero del la predestinación religiosa), que no había podido nunca liberarse, queda por fin explicado por la epigénesis.
Acabar con el determinismo y la predestinación (en lo que tenga de científica) ya es un logro pues, tal como lo explica Rosnay, una cosa es la partitura (el ADN) y otra cosa es el concierto (la sinfonía dice él) con las variaciones debidas al auditorio (el contexto) y la decisión de los ejecutantes. El mecanismo de la epigenética es fascinante pero no creo que añada nada a lo que buscamos. (y podéis encontrarlo en el libro citado escrito con enorme sencillez y con datos muy interesantes como el error del ADN basura). A partir de ahora la genética es herencia (ADN), decisión (emoción/razón) y entorno (vida, contexto). Su análisis de los insectos sociales y su “inteligencia colectiva” (consiguen llegar a una solución común, sin otra “razón” de ningún tipo, mediante comunicación por feromonas y retroalimentación amplificada) y de la inteligencia, percepción y memoria de las plantas, es altamente expresiva de que la razón -tal como la entiende la metafísica- no es la única manera de pensar. El cuerpo (inseparable de la mente) se regula por la red hormonal, la red nerviosa y la red inmunitaria. Las sedes de la mente se amplían desde el cerebro al microbioma, y al cerebro entérico (intestinal).
Pero Rosnay llega más lejos y nos propone que incidamos voluntariamente en la modificación epigenética mediante la alimentación, el ejercicio físico, la lucha contra el estrés, el placer y la armonía. Añade posteriormente la lucha contra lo negativo, aquello que dificulta alcanzar ese control: la contaminación, las epimutaciones (producidas por disruptores endocrinos), los plásticos, pesticidas, aditivos, antibactericidas, los herbicidas, los metales pesados, las drogas, el tabaco y el alcohol. La segunda parte del libro se centra en los memes (genes culturales) pero igualmente en la posibilidad de modificarlo voluntariamente y en la posibilidad de modificar el ADN cultural. Esta propuesta: modificar el ADN cultural, será objeto de otro blog por cuanto me parece muy interesante.
El desgarrado. Mayo 2021.
Nota: Ver Visto y oído 64 acerca de "la isla" de Neox. para completar esta reflexión.