» 31-12-2023

Señoreas y señores 79-2. Diferencias y tendencias. Análisis/síntesis

He mencionado muchas veces rasgos distintivos de hombres y mujeres que, si no cimientan sus diferencias, por lo menos las evidencian. Reiteraré que no trato de alcanzar valores universales o verdades absolutas que distinguirían metafísicamente a ambos géneros sino que me conformo con distinguir las diferencias a grandes rasgos, en verdades fraccionarias (como si de evaluaciones estadísticas se tratara) o valores parciales. Que por otra parte, creo que es el único conocimiento que es posible alcanzar, lejos del dogmatismo y la certeza absoluta. Tengo previsto desgranar este tema de la imposibilidad de la verdad absoluta pero será en otro foro, centrado en la epistemología y la metaciencia. Recientemente publiqué el blog “Ciencia y filosofía 12. Deducción, inducción… quizás abducción” en el que encontraréis aclaraciones sobre el tema. Establecidas estas cautelas, empezamos por la primera gran diferencia entre los sexos/géneros: Análisis/síntesis. 

 

El método científico distingue tres métodos de alcanzar la verdad -descartada la revelación operada por un ser supremo, que se queda para la religión-: la inducción, la deducción y la abducción. Las dos primeras se corresponden aproximadamente con el análisis y la síntesis, mientras la abducción coincide con la hipótesis, el ejemplo o el paradigma. Todas han tenido distintas acepciones históricamente por lo que empezaremos por fijar un sentido específico. Operar por inducción es partir de lo particular (los casos concretos, los fenómenos) para alcanzar lo general (los principios universales, las leyes). De muchas leyes particulares inducimos una ley de comportamiento general. La deducción opera exactamente al revés: se parte de una ley general y se aplica al caso para obtener la ley particular (el comportamiento en ese caso), volviendo al mundo de lo concreto o fenoménico. El análisis opera por descomposición.  Lo complejo se descompone en partes simples más fáciles de comprender. El proceso es recurrente y acaba cuando alcanzamos los elementos fundamentales del mundo que en el caso de la materia son las partículas elementales. La síntesis opera al revés: trata de sumar las partes de un todo, para entenderlo como todo. Para el analista las piezas de una bicicleta, son sus componentes esenciales (con funciones específicas), la verdad de la bicicleta; para el sintético la bicicleta solo tiene sentido en cuanto conjunto de piezas que tienen, formando un todo, una entidad, función, apariencia… determinada. Son dos maneras de entender la verdad: constitutiva u holística y responden a dos distintas consignas: “Divide y vencerás” y “El todo es más que la suma de las partes.. 

 

Aunque lo parcial (las piezas ce la bicicleta) y lo general (la bicicleta) son los dos extremos de la composición/descomposición, constituyen dos puntos finales, dos metas: el todo explicado por las partes y las partes explicadas por el todo. Dos filosofías de vida que en ciencia caracterizarían el micromundo de las partículas elementales y el macromundo de la cosmología. A pesar de las apariencias, análisis y síntesis no son complementarias sino alternativas. El principio de simplicidad (la navaja de Ockam) ha hecho que ambos procesos se unieran en lo que los metacientíficos llaman el arco del conocimiento, en el que se asciende de lo particular a lo general por inducción y se desciende de lo general a lo particular por deducción. Pero a pesar de la bella circularidad, no tienen los mismos fines. La rama ascendente pretende encontrar leyes (regularidades, certezas de comportamiento) partiendo de comportamientos de objetos (fenómenos). La rama descendente pretende aplicar esas leyes a determinados objetos para prever (verificar) su comportamiento. En la fase ascendente, de muchos objetos que tienen el mismo comportamiento observado inducimos una regla de comportamiento. En la descendente aplicamos esa regla a un solo objeto para comprobar el resultado. El primer paso va del mundo a la mente, de lo real a lo metal, de lo experimental a la razón. El segundo hace el camino inverso y va de lo mental (la ley, la regla) a lo real, el comportamiento observado del objeto.

 

¿Por qué los hombres se muestran preferentemente analíticos y las mujeres sintéticas? no lo sabemos pero es un hecho observable. No quiere decir que los hombres sean exclusivamente analíticos y las mujeres exclusivamente sintéticas (ante cada situación pueden tomar el camino que deseen) sino que  existe una tendencia, un sesgo, una zona de confort, un interés. Los niños (pero no todos) destripan los juguetes para saber como funcionan; las niñas visten a las muñecas y las sitúan en escenarios distintos cuando juegan con ellas, construyen mundos posibles. Vistas así las cosas la educación indistinta es apreciable, en el sentido de que cada uno juegue con lo que le pida el cuerpo, pero no  se debe llegar a ejercer presión sobre el niño para que juegue con la muñeca, ni lo otro. La verdad  educativa no reside en la igualdad (todos juegan con todos los juguetes) sino en la libertad (cada uno juega con el juguete que quiere). En el límite, el sesgo analítico unido a la fuerza, es la destrucción. Todos hemos visto al niño que tras construir un castillo en la arena se entrega a una orgía de destrucción que parece satisfacerle sobremanera. ¿Es el instinto de muerte freudiano? 

