» 11-07-2021

Señoras y señores. 84. Desnudez, sexo, pudor, seducción.

Me llaman la atención dos anuncios publicitarios televisivos. En uno se ven unas tetas (sin que medie una ducha, una exploración médica o una etnia); en la otra un proselito nudista ve pixelada su imagen para que no se le vea el culo. La TV habla sin tapujos de caca, culo, pedo, pis (y por supuesto: regla), pero no los muestra, como si la imagen excitara más que mil palabras. Las palabras se convierten en el cerebro en imágenes y esa equivalencia hace que las palabras no sean más inocentes que las imágenes visuales. Pero de lo que quiero hablar es de la desnudez, entendida como relacionada con la procacidad sexual y del pudor como medio de decir: solo sí es sí. Porque ni la desnudez es sucia, ni el sexo es sucio, ni el pudor es necesario. Lo que es  sucio (moralmente, es decir de acuerdo con una sociedad determinada) es la seducción y la procacidad, ¡y con límites!

 

El cuerpo desnudo como cuerpo sexual es un invento cultural. Los animales no se excitan por la vista del cuerpo sino por el olor. Pero incluso cuando el mecanismo se ha desencadenado la hembra puede decir que no, protegiéndose el sexo con el rabo (no es una metáfora). Es el inicio del pudor: ¡ahora no toca! El sexo necesita algo más que vista y olfato. Necesita otras señales específicamente prosexuales. Podríamos reducirlo como la seducción. Las prostitutas -en su quehacer laboral- seducen descaradamente  y cuando las costumbres se relajan (las prohibiciones se inhiben) las pautas de seducción de las prostitutas (que solo buscan sexo) son adoptadas por la población general. Si la vestimenta masculina está profundamente influída por el deporte la femenina lo está por la prostitución, es decir por la seducción. Eso no quiere decir ni que los hombres quieran ser deportistas ni las mujeres seducir sexualmente, sino que adquieren una apariencia que les es grata.

 

Decía Bataille que el cuerpo desnudo no tiene que ver con el sexo. Se puede seducir vestido y se puede no ser atractivo sexualmente, desnudo. De lo primero la cultura lo sabe todo, de lo segundo la estatuaria greco-latina y el arte en general, dan cumplida cuenta. Los yanomames amazónicos van completamente desnudo, pero eso no quiere decir que las mujeres no tomen especial cuidado en ocultar el sexo a quien no tiene nada que hacer con él. Sin vestimenta y sin mamo-cultura la seducción se refugia en la vulva. Como decía Morris en “Manwatching” el último reducto de la desnudez femenina es su sexo (es decir su vulva). ¿Y en todo este lío entre lo biológico y lo cultural, qué es el pudor?

 

El pudor es la inhibición de las señales sexuales de seducción. Desgraciadamente, de la mano de la moral tradicional, el pudo se separó de su función sexual para centrarse en su función corporal-descriptiva. A partir de entonces no fue una señal de que ¡no toca sexo! sino de que no puedes verme desnuda. Evidentemente el pudor es más fuerte en las mujeres (que tiene que defenderse de la agresión sexual del hombre) que en el hombre (que es el agresor y por tanto el exhibicionista). Pero la diferencia no es sustancial. Los adolescentes masculinos muestran pudor (ante la enormidad de lo que ocurre en sus cuerpos) y las mujeres lo pierden si en ello les va el empleo. El pudor debe ser entendido como esa señal que la actual legislación ha categorizado como: “solo es sí, si se explicita”. Debido a la estulticia masculina (que no duda en confundir lo que le interesa), y a la moral que condena al cuerpo, las señales corporales han sido sustituidas por afirmaciones vocales como ya había predicho el giro lingüístico.

 

Que algo como el sexo, que es profundamente táctil y visual, se haya convertido en algo fónico no deja de ser sorprendente (incluso aceptando los teléfonos eróticos). La explicación reside en la prohibición de lo visual y la reprobación del contacto físico. “Algo huele a podrido en Dinamarca” decía Hamlet.  Nuestra cultura (y por alusiones la mundial) ha perdido los papeles. La pornografía no muestra desnudos (incluso los evita) sino que muestra el coito y sus variaciones. El nudismo es una opción cultural extendida en el norte de Europa. La mamofilia -inventada en los USA y ampliamente difundida por el mundo- que incluso logró que durante cincuenta años las madres lactentes no alimentaran a sus bebés en público, amplió el cuerpo femenino “prohibido” a grandes áreas del cuerpo. Pero no era nuevo. Los tobillos o el cogote, las axilas, o los pies pueden ser objetos eróticos, vía el fetichismo o la moral tradicional prohibitiva.

 

Pero el instrumento fundamental de la seducción erótica es el escote. El escote muestra una parte y oculta el resto (en general los nodos extáticos). El escote es un juego entre la desnudez y el recato. Evidentemente había que haber convertido previamente el cuerpo en objeto de deseo (como hemos visto). Sin embargo las posiciones de hombres y mujeres no son simétricas respecto al erotismo (el erotismo es la seducción socialmente admitida. Más allá es pornografía. El grado varía históricamente). Para los hombres la seducción es una promesa de sexo. Para las mujeres es la culminación del cuidado de sí mismas. El erotismo es el culmen de su atractivo de su agradibilidad. El recato, el pudor siempre está presente en la mujer. Es su manera de decir continuamente: no quería excitarte. La mujer no quiere seducir a todos. Quiere seducir a uno (¡aunque no sepa quien es!). En el inconsciente colectivo masculino anidan mujeres fatales, perversas seductoras, la atracción del mal (solo hay que ver pornografía para darse cuenta que el sexo masculino es una fantasía sin ninguna relación con la realidad). En realidad anidan sus deseos.

 

Por supuesto hablo de estereotipos. Todos tenemos la libertad individual de romper con ellos. Solo hablo de tendencias, de mayorías estadísticas. Las certezas absolutas no existen (por ejemplo ésta misma). Solo podemos especular en lo probable o lo estadístico. El engaño de la metafísica se ha acabado. Nos podemos aproximar a la “verdad” del mundo pero no podemos alcanzarla. Probablemente eso es la libertad: la incapacidad del sistema de encasillarnos en un estereotipo. Puedes vivir tu sexualidad, tu desnudez, tu afán de seducción o tu pudor de la manera que quieras… siempre que puedas contradecir tu programa, tu condicionamiento, tu “destino”. La libertad no te la dará ni Ayuso ni Abascal. La libertad está ahí fuera. ¿Entramos?

 

El desgarrado. Julio 2021.




Published comments

    Add your comment


    I accept the terms and conditions of this web site