» 03-04-2020

Tradición de lo inmemorable 2. Giorgio Agambem.

7.- Analicemos más de cerca el mecanismo de la presuposición y el fundamento en Aristóteles. Ese mecanismo se articula a través de la distinción entre significar-uno y significar acerca-de-uno. Toda la demostración por refutación del principio de no contradicción descansa sobre la asunción de que hay necesariamente un punto en el que el lenguaje ya no significa sobre-algo (acerca de uno) sino que significa-algo (uno). Este punto límite es sobre el cual se funda el principio de no contradicción (la posibilidad misma del discurso significante). “Solo por que hay un punto en el que el lenguaje significa-uno, es posible significar acerca de aquel uno, pronunciar proposiciones dotadas de sentido. Él es el fundamento, sobre cuyo presupuesto solamente es posible conocimiento y lógos. La constitución platónica de la verdad como memoria no se detiene, en cambio, nunca en una presuposición. (Textos de Aristóteles y Dante).

 

8.- Es esta estructura presuponiente del lenguaje y la reflexión aquello que Hegel expone como la dualidad de Bedingung (fundamento) y Grund (condición). La condición es lo inmediato, aquello a lo que se refiere el fundamento como su presupuesto esencial. Lo que el lenguaje, en el nombre, presupone siempre a la relación que instaura: lo no-relacionado a lo que la relación, de la cual es condición, es extrínseca. El fundamento es, en cambio, la relación o la forma, para la cual, la existencia determinada de la condición es solo material. Condición y fundamento no son dos realidades independientes, sino las dos partes de un todo que se presuponen recíprocamente (esa es la tarea de la dialéctica del fundamento). Por eso no es posible, de ningún modo, contraponer el presupuesto y el fundamento. La tradición de la verdad tiene la forma unitrinitaria del presupuesto, el fundamento y su unidad en la cosa misma (Esta unidad del nombre -el Padre-, el logos -el Hijo- y su relación espiritual es el contenido especulativo del dogma trinitario). (Texto de Nicolás de Cusa).

 

9.- ¿Cómo es posible la tradición de la verdad? ¿Cómo se puede transmitir una ilatencia? El pensamiento hegeliano ha sido el último intento de asegurar (a través de la negatividad dialéctica) el automovimiento histórico de la verdad. El pensador que con más fuerza se ha planteado el problema del fundamento y de su nulidad es también el que se ha planteado el problema de la tradición: la ilatencia de la verdad es un oscuro presupuesto que impide la tradición a la que estaba destinada. La ausencia de fundamento de la verdad (la crisis de la presuposición) es pensada ella misma como un presupuesto. La verdad queda siempre presupuesta y siempre diferida. El neoplatonismo (síntesis del platonismo y el aristotelismo, y resumen de la filosofía pagana) no pudo más que repensar el problema del fundamento absolutizando el presupuesto y su trascendencia. El principio no suponible y no-presupuesto de Platón asume así el estatuto de inefabilidad e incomprensibilidad del uno platónico. Es una pura a-rrealidad incomprensible: lo imparticipable (Proclo). (Textos de Proclo y Nicolás de Damasco).

 

10.- ¿Somos capaces de pensar la tradición de la verdad y del lenguaje  de otro modo que como un presupuesto infundado y sin embargo, destinante? La experiencia histórico-social de nuestro tiempo es la de una partición original, un re-teilung, la experiencia de una misión sin mensaje que no proviene de ningún fundamento. De las tres categorías en las cuales Schmitt articula lo político es la división (teilen) la que asume el rango fundamental (Las otras dos son la apropiación y la producción). Lo único que nos une (frente a esa división) es la común participación en un Imparticipable; anticipados por un presupuesto, pero sin un origen. Por eso todo lo que podemos tomar está ya partido y la comunidad que nos une no es comunidad de algo que haya sido apropiado y luego dividido. La comunidad es desde el origen comunidad de partido. De este modo, nuestro tiempo advierte la exigencia de una comunidad sin presupuestos y mantiene, sin embargo, sin darse cuenta, la forma vacía de la presuposición más allá de todo fundamento: presuposición de nada, pura destinación. Esta es la raíz de nuestro malestar y, a la vez, de nuestra única esperanza. (Textos de Holderlin y Nancy).

 

11.- Hölderlin en “Juicio y ser” (Urteil und Sein), presupone el problema de un ser absoluto que, por ello, no puede ser el presupuesto de una escisión. El ser (que no es el ser absoluto) encuentra su expresión en la identidad A=A o en palabras de Hölderlin: “Yo soy yo” (ich bin ich), este ser sí es el presupuesto necesario de la escisión entre sujeto y objeto. Esta escisión (que es el juicio: Urteil como partición originaria: Ur-teilung) contiene la presuposición de un todo, cuyas partes son sujeto y objeto. Ser absoluto y ser (de la reflexión, de la autoconciencia) no pueden ser intercambiados. ¿Pero cómo es posible la autoconciencia? Si me opongo a mí mismo, me separo de mí mismo y no obstante, me reconozco a mí mismo… en lo opuesto. Sinclair buscará pensar lo no-puesto, sin caer en la forma de la reflexión presuponiente. (textos de Hölderlin y Sinclair).

 

12. ¿Qué significa pensar el uno, en el lenguaje, sin presuponerlo a su partición destinal: esto es, pensar el principio no presupuesto al devenir, lo no-lingüístico no presupuesto a lo lingüístico, el nombre no presupuesto al discurso? ¿Qué significa pensar sin alguna negatividad la falta de fundamento y la vacuidad del lenguaje y de sus representaciones? El cumplimiento de la forma de la presuposición y la salida de la potencia de la representación implican, de hecho, una tarea poética y una decisión ética. Solo a partir de esta decisión y esta tarea es posible comprender en que sentido “el más antiguo programa sistemático del idealismo alemán” condicionó la superación del Estado y el advenimiento de la ética al abandono de la “filosofía de la letra” en dirección de un arte del dictado. ¿Somos hoy capaces de no ser ya filósofos de la letra, sin convertirnos por ello en filósofos de la voz ni sencillamente filósofos inspirados? ¿Somos capaces de medirnos con la exposición poética de aquella vocación que como  principio no presupuesto, surge solamente donde ninguna voz nos llama? Solo en este caso la tradición dejaría de ser remisión y traición de un traspasamiento indecible, para afirmarse como liberación y prueba de sí: “uno que se lleva a sí mismo”, sin vocación y sin destino. Ella habría entonces realmente per-donado lo que en ningún caso pudo ser presupuesto.  (Texto de Celan).

 

El desgarrado. Abril 2020.




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