» 19-06-2021 |
He comentado muchas veces la posibilidad de que exista un pensamiento femenino alternativo a la metafísica masculina. También he comentado que la contestación a la metafísica has sido generalizada en el SXX. Pero hay una de esas contestaciones -la de Rorty- que es especialmente adecuada para el pensamiento femenino. No pretendo que el colectivo femenino deba adoptar esta posición. Lo que me interesa resaltar es que existen posiciones que se ajustan a lo que podría ser un pensamiento femenino. Rorty no trata de impulsar un pensamiento feminista sino un pensamiento alternativo a la metafísica, pero tampoco es ajeno a ese pensamiento que estuvo presente en su casa en sus primeros años. El pensamiento de Rorty es gradual (muy de acorde con sus propias ideas) y se afianza lentamente a lo largo de su vida. Su pensamiento se opone a la metafísica pero no podemos olvidar que es esa metafísica el principal enemigo del pensamiento femenino. Sigo a Ramón del Castillo “Rorty” Batiscafo SL. 2015 cuya lectura os recomiendo porque no todos saben divulgar, y él sabe.
El esquema de la metafísica es la abstracción-universalización-ley. La búsqueda de verdades inconstatables se asienta sobre la simplificación abstractiva que conduce a la generalización universalista de la que se puede extraer por causalidad simple la ley que permite entender, anticipar y dominar la naturaleza. La necesidad de semejante método es evidente: prever la evolución de la naturaleza: sobrevivir. La metafísica se basa en cuatro abstracciones principales (a la que se añadirán muchas otras) que son la cantidad (que originará las matemáticas y la ciencia), el concepto (el lenguaje), la verdad (la lógica formal y absoluta) y la igualdad (tanto una forma de abstracción como una herramienta ética), todas las cuales son a la vez acción y objeto. Ninguna de ellas es capaz de explicar cabalmente el mundo pero mediante una remisión circular permiten una resonancia que resulta suficientemente operativa. De entre todas, Rorty se fija especialmente en la verdad. Para él la metafísica se centra en la verdad (absoluta, despreciando cualquier verdad parcial: el azar, la probabilidad o la estadística), la esencia (la verdad interior no aparente), el conocimiento (la premisa de que podemos conocer la naturaleza con nuestro cerebro), el ser estático (en detrimento del devenir, de la evolución, del progreso), la sincronía (despreciando la diacronía: la historia), la coherencia como cláusula de cierre. A esa verdad se accede por investigación-reflexión. El concepto implica que la filosofía (la ciencia del conocimiento, de la sabiduría) se manifiesta a través del lenguaje.
Pero hay más. Lo que el sicoanálisis llamará la envidia del pene femenina constata lo que ha ocurrido durante toda la humanidad. La mujer es un ser capado, incompleto, cuya cicatriz indica a las claras que si no tiene pene es porque se lo han arrancado o no se lo merecía. En una palabra: solo existe un género y es el masculino (lo de la costilla bíblica va por el mismo camino). Toda la metafísica parte de ese principio… a mayor gloria del macho. La mujer es irracional donde el hombre es racional, la mujer es apariencia donde el hombre es esencia, la mujer es sintética donde el hombre es analítico, la mujer es topológica (su pensamiento depende del contexto) donde el hombre es lógico-abstracto-universal, la mujer es incoherente donde el hombre es coherente, la mujer es dialogante y relacional donde el hombre es reflexivo y autoconfinado, la mujer es emotiva donde el hombre es reflexivo, La mujer es soñadora (histérica) donde el hombre es realista y sin embargo la mujer es pragmática donde el hombre es abstracto, etc. El mito de la mujer inferior está construido y es tan potente que ni siquiera los grandes pensadores son capaces de percibirlo, la mujer es superficial donde el hombre es profundo. La trascendencia natural del hombre incluso llegó a dudar de que la mujer tuviera alma lo que tuvo que determinarse en concilio (es decir: por la iglesia). El destino de una mujer es la maternidad, el cuidado servil del marido de los hijos de los ancianos, y por supuesto: alegrar la vida de los hombres.
