» 01-12-2020

Señorea y señores 59. Prevención y solución. El cuidado más allá de la babosidad.

He nombrado, en otras ocasiones, el cuidado como elemento sustancial del pensamiento femenino, en múltiples situaciones siguiendo siempre el pensamiento de Haraway. He puntualizado que no hablábamos de ñoña maternidad (en el caso de que la maternidad pueda ser ñoña, excepto desde una perspectiva masculina) sino de teoría del conocimiento. He prometido que haría un estudio sobre la meta-ética (que ya está en marcha). Pero todavía no os he ofrecido un análisis profundillo (no hay que exagerar) del cuidado. Pues bien. A la par que empiezo con la meta-ética, aquí os traigo lo que siempre quisisteis saber del cuidado y Wody Allen (¡macho de pro!) no os explicó.

 

Desvelemos el secreto: el cuidado es la prevención. Es decir una estrategia de supervivencia perfectamente racional frente a cualquier otra. Y ¿cual es la otra? La otra es la solución que practican los hombres. Me explico: El hombre primero rompe las cosas y luego las arregla. Lo de romper le viene de su biología: cazador, guerrero, invasor y modificador del ambiente. Básicamente matar y romper. Evidentemente, luego tiene que arreglar todo lo que ha roto. (las guerras le vienen al pelo). Es la ingeniería: solucionar problemas generalmente creados por el propio hombre. Los hombres son (somos) solucionadores. Recuerdo el solucionador de “Pulp Fiction” ¿Podría haber sido una mujer? No, pero llegará, en esta sociedad nuestra en que las mujeres cada vez se acercan más al carácter de los hombres. Pero de eso también quiero hablaros.

 

¡Bien! ahora que sabemos que la diferencia entre hombres y mujeres no es que unos sean de Venus y otros de Marte o que los hombres no entienden un vestido explicado y las mujeres no entienden un mapa dibujado -como los más aviesos periodistas nos han explicado en libros de éxito- vamos a analizar esta diferencia entre la prevención y la solución. Prevenir es prever el futuro, es decir, lo que ha pretendido el cerebro humano desde su nacimiento. Es cuidar para que no ocurra lo inevitable, aunque después se pueda solucionar. Es evitar la testosterona y aplicar los estrógenos para decirlo hormonalmente. Pero es que las cosas no son casuales. Para la economía es mucho más interesante romper y reconstruir (solucionar) que evitar que las cosas se perpetúen. La economía mundial funciona sobre la obsolescencia (incluso programada). Una bombilla que dura cien mil horas es un fracaso descomunal. El consumo se ha convertido en la solución natural. Nadie arregla nada, todo se sustituye y los residuos amenazan con desalojarnos del planeta. ¡No tenemos que temer a las máquinas. Tenemos que temer a los residuos! Para qué decir que la economía es una estrategia masculina.

 

Nuestra individualidad (prótesis, cirugía estética, siquiatria y sicología, educación especial, publicidad, etc.), sociedad (educación, intoxicación informativa, bulos, redes sociales, TV, etc), nuestra globalidad (información generalizada, multinacionales defraudadaras, virtualización del dolor) están sometidas a la solucionación. Vivimos en el mundo de la solucionacición. Como todo el pensamiento masculino, la solucionación es la norma porque el pensamiento masculino es profundamente invasivo. ¿Quiere eso decir que las mujeres sean unas víctimas irredentas del machismo. Sí. Pero tampoco quiere decir que las mujeres no tengan ninguna defensa (¡atentos! ninguna defensa no quiere decir una defensa proporcionada o igual). Sin defensa las mujeres ya habrían desaparecido.

 

Tal como Foucault explicó la defensa de las mujeres es el micropoder. Los hombres solo se fijan en los grandes números: el coche, la casa. Pero les importa una mierda el precio de la comida, de la limpieza, de la ropa de los niños, etc. que son cosa de mujeres. Solo hace falta verlos comprar en el súper, ¡todo les parece barato! ¡Y pequeño: las sandías, los melones y los magnum son su especialidad! Ese desprecio por lo cotidiano es lo que ha cimentado el micropoder. La mujer opera en la sombra, y no la que ella produce sino la que el hombre proyecta sobre ella. Con esto quiero atajar a esas argumentaciones machistas que hablan de la servidumbre voluntaria, de la superioridad o de la dominación natural. En una sociedad igualitaria el pensamiento invasivo masculino no tiene sentido. Pero dejemos los detalles y vayamos a lo importante: El solucionismo, la ingeniería (la tecnología) ha destruido el planeta. La prevención, el cuidado son la única solución. Es así de fácil: los hombres la hemos cagado. Si queremos salvar nuestra civilización (por llamarle de alguna manera) ya podemos irnos desplazando hacia la prevención y olvidarnos de la solucionación.

 

Que ¡por cierto! las grandes empresas nunca han abordado. Ahí está los residuos de las centrales nucleares, eléctricas, de las empresas químicas, de las papeleras, de los envases de plástico, de las tohallitas, de los palitos orejales, de fármacos como la Talidomida, de plaguicidas como el DDT, de la colza, de Chernobil, de Fukuyama, etc. ¿Pero no eran los grandes solucionadores? Era la teoría. La práctica es que no se ocupan. El pufo queda para los ciudadanos… como cuando la cagan los bancos. ¿Entendéis porque debemos pasarnos a la prevención, al cuidado. ¿Entendéis porque la cultura del SXXI será femenina o no será? Me gustaría que os quedarais con esta idea: cuidar es prevenir; el desarrollo y el progreso no pueden existir sin solucionar todo lo que se perjudica. El planeta y la convivencia cada vez admiten menos remiendos. ¿Qué?

 

El desgarrado. Diciembre 2020.




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