 

La ambigüedad de los conceptos de ascendente/descendente, destruir/construir, general/particular debería poder ser explicada. El análisis construye una ley descomponiendo un ente en sus partes. ¿Cómo es posible? La forma generalizada de la abstracción es la que utiliza la metafísica para construir/destruir universales. Abstraer es podar, simplificar, analizar. Se reduce un ente a una, o unas categorías que resultan esenciales, significativas. Por ejemplo: la cantidad. Se toman objetos y se reducen a la categoría cantidad (número), Se prescinde de cualquier cualidad. No podemos sumar peras y manzanas porque no son coherentes, pero si abstraemos el concepto pera y manzana al concepto más amplio fruta, entonces podremos sumarlo sin problema. En el límite la abstracción sería el número, la cantidad, lo que unifica a todas las cosas.  

 

La abstracción nos muestra como se puede reducir, descomponer, para  llegar a lo común, lo general, la categoría cantidad. Está claro como podemos llegar a una categoría universal descomponiendo un objeto en sus categorías y rechazando todas menos una (o unas). Veamos la deducción. Tenemos una ley que aplicada a un objeto (a cualquier objeto), no da siempre el mismo comportamiento (pensemos en la ley de la gravitación de Newton). Aquí vamos de lo abstracto a lo concreto, es decir restituimos al objeto todas sus categorías perdidas siempre que produzca el comportamiento esperado. Hemos procedido a abstraer y posteriormente a concretar. Hemos partido de una pluralidad de objetos y hemos llegado a un solo objeto (pero cualquiera) concreto pero con un comportamiento único: aquel que hemos obtenido por abstracción de la pluralidad de objetos iniciales. De muchos objetos hemos obtenido un comportamiento común que es susceptible de ser aplicado a un objeto cualquiera para “reproducir” ese comportamiento. Y ¿por qué la síntesis? porque es una ley la que se aplica a una multiplicidad de objetos cuya suma (clase) reproduce el comportamiento. Lo que no tiene explicación (y por eso se ha tergiversado históricamente) es lo de ascendente/descendente.

 

No es lo mismo entender un problema (primer paso para resolverlo) desde el análisis, buscando su verdad en sus partes componentes (simplificación, reducción, división) que desde la síntesis, estudiando el problema en su enteridad y sus relaciones con otros problemas de este mundo. El análisis mira el problema desde su frontera hacia su interior, como si la respuesta estuviera dentro de él. La síntesis mide el problema desde la frontera hacia el exterior, estudiando las relaciones que sostiene con otros. Y esta pequeña diferencia se convierte en un abismo entre los dos sexos. Aplicando las categorías aristotélicas el primero lo reduce a la sustancia y sus relaciones intertnas y jerárquicas y el segundo lo reduce a la relación que establece como integridad con los demás en un plano de igualdad. Jerarquía/igualdad, introversión/extroversión, individuo/sociedad, sustancia/relación, invención/continuación, destrucción/conservación, agresión/respeto, esencia/apariencia, razón/emoción. Todas estas disyuntivas no tienen porque dividir el mundo entre el bien y el mal. En cada caso se mostrarán con uno u otro cariz o  utilidad. No es necesario atrincherarse en el género como si el computo de esas manifestaciones debiera rendir un resultado ganador o perdedor. Lo razonable sería sumar, aunar todas las habilidades y afrontar el mundo con las mejores armas.

 

La idea de complementariedad no es nueva, pero el individualismo nos empuja a una experiencia del mundo en solitario, y si una posición es buena la otra debe ser consiguientemente mala. La historia de la humanidad es la historia de la preponderancia del hombre, de la fuerza, la violencia, la guerra, el abuso del planeta y de los recursos, pero también la ciencia, la tecnología, las instituciones, el derecho. Destacar el papel de la mujer es más difícil porque siempre ha estado detrás del hombre y juzgada desde el punto de vista de aquel, que se ha encargado de definir maniqueamente las virtudes y las carencias. Pero es evidente que frente a la violencia, la destrucción y la guerra la mujer opone el acuerdo, la conservación y la paz. En una palabra el cuidado. No son determinismos sino rasgos, tendencias, intereses. Tanto unos como otros, disponen de la libertad de no seguir sus tendencias y adoptar roles del sexo contrario. Inmersa en un mundo absolutamente controlado por el hombre, la mujer se aviene cada vez más a sus modos y eso solo puede conducir a la catástrofe.  Me temo que estoy poseído por el espíritu de la Navidad. ¡Feliz año!

 

El desgarrado. Diciembre 2023

 




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