Porque ese es el quid de la cuestión. Los hombres pierden la cabeza por las mujeres. La naturaleza no deja cabos sueltos y la reproducción era sustancial para la especie. Había que anular la razón analítica del hombre para que la cosa funcionara y eso es precisamente lo que hace el enamoramiento (el vínculo): anular la razón egoísta y tradicional para engañar al hombre de que lo que le conviene es procrear (y cuidar de la prole). De ahí a pergeñar la idea de la mujer fatal no dista mucho recorrido. El hombre carga sobre la mujer sus propias debilidades: las mujeres son perversas. Toda esta pantomima, lo que esconde es que, paralelamente a la envidia del pene existe la envidia de la maternidad. Las mujeres dan vida. Como pintó Courbet, el sexo femenino es la puerta del mundo, y eso, para un macho dominante, no es fácil de asimilar. Si Freud hubiera sido mujer la envidia del pene sería envidia de la maternidad. La proliferación de la información ha producido dos efectos convergentes: los hombres quieren ser más maternales y las mujeres quieren ser más dominantes, al estilo de los machos. Caminamos hacia la fusión de los géneros culturales. Porque si bien las mujeres son mucho más receptivas hacia el modelo masculino, los hombre tampoco son inmunes. La figura del padre amantísimo es un fenómeno moderno, como también lo es la figura de la mujer empoderada que trata a los hombres como “ropa de temporada”. La píldora ha tenido mucho que ver, aunque la educación sexual siga sin aparecer.
Una vez que sabemos lo que es la metafísica y como trata a las mujeres estamos en situación para entender a Rorty. Éste, lo que hace, es desmontar la metafísica, pero no lo hace abiertamente (no hay que humillar, dice) sino solapadamente. No nombra (casi) nunca a las mujeres pero sabemos que en su casa el feminismo estaba presente y que su primer trabajo fue en una institución feminista (Wesley). Su deconstrucción (porque lo es) de la metafísica se basa en estos puntos: 1) La filosofía no es la mejor manera para entender el mundo, 2) y ello porque el conocimiento y la verdad no son la vías… porque son dogmáticas. 3) Frente a la reflexión o la investigación hay que oponer la conversación (el diálogo). 4) Frente a la filosofía hay que oponer la literatura que en vez de argumentar nos propone la ejemplaridad para entender el mundo. 5) La argumentación no es mejor que la base de datos. el desgranar de casos significativos. Rorty opone a la investigación científica (metafísica) la conversación (persuasión y narración).
Rorty es profundamente antimetafísico. Pero, sin que lo mencione, es profundamente feminista, porque su deconstrucción de la metafísica es una aproximación ejemplar al feminismo. Pero no lo dice. Avergonzado quizás de un machismo inveterado no nombra a las mujeres (quizás porque como le echó en cara Fawler adolecía de un machismo subyacente. Todos los hombres adolecemos de un machismo subyacente). Pero como dice la ley, las cosas no son lo que parecen sino lo que son. El pensamiento de Rorty es profundamente afín al al pensamiento de la liberación feminista. Porque no las libra de la opresión próxima sino de la opresión ancestral, de la metafísica. El enemigo de la mujer no es el hombre (aunque tamnién), es la metafísica (que creó el hombre, no hay disculpa). Pero hay aquí algo que se debe comentar. Quizás la idea de un pensamiento femenino es superflua. Tras tanto perseguir, por mi parte, un pensamiento femenino, quizás no tiene sentido. La idea de un pensamiento femenino es una proyección masculina de nuestro propio pensamiento. ¿Pero entonces qué?
La mujer es naturalmente femenina. El hombre es artificialmente (reflexivamente) masculino. El hombre ha construido toda una tramoya (la metafísica) para justificar su trascendencia (la inmortalidad, al fin) y su dominio. Todo eso a la mujer se la trae al pairo (lo que no quita que haya mujeres trascendentes y dominantes). La mujer no quiere trascender (vehementemente) ni dominar (efectivamente). Todo lo que el hombre a achacado a la mujer como defectos (metafísicos) no son sino características de su género. Porque solo existe un lenguaje explicativo y es el del hombre. La mujer no opone un pensamiento alternativo. La mujer vive. Empiezo a creer que nunca existirá un pensamiento femenino generalizado (pero sí circunscrito a ciertas sensibilidades) por la sencilla razón de que no lo necesitan. El hombre tiene que justificar sus desmanes: la destrucción física (la guerra, el progreso, el expolio del planeta), mental (el análisis) y emocional: la sojuzgación, la violencia, la humillación, el desprecio, etc. La mujer no participa de todo eso (y si lo hace es por mimetismo). La mujer no necesita ideología (decía Marx que ideología es mentirse sobre uno mismo) porque vive naturalmente en el planeta: cuidando, preservando, conservando, dialogando, complaciendo. En una palabra: ¡no dando por el culo! Todo esto no lo dijo Rorty pero es así como yo lo entiendo. Amén.
El desgarrado. Junio 2021.